El Magazín Cultural

"Artistas pueden estar en la calle, pero no indiscriminadamente": Secretaría de Cultura

Desde el pasado 11 de marzo, la Secretaría de Cultura de Bogotá ejecuta un plan por medio del cual les exige a los artistas que soliciten permisos para trabajar en la calle. En Bogotá hay un decreto que los protege de sanciones, pero el grueso de los agentes de policía aún lo desconoce. Los artistas piden que, antes de regularlos, los escuchen.

Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
18 de abril de 2019 - 05:42 p. m.
Gráfico El Espectador.
Gráfico El Espectador.

En Bogotá, el arte callejero está protegido por el decreto 552 del 26 de septiembre de 2018. Los artistas de la capital no tienen por qué ser retirados, sancionados ni amonestados por desempeñar sus labores en el espacio público.

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A pesar de la orden distrital, el pasado 17 de marzo el escritor William Ospina expuso en su columna De la poesía como delito, publicada por El Espectador, el caso de Jesús Espicasa, un joven poeta que recibió una orden para comparecer ante un inspector de policía por el delito de “tráfico de poemas”, o por lo menos así lo argumentó el agente, que en ese momento le pidió que se retirara por invasión del espacio público.

La policía se ha esforzado en aclarar que ellos no sancionan, que solo imponen órdenes de comparecencia y que el inspector al que se remiten esas órdenes es quien determina si hubo o no una falta que amerite el pago de una multa o alguna sanción. En consecuencia, ningún policía tendría por qué expedir este tipo de órdenes cuando se trata de artistas callejeros. No son invasores, son promotores.

La nueva regulación

“La Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte —SCRD— reconoce el valor del espacio público y su relación con las actividades artísticas como un activo que fortalece la ciudad y genera, con acciones corresponsables, nuevas maneras de disfrutarla”, dice en el Manual de caracterización, regulación y procesos de registro, verificación y autorización que está distribuyendo la Secretaría Distrital de Cultura, una de las herramientas con las que la entidad, junto con el Instituto Distrital para las Artes, actualmente hace la pedagogía de la nueva regulación con que el Distrito espera organizar la presencia de los artistas en tres zonas de la ciudad: La Candelaria, Chapinero y Santa Fe.

La secretaria de Cultura, María Claudia López Sorzano, le contó a este diario cuáles eran los objetivos de este plan y los pasos que de ahora en adelante deberán seguir los artistas que trabajen en estas zonas de la capital.

¿Por qué si en Bogotá hay un decreto que protege a los artistas de sanciones en el espacio público, un agente de policía le dio una orden de comparecencia a un joven poeta y lo retiró de la calle aduciendo que el delito fue “tráfico de poemas”?

Yo no estoy enterada de este caso. No tuvo por qué pasar, porque el decreto dice que el artista puede estar sin que medie permiso. El policía no debió hacer eso.

¿La policía no sabe del decreto?

A la policía la rotan mucho. No están totalmente informados de que el artista sí puede estar ahí y que no tienen por qué amonestarlo. Hay que hacer una pedagogía muy fuerte con la policía. Esta ciudad es muy grande y los artistas están concentrados en lugares turísticos, por eso comenzamos con este proyecto.

¿En qué consiste?

Lo que hicimos fue hacer un piloto para, de manera ordenada, regular el aprovechamiento del espacio público. Eso quiere decir que los artistas pueden estar ahí, pero no indiscriminadamente, porque van a hacer desorden.

¿Cómo lo hicieron?

A partir de las características técnicas de las zonas La Candelaria, Santa Fe y Chapinero, caracterizamos e identificamos las actividades que pasaban de manera natural. Nos interesaron, para comenzar, estas zonas, que son de gran afluencia de público. La Candelaria, por ejemplo, es sin duda el centro histórico más importante del país y por ende el más visitado. Lo que queremos es organizar.

María Claudia López, secretaría de Cultura de Bogotá/ Cortesía 

¿Cómo tendrán que organizarse los artistas en estas zonas?

Definimos los impactos. No todos los artistas en espacio público tienen el mismo impacto. Por eso la cartilla (manual en el que está explicado el plan y que fue repartido a algunos artistas de las zonas ya mencionadas) habla de tres: el bajo, que se refiere a las actividades artísticas que no requieren desplegar elementos en el espacio público, ni amplificadores de sonido para el desarrollo de su práctica; el mediano, que tiene que ver con los que sí despliegan elementos como caballetes, materiales de trabajo o piezas elaboradas in situ, y el alto, que habla de los artistas que usan amplificadores de sonido y requieren de un despliegue de elementos para desarrollarse o deban usar aerosoles.

En la cartilla están las distintas formas en las que hicieron una clasificación de los artistas, pero ¿bajo qué criterios?

En primera instancia es necesario aclarar que en el Manual se caracterizan las actividades artísticas, mas no al artista como individuo. La clasificación que se hace de estas actividades es por nivel de impacto en el espacio público. En cuanto a la caracterización de las actividades, son el resultado de varios estudios hechos desde el año 2013, como los censos realizados por el Observatorio de Culturas, así como los resultados de la “Beca de investigación prácticas artísticas y culturales en el corredor cultural paseo peatonal de la carrera Séptima”, que generaron el Plan Piloto en la carrera Séptima. De igual forma el equipo técnico del Idartes y la SCRD constantemente han realizado observación en campo en los lugares donde históricamente se han desarrollado estas actividades artísticas.

¿Por qué los artesanos no se consideran artistas? En el Manual lo atribuyen a que las artesanías son expresiones culturales tradicionales. ¿Por qué quedan por fuera de la definición?

Las artesanías no hacen parte de esta regulación porque, en términos de aprovechamiento económico, esta actividad hace parte de los mercados temporales, que actualmente son regulados por la Secretaría de Desarrollo Económico. En cuanto a la observación de que la artesanía quedó por fuera de la regulación por ser una expresión cultural tradicional, se aclara que en el marco de esta regulación no está permitida la venta de productos en serie, ni con función utilitaria, que es una de las características primordiales de la artesanía. El tema de que sea una expresión cultural tradicional, está definido en la Ley General de Cultura de 1997, en el artículo 18.

¿Cómo pueden sacar el permiso? ¿Quién identifica su impacto?

Pueden obtenerlo a través de la plataforma del Idartes y en el proceso de inscripción se define su impacto. Es una resolución que le da el permiso para que esté ahí y ejerza su actividad de artista por 45 días. La policía podrá pedirle que se retire si el artista está en estos tramos y no tiene su permiso. Si se ubica en las zonas en las que la regulación no aplica, el policía no podrá decirle nada, ya que esta reglamentación solo es para los tramos mencionados.

¿Hay cupos? ¿Cómo determinaron cuántos y cómo iban a cubrir el total de las personas que ya trabajan ahí?

Son 143 cupos que están divididos por tramos. Se sacaron con base en el nivel de impacto. Nosotros adjudicamos como entidad los tramos y los cupos.

¿Qué tuvieron en cuenta?

Hace dos años observamos qué era lo que pasaba en estas zonas: qué tipo de artistas venían, cuántos había. Luego contabilizamos e identificamos las características especiales de cada tramo. En términos de usos, definimos lo que nosotros llamamos una capacidad de carga. Al definir los impactos determinamos por cada tramo quiénes y cómo podían ubicarse, teniendo en cuenta las variables de cada uno, porque es diferente la dinámica urbana y social que se da en cada tramo y los énfasis de cada artista.

¿Cómo lo demuestra?

Con fotos y videos de su actividad.

¿Cómo se está capacitando a los agentes de policía sobre esta nueva regulación?

Toda esta estrategia de regulación y caracterización ha sido hecha de la mano con la policía, con los comandantes de las localidades de Santa Fe y La Candelaria principalmente. Se han hecho socializaciones.

Los comandantes de esta zona ya saben de esta nueva ley, pero ¿y el resto? Me refiero, no solamente a los que trabajarán con esta regulación, sino a los que están en el resto de la ciudad y aún no saben que no pueden amonestar a los artistas.

Hay mucha gente que interviene en esto. Es cierto que a veces uno se encuentra con un policía que no sabe, pero es lo que queremos que no pase.

¿Cómo sabrán los artistas ubicados en estas zonas que ahora deben tener un permiso para trabajar?

El equipo de la Secretaría salió, uno a uno, a explicarles y a entregarles el manual de caracterización. Desde el año pasado se vienen desarrollando los talleres. Ellos, por ejemplo, tienen unos líderes; a ellos también llegamos.

¿Cómo nació la iniciativa? ¿Por qué Bogotá quiere regular a los artistas?

El alcalde Peñalosa tiene un pilar en el Plan de Desarrollo y es el de democracia urbana: más y mejor espacio público para todos. Nos pusimos a pensar en el contenido, en qué pasa en el espacio público. Comenzamos a ver que el arte y la cultura son, sin lugar a dudas, fundamentales. Por supuesto, el sector de cultura, el sector nuestro, es el que tiene que velar porque el artista esté bien. Los artistas le dan calidad al espacio público, pero si se hace de forma ordenada. Si bien ellos podrían estar en cualquier sitio de la ciudad, nos parece que, en estos sitios de tanta afluencia o tráfico tiene que haber una organización especial.

Antes de organizarse o regularse, hay muchas necesidades de las que hablan los artistas. ¿Hay una intención por formalizar su labor en el espacio público por parte de esta administración?

No tiene que ver con este piloto, pero se liga a otro tema que ya vamos a implementar para los artistas mayores. Son unos beneficios económicos periódicos que vamos a comenzar a otorgar este año. Será una mensualidad vitalicia para los artistas mayores, porque sabemos de su vulnerabilidad. Mujeres mayores de 57 y hombres de 62.

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Lo que necesitan y piensan los artistas

Aunque, según la Secretaría de Cultura, la entidad hizo un trabajo de dos años que incluyó a varios miembros del gremio para el diseño de este nuevo plan, algunos artistas entrevistados por este diario dicen lo contrario.

Yeinmy López, artista circense, le contó a El Espectador que sus labores se desarrollan en dos de las zonas que está regulando la Secretaría, pero nunca ha sido abordada por ninguno de los funcionarios. “A mis otros compañeros sí les han dicho, pero ellos no se quieren acoger a este nuevo plan. Nos siguen tratando como invasores del espacio público y antes de orden necesitamos atención a lo básico”.

La discusión por la ocupación del espacio público continúa, sobre todo porque, a pesar de contar con un decreto en Bogotá que protege a los artistas en la calle, aún hay represión y persecución por parte de las autoridades.

La lideresa del sindicato Asociación de Trabajadores Informales, Heidy Sánchez Barreto, coincide con López en que aún se considera que el espacio público puede ser regulado sin tener en cuenta a la ciudadanía, que también se compone de trabajadores y artistas que, sin más alternativas de trabajo, salen a la calle a suplir sus necesidades básicas. “La actividad artística no es algo que se pueda cerrar, limitar y organizar sin tener en cuenta a los artistas, tan diversos entre sí. Queremos participar”.

La implementación del nuevo plan de regulación de la Secretaría de Cultura se inició el pasado 11 de marzo, pero revive una discusión que no se dio cuando se redactó, por ejemplo, el Código de Policía, en el que solo se tuvo en cuenta a los grafiteros, también artistas callejeros. No hay una distinción clara por parte de las autoridades entre un trabajador ambulante informal y un artista. No hay una conciencia por parte de los agentes sobre lo que podría sumar un artista a las calles de la ciudad. Lo que piden estos ciudadanos es que, antes de regulaciones, los escuchen, una necesidad que aún la administración no ha logrado satisfacer.

Se espera, entonces, que además de organizar la ciudad y despejar las calles, se comience un trabajo concienzudo por parte de las instituciones y las autoridades por integrar, proteger y salvaguardar el arte. Las expresiones y producciones que a diario continúan aportándole a la identidad, el cambio social, la comunicación y la libertad de una ciudadanía tan necesitada de construir, cuestionar, entender y expresar los cambios por los que atraviesa el país.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad

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