Pese a las positivas sorpresas que desató el nuevo gobierno, no son pocas las inquietudes que surgen al repasar los graves y recurrentes problemas del país. A ellos se suma el legado negativo de Duque, como la inmensa deuda pública que nos dejó. Del complejo país que recibió en 2018 no corrigió nada significativo. Por el contrario, los problemas sociales se agravaron y la economía fue víctima de un presidente botaratas.
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Pese a las positivas sorpresas que desató el nuevo gobierno, no son pocas las inquietudes que surgen al repasar los graves y recurrentes problemas del país. A ellos se suma el legado negativo de Duque, como la inmensa deuda pública que nos dejó. Del complejo país que recibió en 2018 no corrigió nada significativo. Por el contrario, los problemas sociales se agravaron y la economía fue víctima de un presidente botaratas.
A Colombia también la aflige el deterioro ambiental planetario que afecta a la humanidad y que se manifiesta en distintos frentes, como el exceso de lluvias, las inundaciones y las olas de calor que se han apreciado en Europa, Asia y Norteamérica. Sin embargo, a los negacionistas de ayer se suman los de hoy. Es inconcebible que mandatarios de grandes países, como Estados Unidos y Brasil, insistan en la inexistencia del deterioro ambiental en ascenso acelerado.
En este país que sobresale por su ubicación y su compleja geografía llama la atención varios frentes de deterioro de la naturaleza. Hay cinco regiones principales muy ricas y distintas, con fuentes hídricas, vegetación, especies animales y muchos otros elementos que se articulan de manera frágil. Esta situación está ya está a la vista y despierta la atención en diferentes medios de comunicación. El último caso que se divulgó salió hace poco en la primera página de este diario. Bajo el título Perdiendo la conexión, se muestran efectos de la deforestación que rompe con la conectividad entre los bosques amazónicos y andinos, con efectos negativos más grandes que los mismos hábitats talados.
La ilusión de una política ambiental hace parte de las “ilusiones” reflejadas en la ruptura de la tradición política que representa el actual gobierno. Tal ruptura comienza a evidenciar factores que se veían como favorables para el fortalecimiento nacional, como nombramientos de reconocidas figuras en altos cargos oficiales, ensanches burocráticos en instituciones estatales y mejoras salariales en la administración pública. Estos y otros asuntos conforman nuevos desafíos para posibles reformas por parte de un régimen que muestra sus primeras luces al amanecer. Además de urgentes cambios en el deterioro de la economía, en las desigualdades sociales, en la corrupción en instituciones estatales y privadas, y en la inseguridad ciudadana derivada de múltiples violencias, cabe mirar también cómo se frena el creciente deterioro ambiental.
Hay numerosas personas que han transitado en los últimos años por las rutas de los sorpresivos caminos que emergen alrededor de los crecientes problemas medioambientales y que, además, atraen a nuevos aspirantes a incursionar profesionalmente por tales rutas. En los análisis que comienza a plantear el nuevo gobierno necesariamente surgirán políticas para enfrentar los problemas ambientales. En ello habría que tener en cuenta que si no se logran encaminar procesos orientados hacia soluciones sostenibles frente a los desgastes de la naturaleza, harán fracasar otros cambios como los señalados, que aparecían en el horizonte político como lo fundamental.