La incautación de un barco petrolero marca un punto de inflexión en la presión de Estados Unidos sobre Venezuela. Al menos así lo creen distintos analistas, que ven el salto de una campaña antinarcóticos a una coerción militar directa contra el régimen de Nicolás Maduro y la actividad económica que lo sostiene.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
El miércoles, Estados Unidos informó sobre la interceptación y la confiscación del barco en cuestión frente a las costas de Venezuela. Según el presidente Donald Trump, se trata del petrolero más grande jamás incautado, mientras que su fiscal general, Pam Bondi, detalló que se trata de una embarcación sancionada “debido a su participación en una red ilícita de transporte de petróleo que apoya a organizaciones terroristas extranjeras”.
Este jueves, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, adelantó que la embarcación será llevada a un puerto de Estados Unidos, mientras que el petróleo será confiscado.
Información revelada por medios como The New York Times y CNN apunta a que el barco, identificado como Skipper, se dirigía hacia Cuba con más de un millón de barriles de crudo (prácticamente la producción de un día entero en el país), había zarpado desde el estado de Anzoátegui entre el 4 y 5 de diciembre, y tenía bandera falsa ―de Guyana―.
En la incautación, que Venezuela calificó como un “robo” y un “acto de piratería”, participaron efectivos militares a bordo de dos helicópteros que habrían despegado desde el USS Gerald Ford, el mayor portaaviones del mundo, desplegado por Estados Unidos en el Caribe en el marco de la que justifica como una lucha contra el narcotráfico. En el marco de dicha campaña, ha bombardeado 22 supuestas narcolanchas y matado a casi 90 personas, lo que distintas organizaciones califican como ejecuciones extrajudiciales.
La incautación “abre una nueva dimensión en lo que se está definiendo como la presión del gobierno de Estados Unidos sobre la administración de Nicolás Maduro”, reitera Antonio De Lisio, profesor universitario, geógrafo y doctor en Ciencia de la Universidad Central de Venezuela. “Ya no se trata de las acusaciones que tienen que ver con un tráfico de droga, sino efectivamente del elemento fundamental en lo que la economía formal venezolana reporta, que es la exportación de petróleo”.
Para Dorian Kantor, analista de seguridad internacional y director de Kantor Consulting, lo visto el miércoles “transforma lo que antes se describía como una misión antinarcóticos en un instrumento militar de coerción directa contra Maduro”.
Skipper, según información citada por medios como The New York Times y BBC, es el mismo barco antes conocido como Adisa y ha actuado como buque fantasma tratando de ocultar su ubicación al emitir datos falsos.
De acuerdo con De Lisio, “más del 80 % del petróleo venezolano se está haciendo alrededor o utilizando estos llamados buques fantasma”. Apunta a información de TankerTrackers según la cual “hay alrededor de 80 buques cargueros de petróleo esperando petróleo venezolano en los distintos puertos donde opera PDVSA. De esos, alrededor de 30 son buques que están considerados como fantasma, como es el caso efectivamente del Skipper”.
Al atacar los barcos que “hacen posibles estas exportaciones ―a menudo embarcaciones con transponders apagados, localizaciones ‘spoofed’ y registro fraudulento―, Washington aumenta los costos y riesgos para la flota paralela que mueve el petróleo venezolano en la sombra”, analiza Kantor, por su parte. “Si estas incautaciones se vuelven sistemáticas, podrían disuadir a los operadores clandestinos que mantienen viva la economía de Maduro”, añade.
No obstante, señala que el régimen ya ha sobrevivido a todo tipo de sanciones. “Como advierten especialistas, un golpe financiero significativo requeriría un bloqueo casi total de exportaciones, y este no lo es”, concluye sobre la dimensión económica del asunto.
En todo caso, se trata de un nuevo nivel en la escalada. De acuerdo con el medio neoyorkino, la incautación se hizo atendiendo la orden de un juez. Pero incluso si fue así, “si se basó en sanciones relacionadas con redes ilícitas vinculadas a Irán, Hezbolá o la Guardia Revolucionaria ―como sugiere el historial del barco, anteriormente sancionado bajo el nombre Adisa por OFAC―, entonces Estados Unidos está aplicando extraterritorialmente su régimen de sanciones para justificar la captura de un buque extranjero en alta mar”, apunta Kantor.
De Lisio subraya, finalmente, que el destino del petróleo fuera Cuba, el principal aliado ideológico que tiene Venezuela. Así, no solo Caracas sale afectada, sino también la isla, que atraviesa por una grave y profunda crisis energética que, en algo, logra paliarse con el crudo venezolano. “Sin lugar a duda, se trata de una intensificación que la administración de Donald Trump está haciendo y metiéndole más presión a Venezuela”, remata el docente.
Entretanto, se escuchan llamados como el del secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien, según su portavoz, está “preocupado” por la incautación y pidió que se evite cualquier acción que pueda “desestabilizar” a Venezuela o la región.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
El Espectador, comprometido con ofrecer la mejor experiencia a sus lectores, ha forjado una alianza estratégica con The New York Times con el 30 % de descuento.
Este plan ofrece una experiencia informativa completa, combinando el mejor periodismo colombiano con la cobertura internacional de The New York Times. No pierda la oportunidad de acceder a todos estos beneficios y más. ¡Suscríbase aquí al plan superprémium de El Espectador hoy y viva el periodismo desde una perspectiva global!
📧 📬 🌍 Si le interesa recibir un resumen semanal de las noticias y análisis de la sección Internacional de El Espectador, puede ingresar a nuestro portafolio de newsletters, buscar “No es el fin del mundo” e inscribirse a nuestro boletín. Si desea contactar al equipo, puede hacerlo escribiendo a mmedina@elespectador.com
