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En campaña, Carlos Fernando Galán les prometió a las mujeres de Bogotá que podrían caminar seguras. Pero a casi dos años de su gobierno, esa promesa no solo se siente lejana, sino además traicionada por el desmantelamiento de los programas que ofrecían algo de protección y oportunidades a las más vulnerables.
El pasado 11 de septiembre denuncié en esta columna que más de 60 casos de violencia de género a deportistas no se han movido un milímetro en la Fiscalía General de la Nación. Estas denuncias se lograron gracias a un protocolo de prevención de violencias contra las mujeres deportistas en el IDRD que se implementó en la administración anterior. No se trata de un programa menor, ya que fue un salvavidas para quienes sufrían acoso o violencia de género en un ámbito donde la competencia y el poder a menudo silencian a las víctimas.
Pues bien, tras presentar un derecho de petición ante el IDRD para preguntar el estado de este protocolo la respuesta fue demoledora: el protocolo fue eliminado. No fue reemplazado ni mejorado, simplemente desapareció. Con él, se fueron las psicólogas y trabajadoras sociales que acompañaban a las deportistas.
El mensaje es claro y desolador: para esta administración, la seguridad de las mujeres no es una prioridad, ni en el deporte ni en muchos otros ámbitos. El programa “Mujeres que reverdecen” daba empleo de medio tiempo a mujeres cuidadoras, permitiéndoles sembrar árboles y formarse en temas ambientales. Era una oportunidad de autonomía económica y, además, un espacio de apoyo para enfrentar problemas como la violencia intrafamiliar.
Galán prometió “construir sobre lo construido”, pero este programa se marchitó apenas comenzó su alcaldía, dejando a cientos de mujeres sin empleo y sin esa red de soporte. A esto se le suma el Sistema Distrital del Cuidado, una de las joyas de la ciudad, aprobado por acuerdo del Concejo y ganador de reconocimientos internacionales, que llevó a que gobernantes de muchos otros países vinieran a Bogotá a conocerlo para implementarlo en sus ciudades.
Hoy, las Manzanas del Cuidado operan con menos recursos y menos profesionales, por lo tanto, atienden a menos mujeres. Lo que era un modelo de inclusión y reconocimiento al trabajo no remunerado hoy parece estar en vía de extinción por asfixia presupuestal.
Los datos son alarmantes. Bogotá enfrenta las peores cifras de feminicidios y violencia intrafamiliar de la última década, pero en lugar de reforzar las estrategias de prevención y empoderamiento, la administración Galán les quita el piso a los programas que funcionaban.
La pregunta es inevitable: ¿qué pasa por la cabeza del alcalde? ¿Acaso no le importa cuidar a la mitad de la población de la ciudad? ¿O su promesa de una Bogotá segura para las mujeres fue solo una frase de campaña sin intención de cumplirse? Quisiera estar equivocada, pero los hechos demuestran que la administración de Carlos Fernando Galán parece estar gobernando en contra de las mujeres de Bogotá.
