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Ni dioses ni héroes

Oscar Guardiola-Rivera
03 de marzo de 2021 - 05:01 a. m.

El próximo seis de marzo se cumple un aniversario mas del nacimiento de Gabriel García Márquez. Alguien podría decirnos que poco o nada nuevo cabe decir acerca del escritor colombiano.

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Foto: Opinión

De una parte, la hipérbole de los lenguajes del dominio y la simulación característicos de nuestras sociedades del espectáculo le habrían condenado al peor de los destinos: la celebridad, la banalidad del culto nacional a la personalidad simulada que como tal puede ser reducida a mero objeto de consumo en los espacios cerrados de la cultura y la industria literaria. De la otra, su ascensión al estatuto de ‘nuestro Homero’ contrastaría con el vargasllosismo que domina, este sí, entre las generaciones mas recientes de escritores latinoamericanos e hispanistas.

A diferencia del primero, pro-cubano e izquierdista, este último seria mas políticamente correcto, también Nobel y a tono con los tiempos: ultraliberal o libertario, ejemplar instancia del paradigma de la desilusión, un enemigo de los ‘enemigos de la sociedad abierta,’ intelectual orgánico de El País de España y la revista Hola. Además, está vivo. Gerald Martin habría dicho todo lo que se puede decir de Gabriel García Márquez en su excelente biografía. Aun esperamos su biografía de Vargas Llosa. Así las cosas, ¿qué mas decir de García Márquez? Nada. Poca cosa. Por ejemplo, cabría preguntar si la plaga en curso permite leer en forma diferente a García Márquez.

Hay quienes han leído en su ‘me parece haber respirado en la primera bocanada del aire que hierve sobre el muerto, toda esa materia de fatalidad que ha destruido a Macondo’ el registro de la poética y la filosofía de la tragedia. De La Hojarasca a Edipo Alcalde y Cien Años de Soledad, de Faulkner a Sófocles, García Márquez habría leído la guerra permanente de Colombia en términos de la tragedia griega.

Así, en la plaga se manifestaría el sino trágico del héroe convertido en tirano. Ese animal mitológico inventado en las Américas. Sin embargo, nuestra experiencia vivida de la plaga ha manifestado no tanto a héroes o tiranos. Antes bien, que estamos en manos de burócratas incompetentes y celebridades de reality TV sin nada que decir.

Sin ideas, elevadas por likes, tuiteos e imágenes duck-face repetidas una y otra vez en las pantallas. Ni ellos ni nosotros aprendemos de la historia repetida o la catástrofe. Sabemos, pero nos negamos a comprender. Ni anagnórisis ni catarsis. Ni revelación redentora, ni purga de las emociones negativas en la escena o la confesión. ¿Cómo leer entonces a García Márquez hoy? Para comenzar, la historia no se repite, y no necesariamente aprendemos de ella. No bastan ni la confesión del tirano, o su ausencia, y no es la fatalidad sino algo mucho mas modesto y material lo que ha destruido a Macondo. Y está en nosotros cambiarlo. No cabe esperar ni a dioses ni a héroes.

Le recomendamos: ‘El rastro de Gabriel García Márquez en El Espectador’

 

Ivan(68911)04 de marzo de 2021 - 12:20 a. m.
No creo que sea algo mucho más modesto y material lo que ha destruido a Macondo. Tampoco si Gabo lee la guerra en términos de tragedia. Una democracia totalitaria como usted la plantea, un terrorismo de Estado, es algo muy complejo y enraizado. Prefiero Gabo concibiendo a la Misión de Sabio posibilitando el hallazgo de la identidad nacional, que integre la ciencia y las artes a la canasta familiar
Alberto(3788)03 de marzo de 2021 - 09:31 p. m.
Excelente análisis, acertado.
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