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Hoy registro el horror de que dos de quienes en 1985 fueron mis primeros estudiantes de Antropología en la Universidad Nacional figuren como víctimas de la derecha instalada hace nueve meses. El uno, Carlos Rosero, estuvo a punto de perecer en el atentado de Lomitas junto con la lideresa Francia Márquez y otros dirigentes del Proceso de Comunidades Negras. Los salvaron dos agentes de la UNP heridos de gravedad.

Un mes más tarde, hacíamos parte de una comisión más amplia que participaría en el taller sobre resolución pacífica de conflictos. Pilar también lo había propuesto. Nos encaramábamos al platón de una volqueta que llevaba la remesa a Tacueyó, para tener que bajarnos a los cinco kilómetros en un retén del Ejército. Mientras nos requisaban, los soldados nos pedían que le dijéramos a Pizarro que pronto irían por él.
Al taller también invitaron a estudiantes de bachillerato del Cauca, y lo inauguraron niños indígenas, quienes en la iglesia del pueblo cantaron el himno nacional en nasa y representaron bailes tradicionales. De las exposiciones, la más impactante fue la de Marcos Yule Yatacué, alumno de la primera promoción de la maestría en Lingüística de la Universidad de los Andes y hoy en día uno de los adalides más destacados de su pueblo. Se refirió al sistema nasa de justicia, incluyendo a la que hoy todo el mundo conoce como guardia indígena.
* Agradecido con Laura Morales del Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, quien logró que mi libro “Afroanimismo” pudiera ser lanzado el 3 de mayo en la Filbo que acaba de terminar.
** Ver “21 lecciones para el siglo XXI”, págs. 228-233.
