El gobierno de Emmanuel Macron conformó una comisión de científicos del más alto nivel para diagnosticar el uso de pantallas en niñas, niños y jóvenes y formular recomendaciones para superar los problemas detectados. En esta columna analizo sus principales conclusiones.
El 1 de septiembre de 2025 comenzaron a regir en Francia las recomendaciones del comité científico presidido por la neuróloga Servane Mouton y la psiquiatra Amine Benyamine, experta en adicciones. El diagnóstico entregado al presidente Macron en abril de 2024 bajo el título “Niños y pantallas: en busca del tiempo perdido” es muy completo, profundo y claro. Está en la misma ruta de las conclusiones del psicólogo social Jonathan Haidt en su libro La generación ansiosa y de la exitosa miniserie de Netflix Adolescencia.
Realmente tenemos en frente uno de los problemas sociales más complejos de nuestro tiempo y nos estamos demorando en tomar medidas para proteger la vida de los menores. Destaco algunas de las ideas del diagnóstico:
Primero. Las plataformas captan la atención de padres y niños desde edades muy tempranas. Los menores son expuestos a múltiples riesgos sin ningún tipo de cuidado, apoyo y orientación. Se generaliza el grooming, la pornografía infantil y se suprimen el juego libre y el diálogo familiar. Los niños han sido convertidos en mercancías. La nación, como un todo, debe luchar para impedir que este proceso continúe. El Informe es contundente: “No podemos aceptar que los niños se conviertan en mercancías pegadas a sistemas de recompensas diseñados por expertos en ciencias del comportamiento para ser irresistibles”.
Los padres necesitan soltar sus teléfonos inteligentes y preocuparse de manera prioritaria por el desarrollo social y emocional de sus hijos, hoy descuidado por el énfasis dado al trabajo y a los resultados académicos. Los niños necesitan volver a jugar de manera libre y conversar con sus padres.
Segundo. La comisión se muestra alarmada por la facilidad con la que se divulgan ideas misóginas y machistas en las redes. Al respecto dice: “Los estereotipos sexistas empiezan en casa, continúan en la escuela y se expanden en línea”. Las plataformas imponen ideales de belleza en las adolescentes. Estos ideales cosifican a la mujer y ponen en riesgo su alimentación y su salud mental. En 2022, una de cada tres adolescentes afirmaba tener ideación suicida recurrente. Una tragedia de dimensiones impensables que sucede ante nuestros ojos sin que hayamos tomado medidas para impedirla.
Tercero. Las plataformas han hecho lo que han querido sin el más mínimo control del Estado, los padres o la sociedad. En promedio, cada hogar francés dispone de diez pantallas. Los niños comienzan a usar internet solos alrededor de los 6 años y diez meses. El 87 % de los mayores de 12 años posee un teléfono inteligente y su promedio de uso es de 4 horas 11 minutos al día. El 93 % de los niños de 10 a 17 años afirman jugar videojuegos con alguna regularidad. Así mismo, aunque supuestamente no es permitido, el 56 % de los menores de 12 años posee cuentas en redes sociales. Esta incoherencia se explica porque hasta el momento el acceso a redes ha sido anónimo y sin supervisión alguna por parte de las plataformas, las familias o el Estado.
Cuarto. Las redes han deteriorado de manera sensible el sueño, la atención, el lenguaje, los vínculos, el aprendizaje y la salud mental de los menores. Los jóvenes de 15 años están durmiendo diariamente dos horas menos de lo aconsejable para su edad sin que siquiera se enteren sus padres. Se la pasan jugando virtualmente en las noches. La soledad, la depresión y la ideación suicida van en camino de generalizarse entre niños y adolescentes.
Frente a este muy oscuro panorama, la comisión propone:
Primero. Aplazar nacionalmente el acceso a tabletas, pantallas, celulares inteligentes y redes. Recomienda eliminar por completo las pantallas antes de los 6 años y establecer la mayoría de edad digital a los 15 años. En consecuencia, se debería permitir el acceso a smartphone y redes solo después de los 15 años. Antes se recomienda el acceso a teléfonos sin internet.
Segundo. Prohibir el uso de teléfonos inteligentes en primaria y secundaria en todo el país. Pese a ello, se considera esencial formar a niños y jóvenes para que detecten noticias falsas y validen la información que reciben antes de compartirla. (La mitad de los jóvenes reconoce haber divulgado fake news). La comisión también considera esencial formar a padres y maestros en tecnología. La prohibición es necesaria, pero no resuelve el problema si no está acompañada de formación de calidad brindada a toda la comunidad. Niños y jóvenes deben ser formados en tecnología digital tanto dentro como fuera de la escuela. Ellos deben comprender las oportunidades y los peligros que representa. Contrario a lo que se cree, la mitad entiende muy poco el mundo digital.
Tercero. Buscar con la Unión Europea elementos legales que impidan a las plataformas usar mecanismos adictivos para garantizar que los usuarios sigamos enganchados a ellas. Al respecto, el primer ministro de España ha propuesto a la Unión Europea prohibir el anonimato, exigir la revelación del algoritmo y responsabilizar a las plataformas por lo que pase en ellas. Las propuestas de Pedro Sánchez van en el camino correcto para poder poner en cintura a las empresas más poderosas de la historia.
Cuarto. Dar un lugar esencial en la escuela a la educación para la convivencia. Los problemas de convivencia están ahora sistemáticamente atravesados por las dinámicas de los entornos digitales, que los amplifican y agudizan. La educación tiene que garantizar, ante todo, una sana convivencia entre los miembros de una comunidad. Debe fortalecer las habilidades psicosociales, la empatía, la solidaridad, el trabajo en equipo y la comprensión de los otros. Todo eso se ha debilitado con la generalización de la virtualidad. De allí el énfasis que debe poner la escuela en estos aspectos.
Quinto. La comisión considera esencial invertir masivamente en el desarrollo de alternativas fácilmente accesibles que permitan a los jóvenes escapar de la situación de estar siempre en pantallas. De esta manera, se deben redescubrir actividades y realidades distintas de las que ofrecen televisores, pantallas y ordenadores. Para lograrlo, es esencial fortalecer el arte, el deporte y la cultura.
Colombia está en mora de investigar y reflexionar muy seriamente cómo enfrentar la hiperconectividad que vivimos. Las pantallas y los celulares inteligentes se entregan a bebés y niños para que los padres sigan en sus actividades de recreación y trabajo. Si no estudiamos seriamente este problema y no tomamos los correctivos como sociedad, muy seguramente un grupo de congresistas creerá que la solución mágica es prohibir celulares, pero sin realizar la formación necesaria a padres, maestros y niños, sin invertir en alternativas de recreación pertinentes para los jóvenes y sin meter en cintura a las plataformas. Es decir, sin hacer ningún cambio cultural.
Sin duda, la experiencia francesa nos podría ayudar a enfrentar un complejo problema que está afectando muy seriamente la salud mental y el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes.