Karla Cantillo, otra víctima de Levith Rúa, lucha por reconstruir su vida

La joven, de 20 años, habría iniciado sus estudios de psicología este año si en enero no se hubiese topado con el hombre. Las lesiones que le provocó al intentar abusarla, la incapacitaron por cuatro meses y la marcaron de por vida.

Linda Rueda De la Hoz
22 de diciembre de 2017 - 04:53 a. m.
Archivo El Espectador
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Foto: EFE - Cristina Terceiro

Alegre, con la energía que la caracteriza y acicalada, como siempre, Karla Andrea Cantillo Hernández se dispuso a pasar un buen rato con sus amigos, en su natal Ponedera (Atlántico), para celebrar el inicio del 2017, la noche del domingo primero de enero. Puede leer: Expolicía investigado por crimen de estudiante del Sena sería un violador en serie.

Escuchó la advertencia de su madre–“cuídense y no se vengan solas”-, se subió al motocarro junto a sus amigos y partió con rumbo al Cabaña Club, un sitio de baile ubicado en la vía principal del municipio. Puede leer: Así era la vida de Gabriela Romero Cabarcas, víctima de feminicidio en Atlántico.

Música, baile y risas se conjugaban en el lugar. Todo estuvo bien para Cantillo hasta que alguien de otra mesa se acercó y le hizo una pregunta. “¿Me acompañas al baño?”. Cantillo se levantó y siguió a su vecina, con quien hacía tiempo no hablaba. Por qué a mí, es la pregunta que aún se hace Karla y que le hizo a ella luego de que Levith Rúa le hiciera pasar el que sería el peor momento de su vida. Puede leer: Barranquilla protestó para exigir justicia por el feminicidio de Gabriela Romero.

“Yo le preguntaba y ella me decía una cosa y otra. Es decir, decía algo y después retrocedía. Como cuando las cosas no concuerdan”, asegura la mujer de 20 años.

Llegaron al baño y encontraron una larga fila. Que fueran a un lugar enmontado para poder orinar, fue la sugerencia de su vecina. Caminaron hasta el sitio y cuando la chica se disponía a hacerlo, Levith Rúa abordó a Karla Cantillo de manera violenta.

“¿Que estás comiendo que estás tan bonita?”, le dijo a la joven. La reacción de Karla fue pedirle que se identificara, pues no reconocía al hombre.Lea también: Pese a estar prohibido, Fiscalía ha hecho preacuerdos en casos de feminicidios.

En 2011, cuando era policía activo, Levith Rúa fue condenado a 14 años de prisión por violar a una mujer en El Paso (Cesar). “Él se perdió cuando estaba pagando la condena, porque él es del pueblo (Ponedera). Su papá es de aquí”, dijo Cantillo para explicar que ella no tenía conocimiento de su existencia, “hasta el día que sucedieron los hechos”.

El ex policía la tomó del brazo y la llevó a una zona más oscura. Cantillo empezó a forcejear y a pedir auxilio. Entonces, él le propinó varios golpes en la cara.

“Rúa, deja a mi amiga”, gritó la vecina de Cantillo al tiempo que tomó una tabla y lo golpeó. Al ver que el hombre intentó pegarle, decidió ir por ayuda.

Karla Cantillo no sabe a ciencia cierta si su vecina lo conocía desde antes o fue esa misma noche. “Pero sí lo conocía, porque cuando mi mamá llega al establecimiento (después de lo sucedido), mi vecina la llevó a la mesa donde estaba él”. Después, dice, se enteró de que él le estaba dando trago.

La joven, quien para ese tiempo tenía 19 años y la esperanza de iniciar sus estudios de psicología, fue arrastrada, manoseada, agredida verbal y no falta decir que físicamente. El ímpetu de Rúa se hacía mayor conforme ella gritaba y era imposible quitarle el vestido que llevaba puesto.

“Yo me veía en el otro mundo. Ya estaba cansada de forcejear con él. Mi voz se estaba apagando, expresó con voz triste Karla Andrea. Su salvación fue un joven quien se asomó y alumbró con una linterna, espantando a Rúa.

A Levith Rúa le bastaron 72 horas de permiso para visitar a su familia, rumbear, agredir a Karla Cantillo y huir como si nada hubiese sucedido. ¿Cómo se fue del municipio? Las hipótesis indican que algunas personas cercanas lo ayudaron a salir del lugar por la madrugada.  

Él huía y a Karla Andrea la atendían en el puesto de salud. “Me suturaron la mejilla -contó la mujer- y, mientras esperaba la remisión a una clínica, porque tenía partida la mandíbula en tres partes, me llevaron en un carro particular a la Fiscalía de Sabanagrande a poner la denuncia, y a Medicina Legal en Barranquilla”.

En la clínica El Prado, en la capital del Atlántico, la intervinieron y les permitieron a dos familiares tenerla a su cuidado, pues sufría crisis fuertes. Crisis que aún vive, aunque con menor frecuencia.

“Se desencadenan, por ejemplo, cuando estoy sentada en un lugar y recuerdo los hechos. Empiezo a gritar como loca, a llorar”, describió Cantillo, quien a raíz de esas situaciones ya no sale como antes lo hacía.

Su madre es quien la tranquiliza. Ella y Sheyla Pacheco, su amiga de 15 años, quien fue un apoyo vital durante los cuatro meses que le llevó recuperarse físicamente. “Me ayudaba a peinarme, me daba fortaleza. Me daba la comida, porque yo no podía hacerlo cuando estaba en recuperación”, manifestó agradecida.

La joven asegura que ahora está más calmada. Sin embargo, cuando se enteró de lo sucedido con Gabriela Romero -la víctima mortal de Levith Rúa-, entró en shock y tuvo que ser llevada al hospital.

“La angustia es al ver cuando a mí me pasaba eso, cuando me empezaba a defender. Me pongo a pensar que la niña Gabriela también se defendía de ese monstruo, de ese hombre”, expresó Cantillo. 

Por eso siente rabia, dijo. “Si hubiesen acogido mi caso desde el momento en que puse la denuncia, nada de esto estuviera pasando”. Por qué esperar que muriera una mujer, se pregunta. El sobrevivir a Levith Rúa, Cantillo lo ve como la oportunidad que le dio Dios para ayudar a la familia de Gabriela. Por eso decidió dar el primer paso y hablar, para que las otras víctimas no sientan miedo y denuncien. Para que Rúa “pague todo el daño que ha hecho”, expresó con decisión.

Ahora, con mayor convicción, Karla Cantillo, a quien le gusta bailar, pasar tiempo con sus amigos y jugar futbol, espera reconstruir su vida y formarse como psicóloga. “Hace tiempo lo quería hacer para ayudar a niños, pero cuando me pasó eso, se me metió más en la cabeza. Porque ya tuve una experiencia y conforme a eso me enfoqué más en la carrera”, dijo con voz esperanzada.

Por Linda Rueda De la Hoz

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