
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El curso del fallido proyecto de ley estatutaria de educación nos enseñó más claramente unas cosas que ya sabíamos y que incumben a otros sectores.
Hecho #1: El Ministerio de Educación elaboró el proyecto a puerta cerrada y luego creyó que socializarlo en audiencias públicas de mayoría de adeptos bastaba para construir “consenso”. Si ya es un error pensar que el “consenso social” es simplemente el que se consigue con los activistas de “los movimientos estudiantiles y profesorales, sindicatos y trabajadores”, pretender que el “consenso social” hace innecesario el consenso político y técnico viene de la misma matriz de “el pueblo ordena, yo lo interpreto”, sin molestas instituciones de por medio.
Cuando la Comisión Primera del Senado escuchó en audiencia pública las voces técnicas y representativas de instituciones, la fuerza de los argumentos (la dimensión deliberativa de la democracia) condujo al consenso o acuerdo político plasmado en la enmienda del proyecto, avalada por los 21 senadores. Que el ministerio hubiera “escuchado a más de 22.000 personas” no garantizaba que el proyecto fuera bueno.
Lección #1: los consensos políticos y técnicos de la democracia representativa son más efectivos y legítimos que los consensos sociales manipulables de la democracia directa, que sustituye la opinión delegada de la mayoría (“un ciudadano, un voto”) por la opinión de la minoría que asiste a la asamblea o a la manifestación.
Hecho #2: El consenso político en la Comisión Primera del Senado entre el gobierno, su bancada, la oposición y los independientes se hizo con la ministra Aurora Vergara y la senadora María José Pizarro, en torno a un texto razonable. Fecode reclamó que el ministerio de Educación no le consultó la enmienda y se fue a paro indefinido para hundir el proyecto, con consignas que configuraban una “traición” del gobierno y su bancada.
El presidente Petro, entre defender el consenso político de la Primera del Senado como una muestra del “Acuerdo Nacional” que ha dicho querer, o sumarse al discurso radical de Fecode, optó por ir más lejos en el ataque a la participación privada en la educación, asociándola, por principio, a la corrupción.
Lección #2: Fecode cogobierna de facto la política educativa, mediante veto con paros docentes (y los acuerdos colectivos con el MEN). Y lección #3: el presidente Petro no quiere un Acuerdo Nacional, sino imponer su ideología.
Hecho #3: El proyecto de ley estatutaria para regular el derecho de la educación tomó por sorpresa al sector porque nadie estaba diciendo que era una necesidad para resolver problemas acuciantes. La jurisprudencia de la Corte Constitucional ya está ahí. “Sistematizarla”, como se dijo, fue la excusa para buscar meter el sesgo estatista y socialista en un sector donde la Constitución tiene un mandato equilibrado. Lección #4: Si no es necesario, no lo intente y no se meta con la Carta.
En la historia de cómo lo que parecía inevitable, apabullante tras la Plenaria de Cámara se volvió evitable en el Senado, hay muchos méritos, entre ellos: de los senadores David Luna y Paloma Valencia, de Diálogos de Futuro y Connect Bogotá, de Ascun, de Natalia Ariza. Gran trabajo.
