En una columna anterior me referí a los riesgos comunicativos que existen cuando la oposición a un gobernante es débil. Argumenté que lo que parece ser el sueño oculto de todo dirigente es en realidad un arma de doble filo; la ausencia de oposición genera un vacío en el imaginario público, falta un recordatorio de que la cosa, si bien está mal, hubiera podido ser peor. Por ejemplo, la presencia acechadora de Le Pen le ayuda todos los días a Macron, la de Trump le ayuda a Biden y así. Petro, por ahora, está solo en el...
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