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¿Con qué se come la felicidad?

27 de abril de 2024 - 11:45 p. m.

Preguntado sobre lo que para él era la felicidad, respondió: “Una tarde de lluvia tomando chocolate y acariciando mi perro”. Su respuesta no nos debe hacer sentir infelices si al contrario preferimos el sol y los gatos. Mi madre es feliz -según dice- al ver a sus hijos grandes y también cuando juega espichando un film alveolar (bolsas con burbujas de aire) para envolver electrodomésticos. En los niños la felicidad también es sensorial, jugando o saboreando un dulce o un helado, cosas simples. Así, cada quien defenderá su concepto porque “cada punto de vista es la vista de un punto”.

Definir la felicidad es un acto urgente que evita caer en ambigüedades. Aristóteles enunció: “El fin supremo del hombre es la felicidad”, sin embargo, un profesor israelí me insistía en que el objetivo de vida y lucha de los seres humanos, antes que la felicidad, era el reconocimiento que nos hacían los demás (no adulación). En lo que podemos coincidir, en los tiempos del mindfulness, es que felicidad no es solo una leve alegría, tampoco la sumatoria de varias alegrías, confirmamos que hay que fundamentar relaciones contributivas y retributivas, relaciones con condición (interesadas en dar y recibir bienestar), desafiando el precepto tan inculcado sobre las relaciones desinteresadas. “Siempre habrá un interés en la relación, el de ayudar, el interés de ver bien al otro”, decía Hernando Uribe Carvajal, doctor en filosofía e investigador de UPB.

La ONU celebra cada 20 de marzo, el día internacional de la felicidad anunciando los países “más felices” y que para este año encabezó Finlandia seguido de Dinamarca. Me llama la atención del esperado ránking de felicidad anual, la metodología para establecerlo: ¿Cuándo la miden, saben a qué tipo de estado se refieren? En cuanto a los que buscamos la felicidad, ¿sabemos lo que buscamos? ¿es lo que significa para otros?, ¿es la que me sugiere la sociedad y los modelos consumistas?, ¿es la que vemos en televisión?, ¿la de Alicia en el país de las maravillas? A la ligera podemos exclamar ¡quién viviera en el norte de Europa para ser también feliz!, es tentador aquello de vivir donde no hay “problemas”, sin embargo, esa es otra de las asociaciones por aclarar: la felicidad no es la ausencia de estrés ni de lo que cada quien denomina como problemas, la felicidad tampoco es igual a la tenencia de bienes y mi felicidad no depende de alguien más. Feliz, no es el que suelta una espontanea carcajada o hace una mueca forzada, la felicidad no se mide por el volumen de la risa. Tampoco es feliz quien levanta el dedo en señal de “todo bien”.

La felicidad es consecuencia del bienestar individual y colectivo. El bienestar individual comienza definiendo las emociones, pensamientos y condiciones que nos generan un cultivo virtuoso y mentalmente saludable como la ausencia de amenazas, merma de angustias, conciencia del hoy y balance satisfactorio por la salud física y mental. El bienestar colectivo es el estado de la relación y la aceptación del otro que respeto y del que recíprocamente obtengo respeto; de nuevo aparece el concepto de acto “interesado”, si así pudiera llamársele a la reciprocidad.

La resiliencia, ese concepto puesto de moda por millennials y centennials, nos acerca a la felicidad. El modo resiliente es la adaptación a una condición inesperada y adversa que se puede cultivar e incentivar. El resiliente no es acomodaticio, trabaja según las condiciones de su entorno socio cultural, aprovecha la coyuntura y transforma su realidad sin llamarla desventura. El resiliente sabe lo que debe disfrutar y evita lo destructivo, no es un resignado, no se guarda en la espera, es propositivo, riega las plantas para cambiar el espacio. Es decir, el resiliente no deja a la suerte los hechos que sobre sí recaigan, incide activamente sin protestar. “Nada nos ganamos con renegar”, dijo también Hernando Uribe Carvajal en uno de sus conversatorios. Y continuó: “Al contrario, renegar y maldecir acidifica el cuerpo y el cuerpo acidificado se enferma”.

La felicidad, el bienestar y la resiliencia son capacidades humanas que requieren de la voluntad, decisión y disposición constantes; no se pueden olvidar como las dietas. Tu felicidad no es el concepto que otros determinen de ella, se sirve al gusto, es evidente en nosotros y en los otros, quien la finge se delata porque es un rasgo consistente y congruente. La felicidad va bien acompañada con todo, se come despacio, se saborea sin compulsión, es provechosa. Se aplica, esparce o unta como mantequilla de maní. Hay zumo de felicidad, como el que nos tomamos en la sala de arribo de los aeropuertos con los visitantes inesperados y urgentes envueltos en abrazo. Quizás ya tienes cómo ser feliz y no lo has probado.

 

Alfredo(08585)28 de abril de 2024 - 03:38 p. m.
La vida tiene múltiples dimensiones y significados más allá de la felicidad, como el crecimiento personal, la contribución a la sociedad y la búsqueda de la verdad.
JOSE(mpvhd)28 de abril de 2024 - 02:21 p. m.
Una buena reflexión. Pienso que la felicidad tiene una doble dimensión. Uno mismo y los demás. No porque se sienta bien individualmente ya todo está bien. Por eso alguien dijo que la felicidad se fundamenta en una buena y positiva relación consigo mismo y con su entorno: los demás seres humanos, la naturaleza e, incluso Dios.
leunamuno(9808)28 de abril de 2024 - 12:53 a. m.
El título lo llevó a confundir a Pepita Gómez con "gomitar" pepitas. Dan grima estos temas tratados por cualquier charlatán. Lo digo porque me siento irrespetado. Pues mi tiempo vale y mi inscripción también.
  • leunamuno(9808)28 de abril de 2024 - 02:56 p. m.
    Si en algún momento se siente amargura es porque se conoce la felicidad, quien no ha estado en la cima jamás sabrá que es la sima.
  • Fernando(36087)28 de abril de 2024 - 04:50 a. m.
    Pues a mí me ha gustado mucho esta columna. Como con la definición de felicidad: “entre gustos no hay disgustos”. Dejá la amargura, leunamuno :-)
  • Jair(m02z1)28 de abril de 2024 - 02:29 p. m.
    Eres feliz ????
Hernando(58851)28 de abril de 2024 - 12:33 a. m.
El renegar es una explosión psicológica que libera de una mortificación; se siente como que sana una herida, a gran costo, claro.
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