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De nuevo el editorial de El Espectador (11.2.25) se refiere a RTVC y, en particular, a mi gestión como gerente de la entidad, por segunda vez en lo corrido del año. En ocasión anterior, para justificar la maliciosa calificación de “aliado incondicional del presidente”, eludieron explicar la correspondencia de la misionalidad y funciones de la entidad, y las características jurídicas y el objeto de los contratos interadministrativos, con lo que intentan soportar una supuesta denuncia de gastos en publicidad gubernamental.
Ahora, debido a la renuncia al contrato pactado por el artista Residente, con una justificación extemporánea coincidente con una campaña de presión en la que, según una conocida periodista, participó la administración de Bogotá -lo que el editorial califica de “simple trámite”-, constituyendo un acto hostil de sabotaje, se descalifica mi posición como funcionario, basada no en “extrañas razones” sino en criterios constitucionales, legales, administrativas y presupuestales. Simple, no puedo gastarme el presupuesto asignado en objeto distinto al planeado el año anterior. Eso sí constituiría, como enuncia el editorial, “una narrativa de heroísmo y necesidad”, pues, al querer de algunos, me pondría en la cárcel.
Al parecer, lo que molesta a esa casa periodística es que, contra viento y marea, RTVC crece en audiencia en su apuesta de estar al servicio de la gente, los derechos humanos, la participación ciudadana, el pluralismo y la diversidad cultural. “Una apuesta ideológica y sectaria”, afirman arteramente en su descalificación.
Ahora bien, estamos en total acuerdo con el editorial en cuanto a que este tipo de eventos, “Tienen un valor cívico y de construcción de sociedad para las comunidades” por lo que, en lo posible, estarán en nuestra agenda.
Hollman Morris. Gerente de RTVC, Sistema de Medios Públicos.
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