El Magazín Cultural

Palabras prostitutas

La influencia de los medios de comunicación en la sociedad realza la responsabilidad a la hora de informar y educar. La palabra se ha hecho superflua y los efectos pueden ser tan beneficiosos como nocivos para comprender la realidad.

Mauricio Navas Talero
07 de febrero de 2019 - 02:00 a. m.
La obra de Hidroituango causó una disminución radical en el caudal del río Cauca. / Archivo El Espectador
La obra de Hidroituango causó una disminución radical en el caudal del río Cauca. / Archivo El Espectador

Un helicóptero de la Fuerza Aérea aterriza en alguna plataforma de Hidroituango y extrae de una zona de alto riesgo a un grupo de trabajadores que, por fortuna para mí y para ellos, a esta hora están durmiendo en sus casas. ¡Es una muy excelente noticia! Tan buena que algún noticiero abrió su emisión con la grata reseña de este hecho que, por fortuna, fue este y no otro. ¡Pero, un momento! ¿Por qué era riesgoso estar en semejante obra faraónica resultante del ingenio del gobierno de Álvaro Uribe Vélez? El informativo no lo anotó. Al parecer los colombianos tenemos que asimilar como “normal” que una obra billonaria salga mal y mate gente; eso puede pasar, ¿por qué no? Nos plegamos sin cuestionamiento a la idea de que una carta enviada por un juez colombiano a un juez de los Estados Unidos, de la que depende la paz blandengue que tenemos, se envíe por un servicio de courier de calidad superlativamente discutible, siete no sé qué. Alguna vez lo usé y decidí olvidarlo, ¡qué pesadilla de servicio! Los colombianos, poco entrenados en el arte del pensamiento, preferimos que nos cuenten el cuento a averiguar por nuestra cuenta y criterio; nos habituamos a que la realidad nos la construyan otros. Porque las palabras son la realidad. Por eso abrir un noticiero desplegando el heroísmo de los pilotos que evacuaron a esos padres, amigos, hermanos, esposos, amantes, no está mal, lo que está es desordenado, porque la siguiente noticia no es una crónica o un reportaje que explique por qué es una afrenta a la nación que haya que rescatar trabajadores de una obra que aún no se termina de estrenar, que estuvo a punto de una tragedia a finales del 2018 y de la cual se sintió más que orgulloso de ordenar y ejecutar Álvaro Uribe Vélez. Eso es tanto como que un avión se estrelle porque el piloto se robó la plata de la gasolina y la noticia sea, únicamente, que se salvaron algunos pasajeros, pero nadie se pregunte ¿en dónde está el piloto?

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Las palabras construyen la realidad humana, eso es una verdad indiscutible; lo que sigue para discutir es cómo rehabilitar a un país que dejó de entender las palabras para resignarse con los ruidos que estas producen y reacciona ante onomatopeyas del alfabeto sin tener la menor necesidad de interpretarlas o entenderlas. Por eso encontré que hay palabras prostitutas. Sirven a cualquier propósito.

Por Mauricio Navas Talero

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