Como lo hizo en 2015 con las letras de Hasta la raíz, en su más reciente álbum, titulado De todas las flores (2022), la cantautora mexicana Natalia Lafourcade alcanza un nivel de excelencia que da a sus composiciones el rango de poesía: “De todas las flores que sembramos/ solo quedan unas encendidas./ Cada mañana se preguntan/ cuándo llegarás para cantarles”.
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En este sentido, estrofas de su canción “Muerte” se pueden equiparar tranquilamente con las coplas que Jorge Manrique escribió a la muerte de su padre cinco siglos atrás: “Le doy gracias a la muerte/ por enseñarme a vivir,/ por invitarme a salir/ a descifrar bien mi suerte.// Tomando mi mano fuerte/ llenándola de vida/ es como del mal me cuida/ aferrándome al presente”.
Pese a ser parte de la industria del espectáculo, y de haber recibido todos los premios —un Óscar a mejor canción original, tres Grammys, quince Grammys Latinos, tres premios MTV—, la Lafourcade no se ha dejado atropellar ni obnubilar por el show business ni por el star system. Por el contrario, ha consolidado su carrera sobrevolando las tendencias de moda, dando prelación a su búsqueda interior como ser humano y sus exploraciones artísticas.
Mexicana hasta los tuétanos, ese camino la condujo a las raíces de la música popular mexicana, permitiéndole reinterpretar el legado de Agustín Lara, Chavela Vargas, María Grever y Juan Gabriel, base de sus álbumes Mujer divina, Musas I y II, y Un canto por México I y II. “Hasta la raíz”, “Tú si sabes quererme”, “Un derecho de nacimiento”, “Una vida”, “Nunca es suficiente”, “Mi tierra veracruzana” y “Lo que construimos” son algunas de las entrañables canciones que la consagraron como compositora, una faceta que retomó en esta ocasión para crear los doce temas que integran el ramillete De todas las flores.
En este diario musical íntimo, Natalia entreteje tres asuntos fundamentales: la muerte, el amor y el desamor, y la relación con la naturaleza y la soledad como fuentes de inspiración y conocimiento. La muerte está presente en “Vine solita”, “Muerte” y “Que te vaya bonito, Nicolás”, una canción dedicada a un sobrino fallecido en 2021: “Que te vaya bonito, Nicolás,/no tengas miedo de dejarnos en silencio/ que la noche y el rocío te abrazaron/ y la luz de nuestras velas te ha llevado”. Los temas “Llévame, viento”, “Pajarito colibrí”, “María la curandera” y “Canta la arena” tienen como trasfondo viajes, personajes y lugares determinantes en la vida de la autora, como es el caso de su vínculo con las enseñanzas de la chamana María Sabina, de quien adaptó una plegaria en el homenaje “María la curandera”, gracias a la cual pudo redescubrir su fuerza como mujer sanadora y la importancia de estar conectada a la tierra: “Cúrate, mijita, el dolor con nuestra luz del sol/ y los rayos de la luna. (…) Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores,/ que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores”.
Respecto a la cuestión del amor y el desamor, que atraviesa el resto de composiciones, Lafourcade ha contado que una serie de rupturas le ayudó a entender que la realización amorosa, en principio, tiene que ver con cultivar el amor propio, y que esos desastres le brindaron “una oportunidad para volver en mí y cuidar de ese jardín interno que soy y al cual necesitaba volver para construir un mundo en donde pudiera integrar, desde ese espacio, una nueva etapa en mi vida”.
La primera estrofa de “El lugar correcto” sintetiza el núcleo de esta experiencia: “Perdona que me tuve que ausentar por un momento,/ tenía una cita que atender conmigo misma./ Había olvidado como ver en un espejo,/ en mi rostro, en mis ojos, lo que habita en mi universo”. Un planteamiento que se compagina con la separación asumida en “Pasan los días”: “Yo solo quiero abrazarte./ En esta nuestra despedida mirarte arrancar y en la distancia amarte”.
El jueves 24 de agosto, tras disfrutar el privilegio de asistir a la única presentación que Natalia Lafourcade hizo en Colombia durante la gira promocional “De todas las flores 2023″, bendito entre las cuatro mujeres que me acompañaban, abordé el carro que nos llevaría de regreso a casa. Íbamos comentando los pormenores del concierto, cuando a la conductora elegida se le ocurrió compartirnos una playlist. Entre canciones de Julieta Venegas, Mon Laferte y Lila Downs llegamos a un semáforo y de repente Shakira empezó a cantar: “Una loba como yo no está pa’ tipos como tú, uh, uh, uh, uh./ A ti te quedé grande y por eso estás con una igualita que tú, uh, uh, uh, uh”.
Se hizo un silencio tenso que no quise profanar con comparaciones odiosas. Consciente de que en el vehículo iban madres que suelen caer extasiadas bailando junto con sus hijas las canciones de la loba barranquillera, me mordí la lengua y vi para mis adentros la diferencia abismal que hay entre la evolución y la involución de una artista.
CODA
Por su álbum De todas las flores, Natalia Lafourcade ha sido nominada en cinco categorías de los Premios Grammy Latinos 2023. El cantautor colombiano Gregorio Uribe, sobre quien escribí una columna a finales de enero, también está nominado, en la categoría de mejor álbum de cumbia/vallenato, al lado de figuras como Carlos Vives y Silvestre Dangond. ¡Que ganen los mejores! (Natalia y Gregorio, por supuesto).