Asociación de Educadores de Cundinamarca-ADEC acusado de acoso laboral

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Mar Candela
22 de junio de 2019 - 04:08 a. m.
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La historia de Édgar Jesús Cortes Ospina, periodista y productor audiovisual. Colombiano, conocido en el medio como Manolo.

¿Por qué es tan importante que yo les dé a conocer hoy esta historia?

Porque  el  actual  encargado de este sindicato, el señor Nilson Almanza Montero, está siendo denunciado social y jurídicamente por  acoso sexual. La denuncia la hace la comunicadora social y periodista Yahara Cañón, quien afirma que  indirectamente algunas personas la han coaccionando para que guarde silencio y  retire las denuncias.

Al publicar esa denuncia  la semana pasada, después de leer la  columna, el periodista  me contacta  para narrarme  su historia con este sindicato. Aunque estos sucesos acontecieron en otra época, cuando Almanza no estaba a cargo,  esta historia  me deja claro que en ese sindicato no se respetan los derechos humanos  ni se es fiel al discurso de la defensa de lo justo. Y como activista por los derechos humanos que soy, me parece crucial que el país  ponga los ojos en ese sindicato y que se le  haga una veeduría política y ciudadana.

"Yo padecí en carne propia lo que significa  trabajar  para  la Asociación de Educadores de Cundinamarca-ADEC. Fueron  cinco años de acoso laboral  (2004 a 2009).

La puerta giratoria de esta organización funciona así: Los directivos se someten a unos lineamientos y una trazabilidad  propuesta por sus dirigentes políticos. Todo cuanto se decida y pase en el sindicato es de su pleno conocimiento”, narra Cortés Ospina. 

Y continúa afirmando: “En  mi caso pasé  por el infierno del acoso laboral mediante  todo tipo  de estrategias  perversas para inducir mi renuncia porque el presidente de ese entonces, Víctor Gaona, obedecía a su jefe político que supuestamente necesitaba mi puesto para el sobrino de un profesor a quien finalmente  terminaron metiendo a la oficina de prensa, dándole la mitad de mi sueldo, el cual le consignaba  muy cumplidamente en su cuenta bancaria mientras que a mí cada mes me lo embolataban hasta cuando se les diera la gana de pagar. Al yo no querer renunciar, se juntaron Fernando Abadía ,Víctor Gaona, Meyer Alvares, William Barón, Olga Rivera y Jorge Cortés (hoy exdirectivo) para idear estrategias que por agotamiento me llevaran a renunciar. Ante mi negativa,  dieron de manera arbitraria por terminado el contrato, desconociendo mis derechos.

Estando ya  fuera del sindicato instauré una demanda registrada en la Fiscalía en contra  de ellos,  con  el agravante de parte de estos sujetos de haberse atrevido a falsificar mi contrato original de trabajo y presentarlo ante un juez  de la República como verdadero, lo cual está desvirtuado ya que análisis  minuciosos de grafología  ordenados por el ente investigador han dado plena certeza de que mi firma fue falsificada, mientras que la de Gaona y el otro supuesto contratista sí corresponden a sus rasgos de caligrafía".

Llevo casi 9 años enfrentándome con estos patanes en la Fiscalía sin que hasta el momento haya sido posible lograr que sean imputados, lo cual ellos me recalcan anónimamente y con amenazas que esto se debe al infinito poder que tienen  sus patrones políticos en la Fiscalía General de la Nación. Total, la Fiscalía les ha permitido toda serie de maniobras dilatorias del proceso para buscar vencimiento de términos, lo cual sin duda les ha funcionado. En una de las amenazas en que trataron de persuadirme para que yo retire la demanda  me dejaron claro que tienen a su servicio ciertos senadores, concejales y dirigentes de la izquierda que pueden trancar este proceso.

Sería bueno que traten de recoger la pita hacia arriba y vean quiénes son sus gamonales políticos (no es tan difícil). La Fiscalía ha desestimado otras pruebas que yo en mi calidad periodista he conseguido y con la desfachatez más grande un funcionario de este ente acusador, en vez de ponerse de mi parte y en un acto de camaradería con ellos, se ofreció a declarar en mi contra en una de las últimas diligencias judiciales a donde llegan riéndose, haciendo chistes y, en fin, con actitud pretenciosa como si estuvieran muy seguros de ser intocables.

En una de las últimas diligencias en que la señora fiscal pidió precluir, el juez le recriminó a esta la pobreza de sus argumentos para pretender precluir y la instó a darle más valor y peso de prueba a las evidencias tan contundentes de esa falsedad  y así llegar a la imputación. En la Fiscalía no me escuchan, pero solo basta con que ellos  se acerquen allá y de inmediato se hace lo que quieran hacer. Mejor dicho, con ese sindicato uno está abocado a vivir un capítulo más de '¿Usted no sabe quién soy yo?'.

Por eso pienso que  el caso del acoso sexual a la periodista debe ser plenamente conocido por lo que  yo  denomino  sus caciques”.

Cortés tiene todos los documentos de respaldo que prueban detalladamente todo su proceso jurídico. En caso de ser necesario, se darán a conocer a la opinión pública. Nunca expongo historias de denuncias que no pueda soportar con documentos probatorios. Era mi deber ético como  activista exponer este caso.

Es lamentable que ya no podamos creer en la honorabilidad de los sindicatos. ¿Cómo podemos defender  derechos mientras pisoteamos derechos?

Yo espero que  la justicia pronto dé  el  desenlace justo a estos casos, tanto en el caso de Yahara Cañón  como en el caso Édgar Jesús Cortés Ospina.

* Ideóloga, Feminismo Artesanal

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