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Cúcuta, la bella

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Leopoldo Villar Borda
01 de octubre de 2021 - 04:59 a. m.
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Aura Lucía Mera escribió en una de sus recientes columnas en El Espectador que para conservar la salud mental dejó de ver los noticieros. Las razones de una decisión como esta son muy claras y es fácil confirmarlas al comparar la realidad con lo que muestran las noticias.

En días pasados tuve la oportunidad de visitar Cúcuta, donde se conmemoró en forma muy brillante el centenario del nacimiento de uno de los hijos ilustres de la ciudad, el presidente Virgilio Barco Vargas. La conmemoración coincidió con la Fiesta del Libro, un evento cultural de primera magnitud que se realiza todos los años y ofrece a los cucuteños y visitantes presentaciones de libros, poesía, cine, charlas sobre historia y conversaciones entre figuras destacadas acerca de temas literarios o de actualidad.

La visita me permitió apreciar la distancia que existe entre la imagen catastrófica proyectada en la televisión y la metrópoli real, limpia, ordenada y pujante que exhibe la cara alegre de sus mejores tiempos, a pesar de las dificultades que está viviendo.

Le gana con mucho a Bogotá, porque no hay huecos en las calles, ni se percibe agresividad en los conductores de vehículos, ni los peatones sufren el viacrucis de los bogotanos ni los espacios urbanos se ven invadidos por las gentes afectadas por la pobreza y el desempleo, como las que pululan en Bogotá.

Después de la más intensa oleada de inmigrantes venezolanos, que comenzó hace cinco años y alcanzó su pico hace dos, ya no se registran imágenes como las que vimos cuando el puente Simón Bolívar se llenó de gente y los controles colapsaron en la frontera, que ahora está cerrada. Hay un flujo humano continuo, pero mucho menor, por las trochas a lo largo de la línea fronteriza, que siempre existió en ambos sentidos y después de un aumento volvió a sus niveles tradicionales. Claro está que Cúcuta experimentó una expansión urbana como resultado de la invasión migratoria, pero el mayor impacto de este fenómeno ocurrió en otras ciudades que los recién llegados escogieron como destino.

El resultado es que la Cúcuta de hoy no exhibe un cuadro tan dramático como el que era de esperar ni son tan visibles las señales de la crisis. En cambio, se aprecia una intensa actividad comercial, reflejo del empeño que han puesto los cucuteños para reemplazar el intenso movimiento que generaba el intercambio comercial fronterizo con negocios locales y nuevos servicios.

Es estimulante ver que afluyen a la ciudad turistas de todas partes, movidos por el interés de conocer los lugares históricos, como la casa natal de Francisco de Paula Santander, convertida en un atractivo museo, conservada en impecable estado y rodeada de un espléndido parque, lo mismo que el histórico templo de la Villa del Rosario, uno de los lugares de obligada peregrinación para todos aquellos a quienes anima el sentido de pertenencia a la nación colombiana. La mejor contribución que ellos pueden hacer a la recuperación total de la capital nortesantandereana es la de visitarla.

Leopoldo Villar Borda

Por Leopoldo Villar Borda

Periodista y corresponsal en Europa
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Pedro(86870)02 de octubre de 2021 - 05:00 a. m.
Excelente doctor Leopoldo Villar Borda. A pesar de las ganas del uribismo de iniciar una guerra con Venezuela y no lo pudo hacer hay un movimiento que crece a lado y lado de la frontera
Libardo(10892)02 de octubre de 2021 - 03:59 a. m.
El declive de Cúcuta empezó en 1983, de la noche a la mañana el bolívar pasó de $16 a $8 y la economía que dependía de los venezolanos se vino a pique. Allí no había castrochavismo. El gobierno y los demás colombianos dejaron sola a Cúcuta, no hubo planes, no hubo subsidios. No existió Cúcuta no cucuteños. De eso no se habla ni se escribe. Culpables? Todos, incluidos los cucuteños.
George(98053)01 de octubre de 2021 - 06:46 p. m.
Hace varias décadas cuando visite Cucuta, había un sitio llamado el Malecón sobre el rio Pamplonita, todavía existe?
Luis(31484)01 de octubre de 2021 - 05:20 p. m.
Gracias, Don Leopoldo, sin desconocer ni ocultar nuestra dificultades y necesidades, es muy agradable que desde estos espacios se rescate lo bueno de nuestra hermosa perla del norte. En hora buena toche.
  • George(98053)01 de octubre de 2021 - 06:49 p. m.
    No sea "toche, mano" y déjese de "tochadas".
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