Por qué Moscú jamás se disculpará por el ataque contra su exespía

El desprecio que Vladimir Putin siente por la traición proporciona el antecedente político y emocional de un patrón de comportamiento ruso que, como lo anunció la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, hacía “muy probable” que Moscú fuera responsable del ataque contra Sergei Skripal.

Andrew Higgins - The New York Times
18 de marzo de 2018 - 11:00 p. m.
Cuando le preguntaron en una entrevista qué no perdonaría, Putin dijo sin rodeos: “La traición”. / AFP
Cuando le preguntaron en una entrevista qué no perdonaría, Putin dijo sin rodeos: “La traición”. / AFP

Dirigiéndose a una victoria definitiva en la elección presidencial de este domingo, el presidente Vladimir Putin dejó a un lado brevemente su imagen como zar firme pero misericordioso para aclarar que podría perdonar fechorías de individuos rebeldes, pero “no todo”.

Cuando le preguntaron qué no perdonaría, Putin dijo sin rodeos: “La traición”.

El desprecio despiadado que Putin siente por la traición, exhibido en un nuevo filme hagiográfico lanzado esta semana, proporciona el antecedente político y emocional de un patrón de comportamiento ruso que, como lo anunció el lunes la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, hacía “muy probable” que Moscú fuera responsable del ataque con gas nervioso contra Sergei Skripal y su hija, Yulia, el 4 de marzo en Salisbury, Inglaterra.

En Londres, el ataque contra Skripal, un excoronel del Departamento Central de Inteligencia ruso que el Reino Unido reclutó como espía, fue, en palabras de May, un “acto indiscriminado e incauto” que “puso en riesgo las vidas de civiles inocentes”, mientras provocó que la relación de Rusia con Occidente cayera en un abismo de nuevo.

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El Reino Unido dio seguimiento a esas acusaciones el miércoles: expulsó a 23 diplomáticos rusos y esbozó una serie de medidas que tomaría.

Sin embargo, no hay que esperar disculpas ni un diálogo serio por parte de Moscú. Desde el punto de vista del Kremlin, dijo Mark Galeotti, un experto en Rusia del Instituto de Relaciones Internacionales en Praga, este asunto forma parte de “la narrativa geopolítica central de la encarnación actual del putinismo: Rusia es demasiado formidable y temible como para que la ignoren. Todo se trata de demostrar que Rusia no solo tiene la capacidad de actuar, sino también la voluntad de hacerlo”.

Lejos de dañar a Putin, a unos días de contender en la elección presidencial de Rusia, las acusaciones que el Reino Unido lanzó a Moscú solo refuerzan la postura de Putin acerca de que Rusia es una fortaleza asediada bajo amenazas constantes de enemigos dentro y fuera de sus fronteras.

Aunque negó rotundamente cualquier participación en el ataque, el Kremlin ha añadido el episodio a un régimen diario de noticias en los medios noticiosos del Estado que exhiben lo que Putin, en un informe de gobierno reciente en Moscú, describió como el poder invencible de Rusia y su prontitud para contratacar a los enemigos dondequiera que estén.

Al igual que los nuevos sistemas de misiles develados por Putin en ese discurso, el ataque contra Skripal solo se ha sumado al prestigio del presidente, por lo menos entre sus simpatizantes en casa, como defensor intrépido del país dispuesto a hacer cualquier cosa, sin importar el riesgo, para consolidar el estatus de Rusia como una gran potencia a la cual temerle.

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En vez de doblegarse ante la explicación que exige el Reino Unido acerca de cómo un gas nervioso militar hecho en Rusia terminó en Salisbury, Moscú optó por la ofensiva. El ministro de asuntos exteriores Serguéi Lavrov rechazó el martes las acusaciones del Reino Unido y las tachó de “absurdas”, además de exigir que les entregaran el gas nervioso utilizado contra Skripal y su hija. Agregó que hasta ahora Rusia “había recibido una respuesta incoherente, lo equivalente a un rechazo de nuestras exigencias legítimas”.

Así como el Reino Unido lo hizo previamente con el embajador de Rusia en Londres, el Kremlin llamó el martes al embajador británico en Moscú para pedirle una explicación.

Vladislav Inozemtsev, un académico en materia de Rusia que actualmente trabaja en el Instituto Polaco de Estudios Avanzados en Varsovia, dijo que el episodio del gas nervioso demostró que “hablar con Putin se ha hecho absurdo”. El presidente ruso y sus funcionarios de alto rango, dijo, “jamás asumirían la responsabilidad”, sin importar cuáles fueran los hechos, y solo se regodearían con el sufrimiento de un exespía traicionero —aún inconsciente y en condición grave— mientras culpan al Reino Unido.

“Se aferrarán al supuesto de que los occidentales asesinan a sus agentes cuando ya no los necesitan y después culpan a Rusia”, dijo Inozemtsev.

Rusia bajo el gobierno de Putin, dijo Galeotti, un experto en servicios de seguridad de Rusia, “ha renunciado a ganarse el respeto a través de la influencia diplomática y va tras de lo que llamo ‘el poder oscuro’”.

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Este enfoque, con el que Rusia utiliza todo su poder y después disfruta de la indignación que provoca, agregó Galeotti en una entrevista telefónica, “encaja con los instintos naturales de Putin de que una gran potencia es aquella que causa temor. Es mejor y mucho más fácil ser temido que amado”.

De todas las virtudes que enorgullecen a Putin, ninguna tiene más importancia para el líder ruso —un veterano del sistema de seguridad soviético basado en un culto a la lealtad al Estado— que su compromiso con la idea de que nadie, mucho menos los espías que violan sus juramentos, pueden escapar del castigo por haber traicionado al país.

En declaraciones irónicas en su sitio web y su cuenta de Twitter, la embajada rusa en Londres se refiere al “Caso de Sergei Skripal”, con comillas para insinuar que no creen que ese caso exista en realidad.

Rusia aún no ha abordado de ninguna manera la principal evidencia que señala la participación del país —que el gas nervioso Novichok solo se ha fabricado en Rusia— y en cambio ha propuesto teorías de conspiración que involucran a Ucrania, la venganza británica por las derrotas atléticas del pasado antes del torneo de fútbol de la Copa del Mundo de este año en Rusia y otras explicaciones disparatadas.

Moscú se ha mostrado exasperado de que sus negaciones no se tomen en serio y los usuarios de Twitter se han burlado de la situación incansablemente con una nueva etiqueta #Rusianiega, aunque en el pasado los funcionarios ya han reconocido lo que anteriormente habían negado.

Maria V. Zakharova, la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, se burló de la declaración de May en el Parlamento en Londres y dijo que era un “espectáculo circense”, adoptando un tono irónico y decididamente poco diplomático, algo que está de moda entre los diplomáticos y comentadores rusos.

Sin embargo, en un comentario previo, poco después de que se reveló la noticia del ataque con el gas nervioso, el conductor de las noticias de la tarde en Canal Uno, controlado por el Estado, le dio voz a lo que, bajo el gobierno de Putin, es la opinión del Estado ruso acerca de los traidores.

“No le deseo la muerte a nadie, pero solo con propósitos educativos, le tengo una advertencia a cualquiera que sueñe con una carrera como esa”, les dijo a los espectadores el presentador de noticias Kirill Kleimenov. “La profesión de traidor es una de las más peligrosas del mundo”.

Por Andrew Higgins - The New York Times

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