Dulce*, una de las perritas que acompaña a la Unidad de Narcóticos en el Aeropuerto José María Córdoba, en Rionegro, Antioquia, encendió las alarmas. Inquieta y con movimientos inusuales llamó la atención sobre un cargamento nunca antes visto. Según el reporte de las autoridades, “1.629 gramos de clorhidrato de cocaína líquida se encontraban ocultos en una sustancia de color rojo, que tenía rótulos de muestra biológica de sangre”.
Muchos de los que hemos vivido en estas tierras de Antioquia, donde tanto se ha valorado la llamada “viveza”, casi que a cualquier precio, crecimos también con estas noticias que no agotan el asombro y son una de las causas de la confianza para que las organizaciones internacionales busquen nuestros nombres en listados a la hora de contratos o de llegar a los aeropuertos.
Una alcaldía como la actual, liderada por Daniel Quintero, tampoco ha ayudado mucho a aumentar esa confianza que tanto se necesita, para crear otras formas de ir por la vida. Muchos de los que vivimos en Medellín ya no somos capaces de leer un comunicado oficial sin preguntas o sospechas. Y cuando nos alegramos por una buena noticia de la administración pública, aparecen otras realidades.
Hace un par de semanas, la veeduría “Medellín Cómo Vamos” (que existe desde hace 17 años) reveló un informe con cifras que anuncian una parte de lo vivido y preparan el camino para lo que vendrá: 397 de los 419 colegios públicos que hay en Medellín necesitan mantenimiento en su infraestructura. Por esta razón, casi 300.000 estudiantes están afectados. Como si no fuera suficiente, a medida que se avanza en la lectura de este informe aparecen otros datos: de 100 estudiantes que ingresan a transición apenas 19 llegan a grado once y solo nueve de estos ingresan de inmediato al sistema de educación superior. ¿Qué pasa con todos los jóvenes que no aprenden un oficio ni escogen un camino para su vida junto a mentores, profesores e integrantes de la comunidad académica?
Sigue a El Espectador en WhatsAppEstas cifras de ausencia se mezclan con otras que hablan de jóvenes que incursionan en el negocio de la explotación sexual y con formas nuevas. Desde el 2020 hasta septiembre de 2022, según datos entregados por la Alcaldía de Medellín, 259 menores de edad fueron atendidos después de ser víctimas de explotación sexual. Se ha vuelto común en la ciudad ver a niños, niñas y jóvenes subir o bajar de automóviles, a cualquier hora del día, en actitudes que no parecen dejar lugar a la duda. Como parte de la respuesta, la Alcaldía ha cerrado lugares como la plaza Botero y el parque Lleras. ¿Dónde quedan las conversaciones y los procesos uno a uno, semana a semana, con vecinos, comerciantes, visitantes y expertos en varias áreas del conocimiento? Las máquinas, la tecnología y los dispositivos no mejoran la vida de los barrios y ciudades sin conversaciones previas y líderes que entiendan las dinámicas.
Esa recursividad paisa orientada hacia lo turbio se fortaleció de forma más abierta durante la época más intensa del narcotráfico. Y sigue en noticias como la del aeropuerto que abre esta nota. Se ve también en las vías, en las filas para entrar a otros lugares y en las palabras de algunos líderes locales cuando son cuestionados por temas de corrupción. Cambiar ese ingenio paisa oscuro por uno más luminoso es una tarea que algunos hacen. Un ejemplo de esto lo mostró, a comienzos de este mayo, la Universidad EAFIT, con el lanzamiento de la red y el curso de constructores de confianza. Este miércoles 24 de mayo, Proantioquia lanzó una herramienta llamada LEA (Lupa para la Educación en Antioquia) para conocer, en tiempo real, la situación de la educación. Creer en las otras personas, entender sus diferencias y las nuestras, para unirnos y resolver los problemas que Medellín tiene ahora es una urgencia. Ahí está y estará el verdadero ingenio paisa.
* El ingenio también se verá cuando en los aeropuertos dejemos de usar a los animales para identificar alucinógenos. Este es uno de los propósitos de la senadora Andrea Padilla.