Si ustedes —como yo— publican cosas en internet, hay un chance muy alto que estén haciendo actos ilegales. Y no me refiero a las personas que viven de hacer videos para YouTube, podcasts para escuchar en línea o columnas de opinión digitales. No. Estoy hablando de aquellos que suben a su Facebook una foto que alguien más les tomó, de los fanáticos del fútbol que graban el gol y luego lo tuitean o los usuarios de Instagram que van al museo a tomarse selfies con obras de arte.
La mayoría de la gente en redes sociales sube creaciones de otros y como casi nadie pide permiso, pues entonces están infringiendo las leyes de derecho de autor. Mírenlo así: esa foto que les tomó el amigo era una creación de él y tenían que consultarle antes de publicarla como imagen de perfil en Facebook.
La ley es muy estricta y a veces se mete con asuntos más complejas que la foto. Por ejemplo, tuitear con emoción los goles del equipo también nos hace delincuentes. Hemos visto casos donde la empresa que compró los derechos para transmitir los partidos denuncia a los usuarios por hacer videos del juego sin tener autorización. Esa fue la situación que inspiró la etiqueta #NoMásCensuraWinSports. Supuestamente la ley está para proteger a los autores de creaciones artísticas o culturales, es una herramienta para que ellos puedan cobrar por su trabajo. Pero… ¿un partido de fútbol es una obra?
En este punto la ley de derecho de autor deja a muchos cibernautas damnificados, por eso en Cosas de internet (el podcast en el que habló de cosas tecnológicas con Santiago Espinosa), decidimos charlar del tema en el episodio más reciente. Ahí comentamos los absurdos que he mencionado en esta columna (y otros más), también las seis reformas al derecho de autor que ha intentado hacer el Gobierno (fallando siempre, por inepto) y chismes jugosos sobre la televisión cuando trata de hablar de tecnología. Pongan play para reírse un poco de esa piedra gigante en el zapato de internet: el derecho de autor.