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La perspectiva económica y ambiental para el primer año del gobierno del presidente Petro es muy compleja. Aunque un economista de la talla y experiencia del doctor José Antonio Ocampo esté al frente de la cartera de Hacienda, no es posible esperar milagros; en lo ambiental y económico hay grandes retos y pocos recursos financieros.
Uno de los retos es cómo disminuir el subsidio a los combustibles fósiles que se ha incrementado en la medida en que el Gobierno Duque no aumentó precios, a pesar de la gran escalada que se ha venido dando en el mercado internacional. Si no hubiese subsidios, según Felipe Bayón, en mayo de 2022 deberíamos haber pagado cerca de $20.000 por un galón de gasolina. Mantener los precios de la gasolina y el diésel estables ha generado un incremento insostenible del déficit del Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles, que entre el segundo semestre de 2021 y el primer trimestre de 2022 ascendía a $14,1 billones, lo cual genera un déficit importante para las finanzas públicas. Al presentar el Marco Fiscal de Mediano Plazo (junio de 2022), el Gobierno saliente anunció que esto obliga a realizar alzas mensuales en los combustibles, se acaba de hacer un tímido ajuste de $150 y la brecha es de $10.000 por galón.
Reducir subsidios a hidrocarburos es tema crítico en todas las convenciones sobre clima en Naciones Unidas. Sin embargo, en las actuales circunstancias, la guerra Rusia-Ucrania, poco y nada tiene que ver la necesaria reducción en el subsidio de los hidrocarburos en Colombia con una estrategia climática de reducción de su consumo. Al contrario, se está generando un déficit que disminuye la posibilidad de asignar recursos para el urgente programa de adaptación al cambio climático. Mientras sube el precio internacional, Colombia sigue aumentando su consumo de gasolina y diésel; para el período 2023-2030, según la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas, la expectativa es de un crecimiento del 3 % anual.
Aumentar los impuestos a las emisiones de CO2, que produce ingresos y es indispensable para la descarbonización, generaría una presión adicional para subir el precio de los hidrocarburos en Colombia, lo que se ve difícil por sus efectos en el costo de vida de los sectores más pobres.
La propuesta ambiental del programa de gobierno de Petro, incluida su estrategia de transición energética, requiere recursos muy superiores a los hoy asignados para la gestión ambiental. Un estudio reciente de Fescol y el Foro Nacional Ambiental (Rudas y Zapata, 2022) demuestra que es necesario incrementar el monto y la eficiencia en el gasto público ambiental. Además, dadas las crisis climática y por pérdida de biodiversidad, los asuntos incluidos en la gestión ambiental son cada vez más complejos y ambiciosos, pero no hay correspondencia entre estos retos y los recursos asignados. Hoy no es claro si habrá recursos adicionales para atender los urgentes temas de adaptación al cambio climático, donde la inacción es mucho más costosa que la acción. Hay ejemplos de inversiones en adaptación que son costo-eficientes, como rediseñar la infraestructura vial para evitar derrumbes y avalanchas, preparar a las poblaciones y definir estrategias adaptativas frente a las amenazas de inundaciones y tormentas tropicales. En síntesis, los efectos de los climas extremos serán menores si invertimos en prevenir sus impactos; hay una estrecha relación entre ambiente, economía, bienestar y manejo del riesgo.
