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Cambio de foco en la paz

Cristina de la Torre
20 de febrero de 2024 - 02:05 a. m.

Tras un año largo de altibajos y desatinos de Danilo Rueda, Otty Patiño —el nuevo comisionado— reencuentra por fin el propósito estratégico que da sentido a una negociación de paz: erradicar toda gobernanza de ilegales armados en el territorio y lograr su reincorporación a la vida civil, sin fusiles y ateniéndose a la ley. Se trata de devolverle al Estado el monopolio de la fuerza y de la justicia en todos los rincones del país y volcarlo al cambio social, que es prenda de paz.

Empieza Patiño por encarar a la contraparte que viola, una y otra vez, el cese al fuego. Paro armado del ELN en el Chocó, ataque del EMC a una ruta escolar con saldo de dos muertos y a una patrulla del Ejército en Cauca son actos de deslealtad con los acuerdos pues el cese no es permiso para delinquir, les dice y advierte que la fuerza pública podrá actuar en forma “pronta y eficaz” para prevenir y neutralizar hechos de esa laya. Violaciones que confirman el doble rasero de estos grupos: mientras ensanchan su guerra y sus dominios, hablan de paz en la mesa y pontifican y exigen y se indignan y ultrajan la dignidad del presidente. ¿Cuántos de los 27.000 confinados por el último paro armado del ELN acudirán al llamado? ¿Cuántos entre los dolientes de sus decenas de miles de secuestrados? Pero sueñan los elenos con copar el paisaje entero de la política liderando ellos, emisarios del pueblo, la participación de la sociedad toda en la construcción del país añorado. Y querrán colonizar proyectos de laboriosa factura como los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), primeros en resultados de la implementación del Acuerdo de Paz.

El cese al fuego ha traído raudales de oxígeno a los armados que lo suscriben y poco o ningún alivio a las comunidades en los territorios. Para ellas la cosecha no es siquiera franciscana (como lo aventura mi pasada columna) y para aquellos es ventaja de libre acción, ahora sin acometida de la fuerza pública, hasta prevalecer por bala y acorralamiento de la población. Sostiene María Victoria Llorente, directora de la FIP, que la reducción de índices de violencia en algunas zonas no responde al cese del fuego sino al asentamiento del grupo armado que venció a sus contendores en disputa por el control de economías ilegales, del territorio y de sus gentes. Pero no cesa allí la crueldad del amo contra los pobladores: este atempera el espectáculo de sus excesos refinando métodos.

Los PDET son parte del punto uno del Acuerdo de Paz, que busca cambiar la estructura del campo, asegurar los derechos de la población y revertir la miseria y el conflicto. Los PDET priorizan las zonas más pobres y martirizadas por la guerra, 170 municipios, para acelerar su desarrollo mediante trabajo de comunidades y autoridades a la par. A octubre de 2023, se habían registrado 33.007 iniciativas en educación, salud, reactivación económica, producción agropecuaria, seguridad alimentaria y construcción de paz, producto de 16 encuentros comunitarios en las 16 subregiones que ejecutan ya sus planes de desarrollo.

Acaso el avance hacia aquellos objetivos en los diálogos derive, por su propia dinámica, en supeditación del cese al fuego a dos ceses previos que las comunidades piden a gritos: cese de hostilidades contra ellas, íntimamente atado al cese multilateral del fuego entre armados. Y extensión de los PDET a un número creciente de municipios. Garantía de su carácter genuinamente democrático será que el Estado preserve con celo la iniciativa sobre ellos. Con su cambio de foco en la negociación, reaviva Patiño la esperanza de paz. Y el presidente Petro cierra con broche de fierro al notificarle al Clan del Golfo: “Si no son capaces de desmantelar sus grupos, serán destruidos por el Estado”.

Cristinadelatorre.com.co

 

Edgar(40706)21 de febrero de 2024 - 04:00 p. m.
Lo comparto totalmente.
Alfredo(08585)21 de febrero de 2024 - 12:15 a. m.
La legitimidad del estado para poseer el uso de la fuerza y las armas radica en el consentimiento implícito o explícito de la población, así como en su capacidad para garantizar la seguridad y el orden público. Esta legitimidad se fundamenta en el contrato social, donde los ciudadanos delegan el monopolio legítimo de la fuerza al estado a cambio de protección y justicia.
Hernando(58851)20 de febrero de 2024 - 11:37 p. m.
El ataque a una ruta escolar no puede ser, simplemente una deslealtad, ni el paro armado que origina grandes perjuicios, cuando no , también crímenes.
Fernando(70558)20 de febrero de 2024 - 11:13 p. m.
Ya es tiempo de que en la mesa de diálogos, para continuar, se pongan los puntos sobre las íes para determinar de manera precisa, clara, y se establezcan las salvedades que se consideren necesarias sobre el verdadero significado del cese al fuego y las consecuencias definitivas de su quebrantamiento. La experiencia en tantos años de diálogos con las distintas insurgencias, permite que esto sea posible. Además, ELN debe demostrar su unidad de mando para continuar en la mesa.
Edgar(87550)20 de febrero de 2024 - 10:37 p. m.
El ELN debe ponerse serio con la ppta de paz del gobierno y articularse a las nuevas imaginaciones y diseños de política para los necesarios y exigentes procesos de transición civilizatoria. Ya es el tiempo de reinventar la política. Contra los otros armados requerimos mucha educación para que niños y jóvenes opten por los horizontes de paz y justicia, de vida digna y libertad. Justicia contra el reclutamiento forzado.
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