Petro no es el malo de la fiesta
Con motivo del editorial del 2 de marzo, titulado “Hablando de ‘datos objetivos y seriedad’ sobre la seguridad”. Hablando de “seriedad” en materia de seguridad, también es menester tener en cuenta que el anterior Gobierno cedió una gran parte de Colombia al Clan del Golfo paramilitar y otra al ELN, permitiéndoles seguir traficando petróleo para venderlo en EE. UU. a través de ciertos personajes de la clase política; es decir, no les hizo nada.
Ahora, el señor Petro les quita la financiación, la coca, los capos y sus bienes, y entonces ellos inician su consabida retaliación. Pero ahora sí, el malo de la fiesta resulta ser el señor presidente Petro.
No todos repetimos como loros; discernimos y observamos otros medios alternativos desde la fuente. Gracias por su atención.
Franklin Mendoza
¿Libertad y valores?
A propósito del editorial del 3 de marzo, titulado “Muere la diplomacia, ¡viva el matoneo!”. Se pueden escribir mil cosas, y todas pueden tener razón. Pero estoy 100 % seguro de que Europa no es precisamente quien pueda asumir un liderazgo en la defensa de las libertades y los valores democráticos. Dictaduras y guerras por doquier, sistemas monárquicos corruptos. Ucrania es víctima no solo de EE. UU., sino también de Europa y de su propia corrupción. Rusia nunca va a permitir que se anexe a la OTAN, y ese es el juego con el que mantienen a los países desprotegidos para promover sus guerras.
Beto Díaz
La batalla del Gobierno contra la narrativa mediática
Este no es un antieditorial sino una opinión frente al editorial del 5 de marzo, titulado “Cuidado con la propaganda política disfrazada”. El Gobierno se ve obligado a hacer el consejo de ministros televisado, primero, porque siempre ha habido cosas oscuras en los gobiernos que se mantienen en la sombra. Segundo, lo hace para que la gente esté enterada de lo que se está haciendo, pues la campaña de los medios hegemónicos, incluyéndolos a ustedes, busca minimizar las acciones del gobierno y dar la impresión de que no se está haciendo nada.
Rafael Darío Cardona Montoya
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