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El heroico columnismo de los fajardistas

Julio César Londoño
21 de mayo de 2022 - 05:30 a. m.

Leí esta semana las columnas de cuatro señores muy inteligentes, fajardistas y desganados, como todo lo que viene de este excéntrico centro.

En su columna de El Espectador, Daniel García-Peña acusa a Petro de megalómano. Tiene razón, pero olvida que el delirio es parte esencial del cuadro clínico de todos los candidatos. Quién en su sano juicio recorre el país diciendo que sí existen remedios contra la tiña y la pobreza, el narcotráfico y la corrupción, los vicios de los hombres y las iras de Dios. Que él tiene la pócima milagrosa y que los demás candidatos son chambones irredentos. Si un candidato no es capaz de vociferar su pomada filosofal con absoluta convicción, más le vale que le cargue la maleta a un concejal.

Al final, Daniel confiesa que votará por Fajardo en la primera vuelta, pese al “desastre” de la campaña y del centro, y que en la segunda votará contra el peor (casi dice Fico). Dios lo oiga, Daniel. El 19 de junio olvide sus peleas con Petro y vote pensando en Colombia.

Enrique Santos escribe una columna estoica en Los Danieles, nos recuerda que Francia pelechó con el socialismo de Mitterrand, cuya elección celebró tomando champaña con Gabo y Plinio en la Plaza de la Bastilla, y se faja un párrafo digno de Contraescape, su magnífica columna en los buenos tiempos de El Tiempo:

“Petro viene del M-19, cierto. El M-19 venía de la Anapo y del rojismo opositor del Frente Nacional; el MRL de López Michelsen venía del liberalismo radical de Gaitán y de la Revolución en Marcha de su padre, López Pumarejo; las Farc, de la guerrilla liberal y Guadalupe Salcedo; el Eln, de la Revolución Cubana y Fidel Castro… Un tipo como Petro es parte de todo eso y de lo que hemos sido. También Federico Gutiérrez, aunque no sé bien de dónde viene”.

Luego enfila sus baterías: “Con Petro habría populismo costoso, sacadas de clavo con la oligarquía y cambios reales o simbólicos, pero nada de esto sería la hecatombe anunciada”.

Y cierra diciendo que votará por Fajardo en la primera vuelta (lo nombra solo una vez), aunque reconoce que la segunda vuelta será peligrosa para Petro, cosa que no lo desvela porque, gane quien gane, “Quique” seguirá tomando champaña con el fantasma de Gabo y con los ministros del uno o del otro.

Mauricio García Villegas dijo hace ocho días en estas mismas páginas que Petro es un buen presidente para Noruega, que no sabe trabajar en equipo y que votará por Fajardo, el hombre que hará “cambios profundos” y erradicará el odio. (¡La superpomada!).

Salomón Kalmanovitz cree en tres potencias traicioneras: los números, las mujeres y la OCDE. Dice que las mujeres prefieren a Fajardo sobre Petro en una proporción de cuatro a tres. También, que Colombia no puede ser ninguna “potencia de la vida” porque nuestra esperanza de vida es 76,7 años y el promedio de la OCDE es 81 años, y porque la tasa de homicidios es muy alta, 27/100.000 habitantes. Querido Salomón: la primera cifra es buenísima. Que vivamos solo cuatro años menos que los superhombres de los países desarrollados es un milagro divino. La segunda cifra es muy mala, sí, pero ambos, la esperanza y la tasa, son números de la era Duque. ¿Por qué los esgrime usted contra Petro?

Para que no quede ninguna duda de su sectarismo, cierra con este rabioso espumarajo: “Es obvio que votaré por Fajardo en primera vuelta, pero si no alcanza a la segunda me inclino por el voto en blanco”. Es obvio, docto numerista, que usted pertenece a la secta de la ballena blanca.

Yo aplaudo la entereza de estos cuatro señores. Ninguno se sube a los carros de la victoria. Son leales a su candidato, Sergio “Ahab” Fajardo, y exquisitos: Petro es un guiso y Fico un ñero. Los cuatro saben, como el Minotauro de Buenos Aires, que la derrota tiene una dignidad que no conoce la ruidosa victoria.

 

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