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Uzbekistán en cinco claves: territorio, historia y cultura

El sorteo del próximo Mundial de Fútbol llegó y Colombia enfrentará a Uzbekistán. Se trata de una oportunidad para aprender un poco más de este interesante territorio. 

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Felipe Medina Gutiérrez
08 de diciembre de 2025 - 08:24 p. m.
Los colores de Uzbekistán aparecen en el escenario durante el sorteo final de la Copa Mundial de la FIFA 2026, en el Kennedy Center de Washington D. C., EE. UU., el 5 de diciembre de 2025.
Los colores de Uzbekistán aparecen en el escenario durante el sorteo final de la Copa Mundial de la FIFA 2026, en el Kennedy Center de Washington D. C., EE. UU., el 5 de diciembre de 2025.
Foto: EFE - SHAWN THEW
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1. ¿Cómo es eso de Uzbekistán? Etnia y geografía

Uzbekistán, como Estado nación, tiene raíces recientes, pues obtuvo su independencia en 1991. A pesar de ello, su territorio posee una historia ancestral. Se trata del país de mayor población de Asia Central, con cerca de 32 millones de habitantes. Los musulmanes representan entre 88 % y 96 %, y el restante lo conforman otras minorías, como cristianos ortodoxos y judíos. Étnicamente, en líneas generales, el actual pueblo uzbeko es parte de la familia túrquica, que agrupa a diferentes comunidades como los turcos de la actual Türkiye, pero además a azeríes, kazajos, kirguís, uigures y turcomanos, entre otros.

Sin embargo, el término “uzbeko” parece remontar a tribus turco-mongolas de Siberia, conectadas a la descendencia de Chingis Jan (“Gengis Kan”), que tomaron el nombre del gobernante Uzbeg Jan (1313-1341), uno de los líderes de la Horda de Oro. Luego, algunas tribus herederas “simbólicas” conquistaron la región de Transoxiana y fundaron el Janato “uzbeko” (siglo XV). Con el pasar de los años, este nombre se consolidó para articular la identidad nacional.Geográficamente, Uzbekistán no tiene salida al mar. El llamado “Mar de Aral”, en realidad un lago, está desapareciendo lentamente.

A pesar de lo anterior, los ríos Amu Daria y Sir Daria, fundamentales en Asia Central, continúan jugando un papel crucial en la vida de sus habitantes. El país también posee un extenso desierto llamado Kizilkum, así como la zona alrededor de Nukus, que contrasta con la fértil región oriental del valle de Ferganá, famosa por la producción de seda y luego de algodón. Históricamente, este territorio fue clave en las “rutas de la seda”.

2. Herencia iranio-túrquica en las “Rutas de la Seda”

El concepto de la “ruta” o “rutas de la seda” es bastante simplista. En su lugar, se trató de múltiples caminos comerciales, en diferentes direcciones, donde, más allá de la seda, hubo elementos mucho más importantes como el caballo, especias, incienso, metales, minerales y algodón, entre otros. Además, las ideas y el conocimiento —como, por ejemplo, el legado de Ibn Sina—, al igual que las religiones, la música y el arte, también actuaron como conectores entre los territorios y los pueblos del mundo.En este diverso y extenso proceso, el actual territorio de Uzbekistán fue protagonista.

Más allá de China o Europa, durante siglos el mundo iraní y sus diferentes entidades políticas fueron esenciales en este entramado, especialmente a partir del zoroastrismo y de la lengua “persa”. Por ejemplo, en Jorezm floreció, desde el II milenio a. e. c. hasta el siglo X d. e. c., un poder regional que estableció rutas comerciales en Asia Central. Luego, los escitas, también de naturaleza iraní, articularon un eje que conectó las estepas con el mundo griego, egipcio, indio y chino. Años más tarde, Bactria, entre los siglos VI a. e. c. y IX d. e. c., fue parte nodal de los corredores económicos entre Asia Central, China e India y, por un tiempo, integró el Imperio aqueménida, periodo en el que también el intercambio comercial fue esencial, especialmente con el Camino Real de Darío I.

Sin embargo, los comerciantes de mayor impacto vinculados hoy al territorio de Uzbekistán fueron los sogdianos, otro pueblo iranio, de carácter nómada y de múltiples confesiones religiosas, durante los siglos VI a. e. c. y XI d. e. c. Sogdiana fue uno de los pilares del comercio desde China hasta el Mediterráneo, creando renombre a lugares como Samarqanda y Bujara.

Asia Central continuó siendo un componente esencial del comercio en el siglo VII, cuando ocurrió la conquista árabe y la llegada del islam a Transoxiana, que, según la tradición local, fue labor de Qutham ibn al-Abbas en el marco de la expansión de la dinastía omeya. La población local interiorizó el mensaje islámico y produjo grandes poderes políticos como los samánidas (819-999), de gran impacto en Samarqanda y Bujara. Paralelamente, la llegada y establecimiento progresivo de los pueblos túrquicos a Asia Central —quienes tuvieron mayor influencia desde el siglo VIII— fue testigo de la presencia de poderes como los qarajánidas (840-1212) y selyúcidas (1037-1194), que se insertaron progresivamente en las dinámicas comerciales de las rutas de intercambio, dejando una impronta en la identidad nacional presente hasta nuestros días. Generalmente se establece que la llegada de los mongoles (siglos XIII-XIV) fue meramente destrucción, especialmente tras el emblemático saqueo de Bagdad en 1258.

Sin embargo, ni el comercio ni el islam desaparecieron en las regiones cercanas. Siglos más tarde, la figura de Amir Timur (mal llamado “Tamerlán”) puso a Samarqanda en la vitrina del mundo.

3. Uzbekistán como epicentro del esplendor arquitectónico y científico islámico

El legado del icónico Amir Timur (1336-1405) a menudo se reduce a campañas militares y expansión territorial. Sin embargo, su corte patrocinó obras espléndidas en las que el azul turquesa y las cúpulas fueron parte de los rasgos característicos. Entre el patrimonio material de esta índole se encuentran su mausoleo Gur-e Amir y la mezquita Bibi Janum; la impactante necrópolis de Shah-i-Zinda y su hogar ancestral Shahrisabz.

Además, el arte timúrida, como se le conocerá a esta tradición en años posteriores, aportó a la humanidad la icónica plaza de Registán, con sus tres medersas o madrasas. Finalmente, Ulug Beg (1394-1449), nieto de Amir Timur, construyó el observatorio astronómico que revolucionó la época “medieval”.Además, Uzbekistán, como territorio, fue hogar de otros eruditos y científicos musulmanes de renombre.

La ciudad de Bujara fue el epicentro del desarrollo del conocimiento islámico, con figuras como el imam al-Bujari, uno de los compiladores más importantes de narraciones del profeta Mujámmad; Bahauddin Naqshband, tal vez el maestro sufí más importante de Asia Central; y al-Biruni, astrónomo, historiador, poeta, filósofo y geógrafo, entre otras disciplinas.

Otras figuras de enorme reputación en el plano del conocimiento incluyen a al-Tirmidi como gran compilador de narraciones; el jurista y teólogo al-Maturidi, de Samarqanda; al-Farabi, el gran filósofo y también polímata llamado el “Segundo Maestro” después de Aristóteles; y, por último, pero no menos importante, el legado del pensador al-Jawarizmi, de quien el público colombiano recuerda con emoción su aparición en la icónica portada de la obra de Baldor, considerado como el padre del álgebra. Resulta llamativo que todo este legado esbozado sea desconocido.

Algunos autores consideran que parte del desconocimiento entre el público latinoamericano deriva del hecho de que solo a partir del colapso de la Unión Soviética estas repúblicas “aparecieron” en la escena internacional, aunque de manera superficial.

4. Un pasado (pero muy presente) soviético

El legado ruso y soviético en Uzbekistán permanece ambivalente entre la mayoría de su población. La llegada de la Rusia zarista en el siglo XIX incorporó a los tres janatos de Bujara, Jiva y Kokand, y convirtió en protectorado a la llamada región del Turquestán.

Parte de las explicaciones a este suceso se encuentran en el colonialismo global de varias potencias de la época. Además, el contexto del “Gran Juego” es fundamental, así como el mercado del algodón, especialmente a partir de 1884. El inconformismo de la población local se pudo evidenciar antes y posterior a la caída de la Rusia zarista. Por ejemplo, la denominada Revuelta de 1916, en Transoxiana —mayoritariamente por campesinos—, sentó las bases para un anhelo mayor de resistencia durante la Revuelta basmachi o qorbashi contra la presencia bolchevique en 1918. Ambas fueron aplastadas. En 1924 ocurrió una reconfiguración de la geografía política, donde se aplicó el concepto de nación.

En ese sentido se “creó” Uzbekistán como república y mantuvo el nombre de República Socialista Soviética hasta 1991. El valle de Ferganá y el algodón fueron fundamentales en todo este periodo.La idea de lo musulmán y lo soviético tardó en conciliarse. Por ejemplo, el periodo estalinista de 1927 es uno de los más oscuros debido a la represión estatal y social en contra de la religión islámica.

Entre las medidas de profundo impacto se encuentran: cierre de mezquitas, prohibición de educación y cortes islámicas, así como persecución a profesores. Sin embargo, el islam no desapareció y mantuvo su influencia cultural. Otro suceso que afectó profundamente a Uzbekistán fue el impacto de la colectivización en la década de 1930.Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, los uzbekos fueron partícipes de la batalla antifascista.

Por ello, en la ciudad de Tashkent se encuentra el Monumento de la Madre del Sufrimiento o Madre Afligida. Cerca de 1,5 millones de uzbekos participaron de este conflicto y alrededor de 400 000 murieron en combate, así como varios fueron condecorados. Con los años venideros, los uzbekos, particularmente las élites, ascendieron progresivamente ocupando cargos públicos.El legado soviético es, sin duda, ambivalente, pues, a pesar de aportar industrialización, infraestructura, alfabetización, educación y salud, ello contrasta con varios episodios de colonialismo, represión y desastres ambientales. Tras varios factores que explican el fin de la Unión Soviética, Islom Karimov declaró la independencia en 1991 y se convirtió en el primer presidente de Uzbekistán (hasta 2016). Rusia y Uzbekistán hoy poseen buenas relaciones.

5. Uzbekistán del siglo XXI

El país hoy cuenta con una relativa estabilidad política, siendo Shavkat Mirziyoyev el actual presidente. El algodón sigue teniendo un papel importante en la economía nacional, pero también el gas y la producción de oro y uranio.

Como sucedió durante siglos, el territorio de Uzbekistán hoy hace parte del proyecto chino de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, continuando con su papel protagónico en los corredores económicos fundamentales y creando puentes culturales. En el plano diplomático, posee relaciones con los principales polos de poder, como Estados Unidos, pero en años recientes crece un vínculo especial con Türkiye bajo la dinámica de la unión de los pueblos túrquicos.Uzbekistán posee un verdadero crisol religioso y cultural.

La identidad como pueblo túrquico es fuerte, pero además festividades nacionales como el Noruz (año nuevo iraní), de origen preislámico, se fusionan con la identidad del islam uzbeko, una faceta que articula el concepto de nación al recuperar su pasado glorioso para edificar un nuevo discurso, que para nada simboliza un activismo “islámico” a nivel político. Además, la importancia de la comunidad ruso-ortodoxa, junto a la presencia judía y la cultura rusa, son componentes importantes. Lejos de ser un lugar aislado, anclado en el pasado, Uzbekistán es un país clave en la historia del mundo que goza de una rica identidad nacional.

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Por Felipe Medina Gutiérrez

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