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Sin borrón y cuenta nueva

Camilo Vega Barbosa

04 de noviembre de 2021 - 06:09 a. m.

La ley de borrón y cuenta nueva, que se sancionó la semana pasada, no le servirá a los morosos que más lo necesitan: los recurrentes, los que llevan años en esta condición. Esta norma da la oportunidad de borrar los reportes negativos en centrales de riesgo en menos de seis meses si el usuario salda sus obligaciones pendientes dentro del próximo año. Lo que le permitiría volver a recibir financiamiento en la banca tradicional. Pero, ¿de qué le sirve una amnistía a deudores que no tienen con qué pagar?

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Paradójicamente la ley desconoce la dura realidad económica que enfrentan los morosos recurrentes del sistema financiero: se destacan por su inestabilidad laboral, pocos o ningún ahorro y suelen tener deudas en el mercado informal que está fuera del radar de las centrales de riesgo. No tienen forma de saldar sus obligaciones en un periodo de 12 meses.

La única alternativa es recurrir a un refinanciamiento. Pero, los morosos recurrentes son precisamente el grupo que el sector financiero exilió. Será muy difícil que un banco se atreva a realizar una reestructuración o una compra de cartera.

Por esto, para aprovechar los beneficios del borrón y cuenta nueva se verían forzados a buscar a un familiar o un amigo que le preste el dinero con la promesa que cuando su historial sea limpiado, y pueda pedir de nuevo créditos formales, les pagará de vuelta.

Pero es una estrategia que pocos están en la capacidad de implementar pues requiere una red de apoyo pudiente y fuertemente solidaria. Además, es peligrosa y nociva en el sentido que impacta las finanzas de una segunda persona.

El mismo texto de la ley de borrón y cuenta nueva identifica las personas a quien verdaderamente le sirve esta amnistía: a quiénes golpeó fuertemente la pandemia, los que tenían deudas de bajo monto sin pagar y que desconocían, y estudiantes y otros tipos de usuarios que los modelos de valoración de riesgo ha mostrado poca empatía. Pero no hay nada adaptado para los mayores grados de morosidad.

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El problema fue que los autores del proyecto de ley mostraron desde el comienzo a los bancos como los villanos de la historia. Pero en realidad eran aliados clave para aumentar el impacto del borrón y cuenta nueva, solo así se podían estudiar opciones de refinanciamiento para morosos recurrentes. Y la historia reciente demostró las ventajas de este tipo de cooperaciones.

El mejor ejemplo es el Programa de Acompañamiento a Deudores (PAD): una iniciativa histórica que dió alivios focalizados para los millones de colombianos que no pudieron pagar sus créditos por la crisis del COVID-19. La apuesta permitió refinanciar más de $37 billones, o mejor dicho, evitó que $37 billones entraran en mora y que millones de colombianos quedaran excluidos de financiamiento formal.

La ley que se sancionó la semana pasada tuvo que haber incluido un esquema consensuado similar al PAD. Por esto, los morosos recurrentes se quedaron sin el borrón y sin el cuenta nueva.

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@camilovega0092

Por Camilo Vega Barbosa

Economista y periodista especializado en temas de finanzas personales, economía internacional, sector financiero y construcción. Autor del libro “Guía para no estar pelado”.@camilovega0092jvega@elespectador.com
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