Todo es furia en Colombia. Furia contra la derecha, furia contra la izquierda, furia contra el presidente, furia contra los vándalos, furia contra la policía, furia contra los manifestantes, furia y más furia. No lo digo yo, lo dicen las noticias, los asesinatos de siempre, las preocupantes desapariciones de las últimas semanas.
Lo ha venido diciendo Soda Estéreo en las últimas décadas y apenas nos hemos dado cuenta. Creímos que era la ciudad pero es el país, y la letra de la canción resuena más que nunca en un momento donde escasean soluciones: “Donde nadie sabe de mí y yo soy parte de todos (…) En sus caras veo el temor (…) Ese destino de furia es lo que en sus caras persiste”.
¿Cómo se ha llegado por ejemplo a creer que militarizar una ciudad es una solución viable y no un acto de desesperación? ¿Cómo un tipo como Uribe sigue hablando en sus entrevistas de falta de autoridad, sugiriendo tácitamente el uso exacerbado del monopolio de la violencia estatal y echándole la culpa a los acuerdos de la Habana? ¿En serio nos quiere hacer creer que Colombia, un país casi tan conservador como la Alemania nazi, será otra Venezuela? Y si llegara a serlo, el primer responsable sería el gobierno actual.
El hecho de que la gente salga a las calles a expresar su furia contra las manipulaciones políticas de toda la vida no significa que el país se vaya a convertir en lo que Uribe dice. Su intención de seguir manoseando la opinión pública, apoyado por la peligrosa subjetividad de Salud Hernández-Mora, solo pretende justificar más violencia y hacer explotar la furia de todos. Dividir para vencer, crear el caos para inventar luego que se trajo el orden, aconsejar a Duque dizque de forma “constructiva” en un medio de comunicación internacional con la única intención de meter más presión, más miedo, más desorden.
Con entrevistas chespiritescas como esa, “sin querer queriendo”, se entiende que la furia se desborde. ¿Dónde se meten los que pueden ayudar a desbloquear lo que está pasando? ¿Tenemos que seguir viendo muertos y más muertos como si no fuera nada? ¿Queremos seguir acostumbrados a un país que lo único positivo que nos ha traído como sociedad es una sufrida resiliencia?
La furia en todas partes expresa exactamente eso: estamos hartos de tener que vivir siendo resilientes frente a tanta violencia; hartos de tener que acostumbrarnos a que esa es la vida y que es mejor aceptarla tal cual; hartos de tanto político corrupto, mafioso y lenguaraz; hartos de medios de comunicación incendiarios como Semana.
Por desgracia, esto no parece tener final y si lo tiene no parece tan feliz. Ya nos hemos hecho demasiado daño como para seguir en las mismas y hay que ponerle un freno. Pero no, siempre habrá alguien que atice el fuego como el ministro de Justicia cuando nos quiere hacer creer que todo es una conspiración para desprestigiar al país. ¿En serio?
Ojalá que cese la furia de unos y otros, la furia que sentimos todos de no poder pasar la página de la guerra, la furia de sentirnos con las manos atadas para hacer reaccionar a un presidente de trapo; un presidente que no entiende lo que está pasando y que fue elegido para hacernos ver de que ya es hora de dejar de votar por el que diga Uribe.
@jfcarrillog