“Ser mediático me ha gustado porque me escuchan”: "Manguito"

Esta semana, el senador Tamayo tuvo una pelea jurídica con el caricaturista Matador, que terminó a su favor. Es reconocido en el Congreso por usar sombrero, trovar y ser cercano al Centro Democrático, pese a que no es su partido. Esta es su historia.

Natalia Tamayo Gaviria - @nataliatg13
02 de marzo de 2019 - 02:30 a. m.
Jónatan Tamayo usa sombrero desde niño, cuando tenía el cabello pintado de amarillo. Nunca se lo ha quitado porque cree que se ha convertido en un distintivo propio, además, de un signo de irreverencia. / Gustavo Torrijos - El Espectador
Jónatan Tamayo usa sombrero desde niño, cuando tenía el cabello pintado de amarillo. Nunca se lo ha quitado porque cree que se ha convertido en un distintivo propio, además, de un signo de irreverencia. / Gustavo Torrijos - El Espectador

Para empezar cualquier conversación, mencionar San Javier La Loma es un imperativo para Jónatan Tamayo Pérez. Es su lugar de origen, el contexto que moldeó su identidad, el espacio físico que lo obligó a ser adulto cuando apenas tenía ocho años, cuando su madre, Doriela del Socorro, murió a causa de un accidente y dejó una familia de cinco hijos en medio de un barrio de la Comuna 13 de Medellín que, desde la década de los 80, comenzó a ser morada de milicianos, guerrilleros y paramilitares. Aquel que en 2002 se convertiría en el objetivo militar urbano más grande de la historia del país.

Humildes, los hijos Tamayo Pérez se rebuscaron el dinero con las ventas informales y el chance. Manguito, como prefiere que lo sigan llamando, pues es el apodo que se ganó de niño porque ofertaba esa fruta por el barrio junto a su hermano, también descubrió que su don para improvisar con coplas graciosas le ayudaría a sumar para aportar a la casa. “Yo sacaba disculpas y decía que me iba a vender frutas, pero en realidad me iba a ver a Los Marinillos, Tola y Maruja, el Manicomio de Vargasvil. Y comencé a grabar en emisoras”, rememora.

La trova le dio la oportunidad de proyectarse. Lo blindó contra todo vicio y lo alejó del ambiente pesado que se vivía en la comuna, en donde a los niños y jóvenes los seducían con el dinero fácil, las armas y el poder. Además, esa pasión lo acercó a sus padrinos de la improvisación, que hoy, más que colegas, son amigos que lo vieron crecer y superar las adversidades que lo acompañaron desde su nacimiento. “Era el año 1997. En Caracol Radio hacíamos un récord Guiness de la trova el 28 de diciembre. Manguito estaba muy pequeño y se mantenía en las afueras de la emisora vendiendo lotería. Cuando uno salía se lo encontraba y siempre era muy atento y carismático. Con el tiempo me pidió que le enseñara a trovar”, narra Juan David Blanco, más conocido como Caneca.

Así como su contacto con Blanco, también se acercó a Crisanto Alonso Vargas, Vargasvil, y otros humoristas reconocidos en Medellín. Le dieron consejos para manejar una tarima, para promover la improvisación, para tener en cuenta el ritmo y la rima, para mejorar en cada presentación. “Yo le dije que la clave para aprender a trovar es siempre purgarse. Tras muchos años me dijo que por fin entendió esa recomendación”, ríe Caneca por la inocencia con la que siempre recuerda a Tamayo.

Manguito no desistió de su sueño y huyó obligado de San Javier La Loma tras casi ser víctima de una bala perdida en medio del conflicto que se cocinaba en la comuna. Más que nada, entendía que Medellín era un trampolín para saltar a otros lugares. Viajó a Bogotá junto con dos de sus hermanos, con los que conformaron el grupo Los Manguitos, a probar suerte, y se lanzó como humorista en Sábados Felices. A partir de ese momento comenzaron los viajes por todo el país acompañando eventos con sus improvisaciones. “Se convirtió en un trovador de correrías”. De este modo llegó a la capital del Meta, se instaló y construyó su vida allí.

“En Villavicencio comenzó una nueva historia de Los Manguitos. Llegamos a las calles a trovar, pasando el sombrero. Ahorramos para grabar un CD y venderlo. Nos fuimos haciendo conocidos”, comentó Tamayo. Pero la marca de Manguito siempre fue percibida por sus colegas y el público: sano es posible. “A él no le gusta tomar licor, no fuma, no tiene ningún vicio, es cristiano, por lo que siempre ha predicado en sus trovas un humor sano, sin nada de chistes verdes, con doble sentido o vulgaridades”, explica James Alzate, Cartucho.

Ese lema, según él, lo impulsó a hacer locuras, siendo la más sorprendente de todas su victoria como senador de la República, el 11 de marzo de 2018. “Me dije un día que quería demostrar que se puede hacer política sana. Me dispuse a hacer el ejercicio educativo, así no ganáramos”, explicó. Su campaña comenzó a declinar cuando el partido ASI, que le dio el aval, formó una coalición con la Unión Patriótica y MAIS para evitar perder la personería jurídica. La Lista de la Decencia fue acompañada por Gustavo Petro y la relación inexorable con ese nombre le hizo perder electores que lo apoyaban por sus ideas conservadoras.

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“Cuando aparecimos que éramos de la Lista de los Decentes, nuestra campaña se fue al piso. Contra todo pronóstico ganamos, gracias a Dios, pero por Petro casi nos quemamos. Las encuestas antes de esa alianza nos favorecían siempre a nosotros”, apuntó. Esa posición ha sido su piedra en el zapato en el Congreso, especialmente cuando es señalado por la coalición, que según él desapareció al momento de las elecciones, como un traidor que empezó a acercarse al uribismo.

Reconoce en este hecho la principal catapulta para hacerse mediático, pese a su inexperiencia política. “Eso me ha gustado porque me escuchan, me ponen cuidado”. No en vano, algunos medios lo consideran el cuarto legislador con más protagonismo, gracias a sucesos como la entrevista que contestó medio dormido a la W, sus peleas constantes con el caricaturista Matador, a quien un juez le negó una tutela por calumnia en su contra, o su propuesta de ponerle impuestos a las modelos webcam en la reforma tributaria. Estos primeros seis meses los califica como un gran aprendizaje y comenta que no se siente más como un primíparo.

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Aunque es senador, asegura que sigue siendo Manguito, un ciudadano más que está en un puesto de poder para ayudar a los suyos. Y eso ven sus colegas. “Hace poco hablé con él y lo llamé senador, me dijo que le dijera como siempre. Es el mismo pelao que vendía lotería, no deja de ser el niño inocente y carismático. Lo que pasa es que ahora tiene platica, fama y poder”, se ríe Caneca, a la vez que manifiesta que su amigo y colega, aunque no va a cambiar el país, sí beneficiará a algunas personas con obras y proyectos.

Por Natalia Tamayo Gaviria - @nataliatg13

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