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'La chiva es el impulso vital': Alejandro Santos

A propósito de los 30 años de la revista ‘Semana’, su director, recuerda embarradas y aciertos. Dice que el periodismo y la política son como dos amantes que desconfían el uno del otro.

El Espectador
24 de agosto de 2012 - 09:57 p. m.
Alejandro Santos admite sentirse incómodo en el papel de entrevistado, odia la pereza y su vicio es el celular. / Gustavo Torrijos - El Espectador
Alejandro Santos admite sentirse incómodo en el papel de entrevistado, odia la pereza y su vicio es el celular. / Gustavo Torrijos - El Espectador

¿Qué sorpresas veremos en los próximos 30 años?

¿Y tengo sólo una línea?

Una embarrada periodística.

Metidas de pata, varias. Recuerdo una portada de los 80: “Sida, escándalo chimbo”.

La chiva que siempre quiso publicar.

La que publiqué: “Tirofijo está muerto”. La que me gustaría: “Se firmó la paz”.

Un periodista al que admire.

Ben Bradley, el legendario editor del Washington Post durante el Watergate. En Colombia, Felipe López.

El mejor periodista de su familia.

Enrique Santos Castillo, mi abuelo.

Y el más flojito...

No me ponga en esas.

Su mejor entrevistado.

Ernesto Samper, por la chispa, y Vicente Castaño, por la chiva.

Un recuerdo memorable en el periodismo.

La muerte de Pablo Escobar. Hervía la redacción de El Tiempo.

¿Y uno de infancia?

La bomba que pusieron en mi casa y dejó el garaje destruido, incluidos los triciclos.

De todos los premios que ha ganado, ¿cuál recuerda con mayor aprecio?

El premio Rey de España por las denuncias de la parapolítica.

¿Se ha abstenido de publicar alguna nota?

Sí, muchas, pero ninguna por miedo o autocensura.

¿Cómo le parece la relación entre política y periodismo?

Como la de dos amantes que desconfían uno del otro.

¿Cuál es la investigación que más recuerda?

Las de las chuzadas del DAS. Por su magnitud, su impacto y su coletazo contra los periodistas y la revista.

¿Se ha sentido frustrado con alguna investigación?

Con muchas. Algunas de las mejores nunca vieron la luz por falta de pruebas o porque las fuentes se corrieron. El país se quedó sin conocer esas verdades.

También estudió derecho de la comunicación. En Colombia, ¿la comunicación es un derecho?

Cada vez más, sobre todo con la llegada de internet y las redes sociales.

¿Qué le faltó decir en su libro ‘Cómo hacer periodismo’?

Para dónde va el periodismo de investigación en la era digital.

Hay quienes dicen que los apellidos no se cargan, se portan. ¿Alguna vez ha sentido el peso de su apellido?

A veces para bien y a veces para mal, como todo en la vida.

¿Cómo prepararse para el reto del periodismo en internet?

A punta de talento y creatividad.

¿Cuál cree que será el futuro de los medios de comunicación impresos?

Le puedo escribir un libro sobre el tema con muchas más preguntas que respuestas.

¿Qué es lo primero que lee cuando llega la revista a sus manos?

La portada, y sigo con confidenciales.

¿Lo afectó el cierre de la revista ‘Cambio’ o se sintió más tranquilo picando solo en punta?

Fue un día de luto para el periodismo. Y un día triste para muchos periodistas y amigos. En el mundo de los medios no tener competencia es perder parte de una adrenalina vital en el oficio.

¿Tiene algún agüero antes de comenzar una de sus charlas y conferencias?

Soy poco supersticioso.

¿Se siente cómodo en el lugar del entrevistado?

Muy incómodo. Siempre es más fácil hacer preguntas que dar las respuestas.

¿La chiva sigue siendo un término importante en los medios?

La chiva es el impulso vital de los medios.

¿De qué portada se arrepiente?

“Uranio en Bogotá”.

¿Cuál fue su primera portada en ‘Semana’?

Una de corrupción donde aparecía un tiburón con la boca abierta.

¿Y la que más le gustó?

La que marcó un punto de quiebre en la parapolítica: “El computador de Jorge 40”.

El medio de comunicación internacional que más admira.

The Guardian y The Economist.

El mejor caricaturista que ha tenido la revista.

Vladdo.

Un confidencial inolvidable.

Me la puso de para arriba.

¿Alguna vez le ha tocado rectificar?

Sí, varias veces.

¿A qué le teme?

A una enfermedad grave.

Un vicio.

El celular.

Una mujer de admirar.

Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz de Birmania.

¿Qué libro recomienda?

El discurso del método de Descartes.

Un restaurante.

Brasserie.

¿Qué lo saca de casillas?

La pereza.

¿Arriba o abajo?

En la diversidad está el placer.

¿Qué tan buen deportista es?

Bastante. Tenis, básquet, natación...

La prenda que no puede faltar en su armario.

Una chaqueta.

¿Qué quería ser cuando niño?

Piloto.

¿Los medios siguen siendo el cuarto poder?

Yo diría que el segundo. Que el lector adivine cuál es el primero.

Por El Espectador

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