El pasado 18 de mayo la audiencia de La W se levantó con la primicia de Daniel Coronell: la noche anterior el Consejo Nacional Electoral (CNE) había seleccionado a la empresa alemana DERMALOG para encargarse del proceso de auditoría internacional a la tecnología para el manejo de las elecciones presidenciales. Unas horas después la noticia era que no, que la empresa había rechazado celebrar el contrato.
Según La FM sus fuentes le habían confirmado que “la matriz desde Alemania no habría aceptado encargarse de este proceso, pese a que el representante regional de la firma sí tenía interés”. Sin más datos sobre esta negativa deduzco que en Alemania vieron el chicharrón, los tiempos y el alcance y decidieron que mejor no.
Durante las horas que duró la noticia ―sin comunicado oficial, contrato, términos de referencia, nada― alcanzamos a establecer que la empresa seleccionada tiene amplia experiencia en procesos de identificación y seguridad biométrica, pero teníamos muchas dudas: ¿Cómo se relaciona esto con lo que pasa en las elecciones en Colombia? ¿Por qué esa empresa? ¿Qué aprendimos de todo esto? En Karisma, nos enfocamos en tres preguntas:
¿Cuál sería el alcance de esta auditorÍa? La solicitud para hacer una auditoría internacional la hizo el CNE con posterioridad a los problemas de las elecciones de marzo. En tan corto plazo el alcance de este ejercicio es limitado, pero se justifica como una estrategia para dar confianza y credibilidad a la ciudadanía y, sobre todo, para darle capacidad al CNE ―encargado de la vigilancia y control del proceso electoral― para explicar una tecnología (de muchas piezas, varios contratistas, y diferentes software) que no conoce, no opera, ni controla y que ante las denuncias de fraude está en entredicho.
¿Cuál sería la razón para que el CNE eligiera a DERMALOG? Su experticia es en biometría, no en auditorías forenses de software de preconteo y escrutinio ―que parece ser lo que están buscando―. Puede ser que su rol en la revisión de un proceso electoral en Afganistán sea lo que les llamó la atención.
Para evitar fraude, la biometría se usó en las elecciones presidenciales de Afganistán de 2019. El sistema registró más de 1,9 millones de votos y sin embargo las candidaturas solo veían algo más de 1,7 millones. La diferencia generó reclamos de fraude y la comisión electoral debió salir a explicar por qué el resultado eran cifras contradictorias de los votos.
Que la Comisión Electoral no controlaba el sistema y necesitaba ayuda técnica, más la contradicción de cifras entre sistema y candidaturas, es lo que tienen de parecido los dos casos. Pero en Colombia la discrepancia fue especialmente entre el sistema de preconteo y la observación del proceso por las candidaturas: no está relacionado con biometría.
Además, en Afganistán el rol de DERMALOG era proveer el componente biométrico y los servidores donde se guardaban los datos. Cuando la empresa analizó la discrepancia lo hizo no en calidad de auditora sino más bien rindiendo cuentas como operador del sistema.
Ahora, sí hay un tema en el que esa experiencia podría servir. Uno de los reclamos de marzo, en Colombia, tiene que ver con entender si hubo jurados que votaron doble. Se alega que estaban habilitados en el puesto de votación donde estaban registrados inicialmente y también en aquel donde eran jurados. A la Registraduría le pidieron acceso a los formularios E11 con el fin de cotejar las huellas, pero hasta donde sabemos eso no se ha hecho aún.
¿Qué sabemos de DERMALOG? Más allá de que es una empresa alemana con amplia experiencia en biometría, como que ha participado en los sistemas de identificación fundacional de Zambia y Perú , también hay que decir que ha tenido presencia en Colombia.
DERMALOG comentó y participó activamente en el proceso de adjudicación del sistema biométrico facial, dactilar y palmar de la Policía Nacional (ABIS) en el año 2017. Participó también de las convocatorias para los procesos de identificación y seguridad que incluyen la utilización de biometría facial.
Esta compañía fue –junto con HERTA– uno de los proveedores tecnológicos del sistema de identificación biométrica facial de Migración Colombia para el proceso de registro e identificación de migrantes venezolanos, donde tuvo a su cargo el componente de biometría dactilar. DERMALOG fue contratista en la construcción de una verja fronteriza inteligente para la regulación de los flujos migratorios en los pasos fronterizos entre República Dominicana (contratante) y Haití.
Como ya vimos en relación con procesos electorales, DERMALOG participó en la revisión de las elecciones de Afganistán en 2019 investigando un posible fraude. Como proveedora del sistema biométrico, el papel de la compañía consistió en la verificación de los datos biométricos para determinar la cantidad de caras, huellas, o duplicaciones en los procesos de votación, la cantidad de votos nulos o los que podrían considerarse como válidos, entre otros elementos.
Unos meses antes de los comicios electorales, en Afganistán unas voces críticas del país cuestionaron la participación de DERMALOG en las elecciones pues como diseñador del sistema, tenía relaciones cercanas con el gobierno y con la comisión electoral del país. Además su control del centro de datos y de los dispositivos biométricos generaban desconfianza, cuestionaron que no estuvieran a cargo de la comisión electoral.
En Colombia los procesos electorales también se subcontratan con empresas privadas. A estas alturas debería ser claro que esta privatización no excusa la ausencia de capacidad de control por el Estado: no tenerla pasa cuenta de cobro a la confianza en el proceso. Entonces, la creciente incorporación de la tecnología en los procesos electorales obliga a las entidades públicas a cargo de las elecciones a tener capacidades propias para operarlas, hacerles seguimiento y controlarlas, incluso si las subcontratan. El caso Afganistán-DERMALOG apoya también esta conclusión.
Ante la negativa de DERMALOG de asumir la auditoría internacional, las expectativas por una auditoría así disminuyen. Incluso si contratan otra firma, habrá menos tiempo. En todo caso, a pesar de todas las falencias que ha tenido el proceso y que deberán abordarse a futuro, lo que hemos visto de los problemas de marzo es que la trazabilidad manual del proceso ha permitido hacer control y veeduría en lo sustancial. Por eso, es posible rodear el proceso y rechazar los vientos de cualquier tipo que puedan suponer la suspensión de las elecciones. El Registrador es responsable de este proceso y debe terminar lo que empezó. En este momento, eso es lo que genera el menor daño a nuestra democracia.