¿Por qué el Ejército es tan cobarde para afrontar la justicia?

Describir el trabajo de la JEP como “ciego” es una cosa, pero calificar sus investigaciones como “falsos positivos”, como lo hizo un militar en este artículo de opinión, es simplemente repugnante y patético. Es un insulto a las víctimas y familiares de la barbarie del Ejército colombiano. Pero, lamentablemente, no es sorprendente: las fuerzas armadas de este país se consideran (porque así han operado durante décadas) inmunes a la justicia.

Los militares se pintan a sí mismos como héroes, pero cuando se trata de reconocer su papel en presuntos crímenes de guerra, se esconden. Eluden la verdad, escogiendo hábilmente unas pruebas que cuestionan y dejando de lado otras que son mucho más complejas de controvertir.

El artículo de la semana pasada menciona específicamente la Operación Berlín y las acusaciones de crímenes de guerra contra las unidades militares, que llevaron a cabo este operativo entre 2000 y enero de 2001. Recientemente hice un documental sobre esto, por lo que me siento obligado a hablar en nombre de las víctimas y sus familias. La versión del Ejército según la cual no hicieron nada malo debe ser cuestionada.

La Operación Berlín se lanzó contra la columna móvil Arturo Ruíz de las Farc en Santander y Norte de Santander. Muchos de los rebeldes de esta facción eran menores, reclutados forzosamente en los meses anteriores. Nadie niega las atrocidades cometidas por las Farc contra los niños combatientes de esta unidad, incluyendo agresiones sexuales y planificación forzada. La guerrilla responderá por sus crímenes en la JEP. Pero el Ejército también está bajo investigación y debe dar respuestas.

Veamos los hechos.

El Ejército sabía que la columna móvil estaba integrada por decenas de menores de edad y que un gran porcentaje de ellos tenían menos de 15 años. Sin embargo, la atacó.

La Convención de Ginebra puede estar abierta a interpretaciones sobre si esto fue un crimen de guerra, pero esto no es solo una cuestión legal. También es moral ¿Queremos vivir en un país en el que está bien lanzar el poderío de las Fuerzas Armadas contra los niños obligados a luchar en una guerra que no es de ellos?

El hecho de que las Farc hayan uniformado a niños y adolescentes y los hayan enviado al campo de batalla no los convierte en objetivos legítimos. Pero el Ejército espera que aceptemos que esto es solo una condición de guerra. No lo es. La humanidad nos obliga a buscar otros caminos y medios.

Y si este es un comportamiento aceptable por parte de los militares, ¿por qué negar que tenían conocimiento de la presencia de niños soldados? A pesar de un informe de inteligencia que prueba lo contrario, los responsables de la operación militar en ese momento sostienen que no sabían. Están tan acostumbrados a mentir sin ser desafiados que creen que no nos daremos cuenta.

La cuestión legal es mucho más clara cuando se trata de asesinatos extrajudiciales. No hay duda de que, según el derecho internacional, esto es un crimen de guerra. Pero no nos perdamos en la jerga legal. El asesinato extrajudicial es solo un término cortés para el asesinato a sangre fría: cuando los soldados supuestamente profesionales deciden disparar a sus prisioneros inermes a quemarropa. Y hay evidencia de que esto sucedió durante la Operación Berlín.

Mostré informes de necropsia de algunos adolescentes supuestamente muertos en batalla a varios antropólogos forenses internacionales. Todos llegaron a la conclusión de que era poco probable que se tratara de muertes en combate. En cambio, muestran signos de ejecución, aseguran.

Estos archivos han estado ocultos durante veinte años. Si han salido a la luz es porque alguien en algún lugar cree en la justicia. Estos hechos no pueden ser ignorados ni por el Ejército, ni por la JEP, ni por nadie.

Algunos en el Ejército dicen que esto es una conspiración contra ellos. Si esto es una conspiración por obtener justicia para aquellos que perdieron la vida y los seres queridos que quedaron atrás, admito que soy parte de ella. Es hora de la verdad.

* Investigador, Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.

@mat_charles_

Describir el trabajo de la JEP como “ciego” es una cosa, pero calificar sus investigaciones como “falsos positivos”, como lo hizo un militar en este artículo de opinión, es simplemente repugnante y patético. Es un insulto a las víctimas y familiares de la barbarie del Ejército colombiano. Pero, lamentablemente, no es sorprendente: las fuerzas armadas de este país se consideran (porque así han operado durante décadas) inmunes a la justicia.

Los militares se pintan a sí mismos como héroes, pero cuando se trata de reconocer su papel en presuntos crímenes de guerra, se esconden. Eluden la verdad, escogiendo hábilmente unas pruebas que cuestionan y dejando de lado otras que son mucho más complejas de controvertir.

El artículo de la semana pasada menciona específicamente la Operación Berlín y las acusaciones de crímenes de guerra contra las unidades militares, que llevaron a cabo este operativo entre 2000 y enero de 2001. Recientemente hice un documental sobre esto, por lo que me siento obligado a hablar en nombre de las víctimas y sus familias. La versión del Ejército según la cual no hicieron nada malo debe ser cuestionada.

La Operación Berlín se lanzó contra la columna móvil Arturo Ruíz de las Farc en Santander y Norte de Santander. Muchos de los rebeldes de esta facción eran menores, reclutados forzosamente en los meses anteriores. Nadie niega las atrocidades cometidas por las Farc contra los niños combatientes de esta unidad, incluyendo agresiones sexuales y planificación forzada. La guerrilla responderá por sus crímenes en la JEP. Pero el Ejército también está bajo investigación y debe dar respuestas.

Veamos los hechos.

El Ejército sabía que la columna móvil estaba integrada por decenas de menores de edad y que un gran porcentaje de ellos tenían menos de 15 años. Sin embargo, la atacó.

La Convención de Ginebra puede estar abierta a interpretaciones sobre si esto fue un crimen de guerra, pero esto no es solo una cuestión legal. También es moral ¿Queremos vivir en un país en el que está bien lanzar el poderío de las Fuerzas Armadas contra los niños obligados a luchar en una guerra que no es de ellos?

El hecho de que las Farc hayan uniformado a niños y adolescentes y los hayan enviado al campo de batalla no los convierte en objetivos legítimos. Pero el Ejército espera que aceptemos que esto es solo una condición de guerra. No lo es. La humanidad nos obliga a buscar otros caminos y medios.

Y si este es un comportamiento aceptable por parte de los militares, ¿por qué negar que tenían conocimiento de la presencia de niños soldados? A pesar de un informe de inteligencia que prueba lo contrario, los responsables de la operación militar en ese momento sostienen que no sabían. Están tan acostumbrados a mentir sin ser desafiados que creen que no nos daremos cuenta.

La cuestión legal es mucho más clara cuando se trata de asesinatos extrajudiciales. No hay duda de que, según el derecho internacional, esto es un crimen de guerra. Pero no nos perdamos en la jerga legal. El asesinato extrajudicial es solo un término cortés para el asesinato a sangre fría: cuando los soldados supuestamente profesionales deciden disparar a sus prisioneros inermes a quemarropa. Y hay evidencia de que esto sucedió durante la Operación Berlín.

Mostré informes de necropsia de algunos adolescentes supuestamente muertos en batalla a varios antropólogos forenses internacionales. Todos llegaron a la conclusión de que era poco probable que se tratara de muertes en combate. En cambio, muestran signos de ejecución, aseguran.

Estos archivos han estado ocultos durante veinte años. Si han salido a la luz es porque alguien en algún lugar cree en la justicia. Estos hechos no pueden ser ignorados ni por el Ejército, ni por la JEP, ni por nadie.

Algunos en el Ejército dicen que esto es una conspiración contra ellos. Si esto es una conspiración por obtener justicia para aquellos que perdieron la vida y los seres queridos que quedaron atrás, admito que soy parte de ella. Es hora de la verdad.

* Investigador, Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.

@mat_charles_