Adelantarla de la etapa 3 a la 2 puede destrabar el regreso a los jardines y a las aulas.
Antes de la pandemia teníamos crisis educativa, no asumida como tal sino como parte de las cosas mediocres que sobrellevamos. La pandemia del COVID-19 prácticamente suspendió el servicio educativo para buena parte de la población estudiantil, y hoy la conciencia de la crisis desencadenada es cada vez más aguda.
Sin embargo, la conversación sobre el retorno a la presencialidad escolar parece en un punto muerto. No es una prioridad nacional y predominan los oídos sordos entre los abanderados de la urgencia (académicos) y los de la precaución (Fecode).
Algunos piden mirar hacia la viceministra de Educación Preescolar, Básica y Media para presionarla porque solamente vamos en un 10% de estudiantes en alternancia. La situación amerita mirar hacia el presidente de la República.
Si el presidente Duque adelanta para abril la etapa de vacunación del 100% de los profesores de preescolar y básica primaria, secundaria y media, enviaría una señal correcta, cambiaría la conversación y podría demostrar mejor su compromiso con la equidad.
Según lo previsto por decreto, los docentes van después de la población entre 60 y 79 años, y de los trabajadores de la salud de la segunda y tercera línea, y en la misma etapa (3) con la población de 16 a 59 años con comorbilidades.
El personal de la educación pública y privada, y no solamente los docentes, e incluyendo a las madres comunitarias y a los empleados de los operadores de ICBF que atienden a la primera infancia, no debe sumar más de 700.000 personas. Los docentes oficiales son un poco más de 300 mil.
Es una pequeña fracción dentro de la meta del 70% del total de la población para adquirir “inmunidad de rebaño”, que hace la diferencia para el crecimiento de 12 millones de niños y adolescentes.
Si el presidente instala en su programa televisivo de “Prevención y Acción” un contador del número de instituciones educativas y de estudiantes que entran en alternancia presencial, haría gran pedagogía justificando haber adelantado o priorizado la vacunación del personal de la educación.
No estaría de más un contador presidencial para la conectividad estudiantil en sus casas porque la alternancia, con suerte, es del 50%. En muchas aulas se hacinaban de 30 a 45 alumnos y con la distancia física de bioseguridad, la alternancia será menor al 50%. Es decir, todavía tendremos una situación de grave anormalidad educativa (donde los profesores deben repetir dos y tres veces la misma clase, algo que olvidan algunos, así como la renuencia de muchos padres de familia a la alternancia por temor).
El otro mensaje que me permito recordar, con la sensación de quien lanza palabras al viento, es: “La urgencia de evaluar para nivelar a los estudiantes en 2021” (21/01/2021), ya que perdimos la oportunidad de “Declarar el año escolar como de transición, evaluación, nivelación y experimentación” en 2020 (13/04/2020), con otra columna de insistencia aquí.
Los resultados de Saber 11 de 2020 son una aproximación al impacto de la pandemia, como ayudaron a analizar Luz Karime Abadía (de la Javeriana) y Alejandro Ome. Pero se necesita evaluar a los que siguen en el sistema y el ICFES todavía no anuncia el cronograma de aplicación de Saber 3, 5 y 9.
Si la conversación nacional incluyera “vacunación de profesores ya” y “evaluación y nivelación de estudiantes por pandemia” estaríamos en buena dirección. Y eso ayudaría a pasar en el Congreso legislación de emergencia para enfrentar la crisis educativa a fondo. Pero la realidad es otra.