El temple de la conducta humana se forja siendo hincha de un equipo perdedor.
Adolfo Bioy Casares
Cito el epígrafe porque hay unos apartados que están dedicados a los arqueros suicidas, a Andrés Escobar y su muerte insulsa y, bueno, es un disfrute para quienes gozamos con la lectura que con-funde el fútbol con la vida.
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A veces llegan libros dulces, ingenuos, oscuros, rebeldes, aterradores, humanos, simples, lujuriosos, abundantes. Veamos algunos: Fútbol, goles y girasoles, de Jairo Aníbal Niño; De pies a cabeza, compilado por Agustín J. Valle y Juan Manuel Sodo; Memorias del Míster Peregrino Fernández y otros relatos de fútbol, de Osvaldo Soriano. Y entre lectura y lectura se topa uno con libros ajados, olorosos, buscapleitos, empastados, incómodos, con letras pequeñas, grandes, con fe de erratas, con agujeros de polillismo insaciable y con ilustraciones.
Buscar estos libros de fútbol y literatura se ha convertido en una obsesión porque vivir entre ellos es conversar con otras voces, masculinas y femeninas, sobre esta temática específica. Es una polifonía de buenos y de malos encuentros que aluden al arco-casa, gol-alma, penalti-flechazo, amor-soledad, tristeza-derrota, grada-solidaridad, narración-chanfle, goleada-silencio. A veces llegan libros que alimentan el espíritu de jugadores y lectores porque aporrean como Una vida demasiado corta, de Ronald Reng. Un libro escrito para hacerle un homenaje a Robert Enke, el portero alemán que sería titular de su selección en África 2010 y que se suicidó, a la manera de Ana Karenina, durante un episodio de depresión severa por la muerte de su hija Lara, con apenas dos años de nacida.
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A veces llegan libros que nunca se leerán, pero de los que se habla obligatoriamente para quedar bien con todo el mundo. Se trata de los clásicos que se “deben leer”, pero que difícilmente se leen. A veces llegan libros que se salvan en la última línea: una onomatopeya, una metáfora o un buen chiste, de resto son verdaderas obras de arte para el concurso del mayor bostezo literario. A veces llegan libros que no se esperan, pero llegan: Los Nobel del fútbol, de Jorge Omar Pérez, ha sido un descubrimiento porque alude a esta relación que he venido buscando entre fútbol y literatura.
Una antología de autores que escribieron sobre fútbol: Günter Grass, Kenzaburo Oé, Camilo José Cela, Naguib Mahfouz, Vladimir Nabókov, Rafael Alberti, entre otros. Un descubrimiento que me alienta a mantener esta línea afectiva que he emprendido con mis estudiantes de Fútbol y Literatura de la Universidad Pontificia Bolivariana. Para terminar esta lista de libros, me acaba de llegar No era fútbol, era fraude, de Fernando Araújo Vélez. A veces llegan libros que desbaratan el alma porque producen risas y llantos al mismo tiempo…son como la vida y como la muerte.