El Magazín Cultural

Lo extraño de extrañar (Tintas en la crisis)

Me di cuenta de que no puedo escribir un diario en el sentido estricto de la palabra, al terminar el cuarto día de escritura comenzaron a dolerme las muñecas y ahora siento corrientazos hasta el codo.

Natalia Méndez Sarmiento / @cuentosdemochila
29 de marzo de 2020 - 08:55 p. m.
Cortesía
Cortesía

Día 5

Me parece bastante inconveniente tener síndrome del túnel carpiano en plena crisis por el coronavirus. Así que, aunque mencioné que este es el quinto día, debe ser el octavo en cuarentena, no recuerdo bien. Ya me dan igual los miércoles que los domingos, los días y el tiempo comienzan a disolverse tal cual sucede al viajar.

Los síntomas de entumecimiento no se han dado solo por la escritura, también porque han sido días en los que he chateado mucho más, no me he despegado de las redes sociales - me siento acompañada y acompañando -, y me aferro al trabajo de diseño que me queda para salvarme económicamente por lo menos hasta julio. Para todo uso el teclado y ya el pulgar se me está engatillando.

Si está interesado en leer otra entrada de esta serie, ingrese acá: Vivo en una burbuja letal (Tintas en la crisis)

¿Qué extrañan ahora? 

Hace 10 días yo extrañaba los días como hoy: esos en los que puedes abrir los ojos a la hora que te dé la gana, desayunar en la cama, caminar descalza por la alfombra de la casa, abrir la nevera y comer un yogurt, luego una tajada de queso y en la tarde una cerveza. Días sin reloj, días para vivir porque estamos vivos, sin pensar y sin proyectar.

Hoy, por el contrario, extraño el sonido del despertador a las 6 de la mañana para ver adormilada la luz del amanecer. Extraño los desayunos antes del trabajo, por alguna razón los hacía mucho más abundantes que los de los últimos ocho días. Extraño el paso del tiempo, ahora siento que cada día no tiene ni principio ni final. Y también extraño las cosas que por costumbre pensé que jamás iba a extrañar.

Es raro, debería escribir que es extraño por "lo extraño de extrañar" pero la palabra está perdiendo sentido. ¿Han jugado con las palabras en su cerebro?, repitan muchas veces una palabra, la que sea, hasta que su cerebro ya no procese el significado. A veces, de esta aparente tontada brota una carcajada, pues el lenguaje se deforma y resultamos pensando en un sonido y no en una palabra.

Si está interesado en leer otro texto de esta serie, ingrese acá: Respirar y agradecer (Tintas en la crisis)

No solo deformo las palabras, a veces me da por preguntar: ¿quién dijo que el pasto es verde? es decir, ¿por qué se le dice verde al verde en cambio de decirle rojo? Solía hacerle esa pregunta a mi mamá hasta desesperarla, y no crean que estoy hablando de recuerdos con 25 años de antigüedad, todavía cuando estoy aburrida le hago este tipo de preguntas, solo que ahora no trata de contestarlas, solo me ignora.

Retomo. Decía que es raro extrañar lo que queríamos dar por terminado, o incluso extrañar lo que teníamos pero ignorábamos. Por ejemplo, yo ignoraba el mar a cinco cuadras de mi casa, así como el viento en la cara cuando iba al trabajo en bicicleta. También ignoraba el privilegio de tener dos trabajos y aún así tener tiempo libre, ignoraba el clima fresco de la mañana, la felicidad de los momentos de soledad en casa, las estanterías de los mercados llenas, e ignoraba absolutamente la libertad, pues la daba por sentada.

Cuando este encierro mundial termine y retome la rutina que ahora extraño, probablemente sentiré nostalgia por este presente. Ahora me comunico más, me preocupo por mí bienestar físico y mental y llamo más seguido a mis papás. En unas semanas - así confío que sea - extrañaré los canales de Venecia limpios, aunque nunca los haya conocido, extrañaré el cielo despejado de smog, el sonido de las aves al cantar, el silencio de la calle y el tiempo para disfrutarme sin prisa. Somos seres en un ciclo eterno de insatisfacción. Digo "somos", porque lo más probable es que algunos de ustedes se estén sintiendo identificados con lo extraño de extrañar.

¿Y qué tal si aprovechamos este y todos los presentes?, es decir, ¿qué tal si aprovechamos cada instante de la vida para dejar de extrañar? No me atrevo a decir que disfrutemos este momento, sé que hay angustia, yo he sentido zozobra, le he tenido miedo a la muerte, me aterra la crisis económica y me da pavor no poder regresar a mi país, pero intento darle la vuelta y entrar en la zona de luz.

En cambio de extrañar lo que se fue, les propongo que lo valoremos, así, cuando todo esto termine, podremos gozar de lo que siempre dimos por hecho.

www.cuentosdemochila.com
 

Por Natalia Méndez Sarmiento / @cuentosdemochila

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar