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Luego de la incursión armada de un grupo guerrillero respaldado por Ruanda en una ciudad de República Democrática del Congo, se conoció que cientos de mujeres fueron violadas y quemadas vivas. Según una funcionaria de Naciones Unidas, la acción violenta se presentó durante la fuga masiva que ocurrió en la cárcel Munzenze, en Goma. Ella, citada por The Guardian, aseguró que mientras los reclusos hombres escaparon, el ala donde estaban las mujeres fue incendiada.
No se saben muchos detalles de lo sucedido, pero hay imágenes que muestran humo negro saliendo de la instalación carcelaria luego de que los rebeldes del grupo Movimiento 23 de marzo (M23), respaldado por Ruanda, ingresaron a la ciudad. Vivian van de Perre, jefa de la fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU en Goma, le aseguró al diario británico que “hubo una importante fuga carcelaria de 4.000 presos. En esa prisión también había cientos de mujeres. Las violaron a todas y luego prendieron fuego. Ellas murieron”.
La ciudad, donde viven cerca de un millón de personas, está completamente sitiada por el grupo y, en medio de ello, la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU ha advertido que la violencia sexual se está usando como arma de guerra en este país africano.
La toma de la ciudad de Goma es un hito en el conflicto que lleva activo unos 30 años. Además del desplazamiento forzado que ha provocado en la región, la ofensiva del grupo se ha hecho con el control de zonas ricas en coltán. Si bien la ONU estima que hay unos 900 fallecidos, el Gobierno de la República Democrática del Congo aseguró que “hay más de 2.000 cadáveres por enterrar”, sin contar los que debe haber en fosas comunes.
Hace una semana se reanudaron los enfrentamientos entre la guerrilla y el Ejército congoleño en el este del país, y aunque desde el martes el grupo empezó un alto al fuego, el caos todavía es evidente. Générose Musavuli, que tuvo que huir a Ruanda, le contó al diario español El País que, además de las heridas físicas, el trauma psicológico es grande: “Ni siquiera tenemos el valor de hablar de la situación que hemos vivido (...). Los sonidos de fuertes golpes y balas siguen nublando mis oídos”.
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