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El Ecuador que recibirá el nuevo presidente

Ecuador eligió a su próximo presidente en una jornada inédita este domingo. Estos son los retos que enfrenta el ganador: un país sumido en la crisis económica y social, tras un gobierno calificado como “el más malo de los últimos años”.

12 de abril de 2021 - 01:52 a. m.
A pesar del aumento de contagios de covid, los ecuatorianos acudieron masivamente a votar este domingo.  / AFP
A pesar del aumento de contagios de covid, los ecuatorianos acudieron masivamente a votar este domingo. / AFP
Foto: AFP - CRISTINA VEGA RHOR

Ecuador eligió este domingo a su nuevo presidente. Una contienda que terminó enmarcada entre dos extremos: el socialismo y la juventud de Andrés Arauz (36 años) versus la derecha conservadora y el tercer intento de gobernar el país de Guillermo Lasso (65 años). Los primeros resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE) ponían a Lasso a la cabeza con el 54,64% de los votos.

El ganador encontrará un país sumido en una profunda crisis y no solo por la pandemia, que agravó la economía y el sistema sanitario, sino por la corrupción que Lenín Moreno prometió acabar, pero que terminó creciendo durante su mandato, que comenzó el 24 de mayo de 2017.

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El balance de la gestión de Moreno es cuestionable. De acuerdo con la prensa, el presidente sale con la más baja aprobación en años: la última encuesta señala que el 73 % de los ecuatorianos rechaza su trabajo, pero lo más grave, menos del 10 % aún lo respalda. Andrés Mideros, doctor en Economía y decano de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, señala, en una columna publicada en Primicias, que el legado de Moreno es “crisis institucional y abuso de poder”. Recuerda el experto cómo el presidente derogó un decreto que reducía su sueldo, el de la vicepresidenta y el de los ministros, mientras que todavía se debate si reducir la jornada y el salario a los trabajadores, una propuesta del gobierno. Y qué decir de la corrupción rampante de los funcionarios de su administración: durante la pandemia se descubrieron sobrecostos en todos los insumos médicos.

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A esto se le suma su pésima gestión económica: antes de la pandemia el país decreció casi un 3 %. El año pasado, ese número subió al 7,8 % y la deuda pública alcanzó el 63 % del PIB. En su último informe de gestión, Moreno dejó estas perlas: “Encontramos un Ecuador quebrado por diez años de despilfarro y corrupción”, una explicación que le funcionó los primeros años de gobierno, pero que hoy solo atizan la rabia de los ciudadanos. Hay indignación con el gobernante, que prometió una administración transparente y sin politiquería, pero terminó siendo una para olvidar. Eduardo Veras, escritor ecuatoriano, resume la presidencia de Moreno en una frase: “Ha sido la cabeza de la peor gestión reciente de Ecuador, y vaya que hemos tenido malas”.

El futuro presidente no gozará de mayoría absoluta en el Congreso y tendrá que negociar con Pachakutik, el partido indígena que quedó segundo en las legislativas celebradas en febrero, por detrás de la Unión por la Esperanza (UNES), el movimiento de Arauz. Creando Oportunidades (CREO), la fuerza de Lasso, tendrá una representación mínima.

“Hay crisis económica, sanitaria y de gobernanza en este momento (...) el panorama completamente dividido, bien difuso”, apunta Wendy Reyes, consultora política y catedrática de la Universidad de Washington.

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La periodista Sol Borja, editora política del portal GK, explica que “Ecuador está en una situación difícil, como todos los países durante la pandemia, con un manejo deplorable del virus y escándalos alrededor de la vacunación. El nuevo gobernante deberá ocuparse rápidamente de ese tema, resolver la situación económica y tendrá que dar una respuesta política a la polarización tan grave que vive el país”.

La huella de la pandemia

Ecuador sumó 1.940 nuevos contagios, para acumular 346.817 casos durante la pandemia; se registran 4.923 “fallecidos probables” con el mal, para un total de 17.293 defunciones desde que se empezó a registrar la pandemia en el país, a principios de 2020.

Y mientras los contagios se disparan, las denuncias por corrupción en el plan de vacunación, que comenzó el 21 de enero, no terminan. La semana pasada, Lenín Moreno destituyó al cuarto ministro de Salud en dos meses.

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Mauro Falconí asumió la cartera de Salud luego de que renunciara Rodolfo Farfán, en medio de un escándalo por la aplicación de vacunas anticovid a personas que no pertenecían a grupos prioritarios. A ellos les antecedió Juan Carlos Zevallos, quien viajó a Estados Unidos al dimitir el 26 de febrero, luego de reconocer que su madre y varios de sus familiares fueron vacunados con las primeras dosis recibidas por Ecuador.

Según el plan del gobierno, la vacunación debía empezar por el personal médico de primera línea y de centros geriátricos. Sin embargo, se conoció que académicos, veteranos políticos, periodistas y dirigentes deportivos fueron tomados en cuenta para la inmunización. La Fiscalía ecuatoriana inició una indagación por el supuesto tráfico de influencias para las inmunizaciones.

“Estamos en una crisis total”, manifestó a la AFP Johnny Changoluisa, un empleado privado de cuarenta años que votó en un colegio del sur de Quito, y agregó que “la clase media y baja están hechas pedazos” por la falta de empleo.

La gran sorpresa de la jornada fue el voto nulo sin precedentes. Cuando iba escrutado el 38% de los votos, se contabilizaba el 17% delvoto nulo, un porcentaje inédito en el país, que responde al factor Yaku Pérez, el candidato indígena derrotado en la primera vuelta por poco margen. “Esta vez el voto de castigo podría dar una gran sorpresa en las urnas”, anticipó Sol Borja.

El castigo, por lo pronto, parece caer sobre la población, que permanece escéptica frente al gobernante que surja en las urnas. “Este domingo no votamos por quién nos saque de donde estamos sino por cómo queremos padecer los próximos años. Todos tendremos que aceptar que debemos sacrificar algo”, concluye el escritor de ese país Eduardo Veras.

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