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El comienzo de esta última legislatura arrancó con un ritmo algo atropellado. La sensación de desgane y un paso parsimonioso se apoderaron del Congreso de la República que, con los ojos más puestos en las regiones que en Bogotá, fue recobrando su valor para la Casa de Nariño. Los votos de senadores y representantes, ahora sí, empezaron a sumar, más aún para un gobierno que, aunque ya va de salida, no quiere que en el último año de mandato su principal bandera, la de la paz, quede reducida a unas cuantas páginas. (Lea: Santos: por una última bocanada de oxígeno).
Por eso, esta misma semana se vio desfilar por los pasillos del Capitolio al secretario general de Presidencia, Alfonso Prada. El excongresista, bastante curtido en política, se convirtió en el enviado ideal del presidente Juan Manuel Santos para hacer efectiva su más importante misión: buscar la manera más adecuada para “consentir” a sus antiguos colegas. “Se nota el cambio en el liderazgo del Gobierno. Antes había desgaste, ausencia, debilidad, falta de presencia, y ahora con Prada el Gobierno está mejor organizado”, dijo una voz liberal a El Espectador.
Prada, portavoz de la Casa de Nariño, llegó acompañado de otro excongresista, Juan Valdés, el nuevo funcionario de Santos, quien tendrá a su cargo dirigir las relaciones políticas entre el jefe de Estado y el Legislativo. En pocas palabras, garantizar que se mantengan las mayorías para lograr el triunfo de los proyectos que permitan implementar el Acuerdo de Paz con las Farc. Y, con ese objetivo bajo la lupa, tanto Prada como Valdés se encargaron de liderar las reuniones con las bancadas de los diferentes partidos políticos que han anunciado su falta de oxígeno ante el inminente revolcón ministerial. (Lea: Tormenta en el partido de Santos).
El primero en recibirlos fue la U, el martes pasado. Una colectividad que, profundamente dividida, trata de mantenerse fiel a su jefe natural, el presidente Santos, a pesar de que en su interior algunas voces le sigan apostando al proyecto de transfuguismo que promueve la senadora Sandra Villadiego. “Hoy hay como tres grupos en la U: el de la Costa que lidera Armando Benedetti, otro compuesto por Mauricio Lizcano, Maritza Martínez y Manuel Enríquez Rosero y uno más conformado por Roosvelt Rodríguez, Andrés García Zuccardi y José David Name”, dijo un senador de la U a este diario. Esa división, de hecho, incidió en que fuera el propio jefe de Estado el que decidiera convocar a su bancada al día siguiente, en la residencia presidencial, para anunciar dos cosas: que iban sin candidato único a 2018 dada la poca capacidad del senador Roy Barreras de garantizar el triunfo en mayo; y que el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, asumirá las riendas del partido.
Pero mientras la U atravesaba por la peor tormenta desde que fue creado en 2005, el presidente Santos recibió otra puñalada por parte de quien ha asumido las banderas más fuertes de la paz en el partido del “trapo azul”. El senador Hernán Andrade, director del conservatismo, dijo que “sería un honor” compartir tarima con los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana en las elecciones del año entrante. “Por eso, también hubo reunión con ellos. Al Gobierno le interesa asegurar a los conservadores que siempre están chantajeando y amenazando que se van cuando van a votar los proyectos de la paz. Ese juego les sirve para que les acrecienten la representación en esa perspectiva de crisis ministerial y un punto de honor que quieren recuperar es el Ministerio de Agricultura”, señaló un congresista cercano a los “godos”. Y hay otras carteras que también reclaman, como lo dijo a este diario un importante senador conservador. (Lea: "No votaría por un candidato que no comparta el Acuerdo: Efraín Cepeda").
Por los lados de Cambio Radical las cosas tampoco están fáciles. Los senadores Antonio Guerra de la Espriella y Bernabé Celis se encargaron de sostener un encuentro a puerta cerrada con los enviados por el presidente Santos. “Al Gobierno se le hizo saber que estamos interesados en lo que vaya a pasar con el Ministerio de Vivienda y con el Ministerio de Ambiente”, dijo un congresista de ese partido, quien agregó que hay otras entidades que también les interesan, como el Fondo Nacional del Ahorro o la Aeronáutica Civil. “Y le dijimos a Prada que nos dijera si es importante o no para el Gobierno la presencia en la coalición de Cambio Radical”, reveló Guerra de la Espriella. En pocas palabras, anunciaron su inconformismo con la gobernabilidad que le está dando el presidente Santos a otros partidos en el Congreso “menos juiciosos” a la hora de apoyar la implementación de la paz y, desde esa perspectiva, “esperamos que en los días por venir el Gobierno sea consciente de la necesidad de consolidar sus relaciones con nosotros”, agregó.
Y el Partido Liberal, miembro de la Unidad Nacional, tampoco es ajeno al diálogo con el que el Gobierno pretende recuperar su fuerza dentro del Capitolio. De la reunión entre Prada, Valdés y la bancada roja se concluyó, como es evidente, que las relaciones marchan a buen ritmo. Sin embargo, quieren cambios en el gabinete. “Las quejas giran en torno a nuestra representación porque la vemos como un simbolismo. Por ejemplo, a la canciller María Ángela Holguín la atribuyen ser del partido, pero poca relación tiene con nosotros. Y al ministro de Salud, Alejandro Gaviria, tampoco lo reconocemos”, dijo un miembro de esa colectividad.
Entonces, es cierto que esta semana el Senado aprobó el proyecto que crea 16 circunscripciones de paz en los territorios más afectados por la guerra. Un compromiso adquirido desde la pasada legislatura por los partidos, pero que se convirtió en un detonante para que el Gobierno recordara su responsabilidad de seguir alimentando el apetito burocrático de los congresistas que, a punta de conatos de rebeldía, seguirán ejerciendo presión sobre el Ejecutivo. Vienen debates más álgidos como la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial de Paz o la reforma política, iniciativas que sólo se podrán sacar adelante si el presidente Santos mantiene contentos a sus más cercanos alfiles. Y el tiempo apremia.
La U, en busca de coaliciones para 2018
El senador de la U Roy Barreras desistió de sus aspiraciones presidenciales por petición del presidente Juan Manuel Santos. En una reunión con el jefe de Estado, la colectividad reconoció que era necesario modificar la estrategia que le permita al partido mantenerse como la primera fuerza legislativa en las próximas elecciones. Lo que busca Santos, según miembros de ese movimiento, es evitar que el uribismo amenace la implementación del Acuerdo de Paz. “El cambio estratégico implica que nuestra prioridad, a partir de hoy, no es la aspiración presidencial sino el triunfo parlamentario y mantener el partido unido para que esa fuerza sea la que defina al próximo presidente. La paz tendrá quién la defienda”, advirtió Barreras. En el marco de esa decisión, el exembajador Juan Carlos Pinzón anunció su retiro del partido, declinando toda posibilidad de asumir las banderas presidenciales. Sin una baraja de candidatos, la U se concentrará en las coaliciones. Por ejemplo, ya se han iniciado acercamientos con el Partido Liberal, que está próximo a definir las reglas de juego para definir candidato único, entre quienes se cuentan a los senadores Juan Manuel Galán, Viviane Morales, Luis Fernando Velasco y Édison Delgado; el exministro Juan Fernando Cristo y el exnegociador de paz Humberto de la Calle.