El productor de este EP es Bourbon, aquel dócil y a la vez agresivo compañero de tardes en una ajetreada zona de Quinta Camacho. Pero ¿quién es el intérprete? Pues bueno, es Colo Coffee. Una renovada propuesta, que evoca un cálido encuentro con la chimenea en un día frío gracias al manto de madera que cubre su bella y estética presentación.
La segunda pista de este álbum cafetero, la compone el cliente. Se torna inmarcesible el timbre en el oído y el palpitar del paladar, cuando sin atravesar la entrada, reposan sobre un stand tres integrantes de la banda.
Puede leer: El curioso caso de la flor del café
En la batería: el ancestro. Líder innato por su roce con el pasado, el mayor del grupo y quien transmite las bases sin importar su tamaño. Una caricia del catúrra, nuestro typica, y claro, el bourbon. En la guitarra: el diverso . El indudable poder del trópico, con notas dulces, acarameladas, mientras el riff es amplificado por un Dripper V60. En los teclados: el contemporáneo. Simplemente, innovador.
Pero ojo, porque su arte no solamente está en su discografía para llevar a casa, ¡Recuerden que aún no hemos entrado! Al cruzar el cristal, está el escenario: una tarima con todos los instrumentos que desearía cualquier artista antes de partir de gira. Maquinaria de última generación para la extracción de sus espressos, aeropress, prensa francesa, V60, Syphon, Chemex, que dan un recital sobre las tablas, mientras el espectador observa desde la barra.
Puede leer: El día que la historia se hizo café
Para finalizar, hablemos del director de orquesta: su atrevida e imponente San Franciscan Roaster, quien toma la batuta y se encarga de dictar a la banda lo que quiere transmitirle al cliente. Un toque final para una obra que sin duda alguna llenó un vano enorme en la zona T capitalina.
Afinados, excelente presentación en vivo, puntuales y sin ahorrar una gota de esfuerzo en cada salida al escenario. Así que si algún día quiero salir de mi tocadiscos, sin duda alguna iré a verlos nuevamente.