Jalifa Haftar, el mariscal que tiene en vilo a Libia

Un veterano exmilitar, que fue visto como un "hijo" por Muamar el Gadafi, y que luego lo traicionó, es ahora también el hombre que ha vuelto a poner a Libia al borde de una guerra civil entre las dos fuerzas que se disputan el poder.

redacción internacional
10 de abril de 2019 - 12:39 p. m.
Esta foto tomada el 7 de mayo de 2018, muestra el hombre fuerte de Libia, Jalifa Haftar, saluda durante un desfile militar en la ciudad oriental de Bengasi. / AFP
Esta foto tomada el 7 de mayo de 2018, muestra el hombre fuerte de Libia, Jalifa Haftar, saluda durante un desfile militar en la ciudad oriental de Bengasi. / AFP

Desde hace varios días los ojos del mundo están pendientes de lo que pueda ocurrir en Libia. Ocho años después de la caída de Muamar Gadafi ha surgido un nuevo caudillo que sueña con gobernar el país con mano dura: el mariscal Jalifa Hafter, un viejo conocido de la política de ese país y que ha estado presente en los momentos claves de la historia de Libia en los últimos 40 años.

A sus 75 años, y tras una vida en la que ha cambiado con frecuencia de bando, este general rudo, de mirada intimidante, lidera un grupo de rebeldes que gobierna el lado este de Libia desde 2014. Este 2019 sus ambiciones se ampliaron más allá de sus territorios, que calculan analistas pueden llegar al 70% del total del país, y anunció, sin temor, que se tomaría Tripoli, la capital, bastión del Gobierno de Unidad Nacional (GNA) de Fayez al Sarra, autoridad reconocida por la ONU y único obstáculo para hacerse con el control total de Libia.

Haftar, que ha sido apoyado por Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Egipto, considera que la toma de la capital por sus fuerzas era imprescindible para el fin de la crisis en el país, que se extiende desde 2011, cuando Gadafi fue derrocado, y cuya consecuencia es el vacío de poder que hoy tiene dos polos enfrentados: el GNA y su Ejército Nacional Libio (ENL).

Puede leer: ​Libia tiene dos gobiernos y todos están dispuestos a matarse

Nacido en Ajdabiya, en la provincia oriental de la Cirenaica, Haftar pertenece a la primera generación de jóvenes militares formados tras la independencia de Libia. Junto con su amigo Muamar Gadafi participó en la conspiración para derrocar al rey Idriss en 1969. Desde entonces, se convirtió en uno de los hombres de confianza del Gadafi, quien lo nombró Jefe del Estado Mayor del Ejército.

Pero en los años ochentas vino su divorcio con Gadafi. Mientras comandaba las tropas libias que participaron en la guerra contra Chad, que terminó perdiendo Libia, fue capturado, junto con 700 de sus hombres, y convertido en prisionero de guerra. Haftar fue acusado de traición por haber abandonado el Ejército y haber permitido que sus soldados cayeran prisioneros.

Pasó varios años en las cárceles de Libia y luego, tras una negociación con la CIA en 1990, fue liberado y se exilió en Estados Unidos. Historiadores aseguran que desde entonces y por los próximas dos décadas su único objetivo fue el pensar estrategias para derrocar al líder libio. En 1996, llegó a participar en un intento frustrado de golpe de Estado contra el excéntrico dictador.

Le recomendamos: ​Se recrudecen los combates en Libia

Tras la caída de Gadafi en 2011, durante la primavera árabe, el veterano militar, ya naturalizado estadounidnese, retornó a Libia con la esperanza de ocupar un alto cargo en las nuevas Fuerzas Armadas. Pero no lo consiguió y regresó brevemente a Virginia, Estados Unidos, lugar donde se ubicó tras su exilió décadas atrás.

En 2014, después de dos años en el ostracismo político, y en medio de un clima de aguda tensión interna y regional, Haftar vio una oportunidad para volver a la escena política de su país. Después de las elecciones que se celebraron en Libia, las cuales fueron respaldadas por la ONU, el general apareció en la televisión con un mensaje en el que anunciaba su plan para "salvar a la nación": La Operación Dignidad, una campaña militar contra las milicias yihadistas que dominaban Bengasi, la principal ciudad del este.

En su mensaje, Haftar pidió a los libios que se alzaran contra el parlamento electo, el Congreso Nacional General (GNC), que debía dirigir el curso del país después de la transición. Su anuncio fue visto como un reflejo del sentimiento popular, especialmente en Bengasi, que se había desencantado con el fracaso del GNC y su gobierno para enfrentar a los islamistas. Sin embargo, en Tripoli, todavía era asociado con Gadafi, por lo que seguía siendo resistido por gran parte de la población.

Le puede interesar: En fotos: La tensión escala en Libia ante el miedo de un nuevo conflicto 

Pero con éxito, Hafter recuperó Bengasi y parte de la zona este de Libia y hoy lidera el autoproclamado “Ejército Nacional Libio”, una fuerza integrada por lo que queda del Ejército de Gadafi, varias milicias tribales del este y mercenarios subsaharianos.  Durante los últimos años, el ENL se enfocó en desarticular y expulsar a los yihadistas en Libia, pero una vez consiguió este objetivo quedó expuesto su deseo mayor: el hacerse con el poder completo de su país.

En febrero de este año, el mariscal extendió su influencia sobre las grandes ciudades del sur y de los yacimientos petroleros occidentales de Al Sharara y Al Fil, esenciales para la supervivencia económica y energética de Tripoli, con el objetivo de asfixiar al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA).

Pero el pasado 5 de abril, Haftar dio un paso adelante y ordenó la marcha de su ejército para controlar Tripoli y así hacerse con la capital y bastión del GNA. A pesar de las peticiones para desescalar el conflicto por parte de importantes actores de la comunidad internacional como Antonio Guterres, secretario general de la ONU, y de la Unión Europea y Estados Unidos, Haftar insiste en su ofensiva, que hasta el momento ha dejado más de 100 muertos y asusta al mundo por la inminencia de un conflicto armado en ese país.

"Abandono Libia con inquietud y profundamente preocupado. Aún espero que sea posible evitar un enfrentamiento sangriento en Trípoli y sus alrededores", indicó Antonio Guterres, secretario de la ONU, tras una fallida visita a Libia en la que intentó convencer tanto a Haftar como al GNAa evitar un conflicto armado.

Y mientras tanto, Haftar planea terminar lo que empezó hace años. Así, el mariscal busca cumplir el sueño que tuvo desde que acompañó a Gadafi en 1969 durante su revolución: ser el amo y señor de Libia.

Por redacción internacional

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar