Publicidad

Las preguntas difíciles del Premio Nobel colombianista James Robinson

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
María Teresa Ronderos
21 de octubre de 2024 - 05:05 a. m.
“Es patético que los señores de la guerra lleguen a mostrar una capacidad mayor que las propias instituciones”: María Teresa Ronderos
“Es patético que los señores de la guerra lleguen a mostrar una capacidad mayor que las propias instituciones”: María Teresa Ronderos
Foto: EFE - NANCY WONG / HANDOUT
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Como dijo un editorial reciente de este diario, “Colombia puede salir a cobrar, un poco, el Premio Nobel de Economía”, al profesor británico James Robinson.

Parte de sus investigaciones sobre el papel del Estado en la riqueza de las naciones las ha realizado en Colombia. También aquí ha confirmado cómo el estancamiento económico proviene de una política que desaprovecha el talento de la mayoría. Robinson es un poco colombiano, además, porque nos ha incentivado a muchos compatriotas a hacernos preguntas difíciles.

Una pregunta de Robinson me guió en el libro de Guerras Recicladas (Aguilar), que luego generosamente prologó: ¿qué es lo que hace posible que en Colombia organizaciones armadas criminales deriven en una especie de poder pseudo-estatal arbitrario que manda en extensiones inmensas de territorio donde habitan miles de personas? Estos señores de la guerra deciden quién vive y quién muere, reclutan ‘niños-soldados’ y cobran ‘impuestos’ por toda actividad económica. Además, algunos de estos mismos seres capaces de torturar y desaparecer han incluso construido bienes públicos o montado empresas para responderle a su gente.

Así, cuando se desmovilizó el paramilitar Luis Eduardo Zuluaga, alias ‘McGyver’, que dejó siete mil víctimas, entregó al Estado “su” red eléctrica construida con 200 kilómetros de cables de alta tensión, mil postes y 45 transformadores, conectada ilegalmente a la red pública, para darle energía al corregimiento de Aquitania.

Otro paramilitar, responsable de horribles crímenes, Fredy Rincón, alias ‘El Alemán’ construyó casi 100 kilómetros de carretera en Urabá con maquinaria que sacaba clandestinamente de patios de entidades oficiales, según documenta mi libro.

Y en los Llanos Orientales, el guerrillero alias ‘Mono Jojoy’, secuestrador y reclutador de menores, montó una empresa de artículos de aseo personal, una red hospitalaria para atender a la tropa, construyó una ancha carretera en La Uribe, montó escuelas para camilleros, odontólogos y enfermeros y construyó una vía de más de 100 kilómetros para comunicar la zona del Caguán con el suroriente de Bogotá.

Las reflexiones del profesor Robinson sobre Colombia nos ayudan a responder por qué se multiplican aquí estos criminales tremendos que juegan a “estadistas”. Llenan el vacío que deja la política del desdén de las élites colombianas por su propia gente. Es patético que los temibles señores de la guerra (que hoy han vuelto a mandar en amplios territorios) lleguen a mostrar una capacidad mayor de respuesta a las urgencias de la gente del campo, que las propias instituciones estatales, carcomidas por el clientelismo.

Les dieron el Premio Nobel a Robinson y a sus colegas Acemoğlu y Johnson porque han demostrado en muchos países del mundo la importancia que tiene la política y la calidad de las instituciones públicas para que las democracias le den mejor vida a más gente.

De ahí su crítica a Petro. Reconoce que elegirlo fue una revelación democrática. Los excluidos encontraron por fin un canal político legítimo para expresarse, pero Robinson le reclama al actual gobierno no tener un plan práctico, real, para incluir a los millones que están por fuera de la prosperidad democrática.

Robinson argumentó hace unos años que quizás una puerta más viable a la paz, más que la reforma agraria, podría ser apostarle a la educación. Si se invirtiera decididamente en educar a los jóvenes, hoy atrapados y empujados al crimen en pueblos sin salida, para que desaten su talento, se vayan del campo y vuelen lejos, podría haber menor resistencia de élites y criminales al cambio. Ni Petro, ni ningún otro gobernante nacional ha seguido su consejo.

Podemos, sí, celebrar el Nobel del colombianista, pero deberíamos hacerlo, como dijo este diario, “con un mea culpa de nuestra élite política”.

Conoce más

 

Carlos(2048)22 de octubre de 2024 - 07:54 p. m.
Completo este tema. La gran culpable de esta desgracia ha sido la clase política con sus corruptos partidos tradicionales entre ellos cambio radical ,comprometido seriamente en el desfalco de la salud. Ni que decir del centro democrático que arrodilló a la justicia, bien lo decía Antonio Caballero q.e.d. No es que la justica persiga a los del centro democrático, si no que muchos de ellos(empezando por su jefe) son proclives a delinquir. Ello se aúna las Cortes con sus fallos adversos
Gerardo(68861)22 de octubre de 2024 - 12:40 a. m.
En Barranquilla había un graffiti por la zona del paseo Bolívar qué decía: ¿y si todos estudiamos quién siembra?
Jair(47362)22 de octubre de 2024 - 12:34 a. m.
La reforma agraria es un deuda histórica y no se debe renunciar a ella y claro que la Educación es otro derecha que es tamvien urgente fortalecer con políticas de estado perdurables y conciliadas con todas las fuerza politicas y empresariales..he allí el problema, petro ya abrio el camino al cambio ahora debemos en el 2026 darle continuidad a este proyecto llamado pacto hidtorico
Ramiro(66082)22 de octubre de 2024 - 12:31 a. m.
Nada han dejado hacer a Petro.
ALVARO(28865)21 de octubre de 2024 - 11:35 p. m.
A Petro no lo dejan tener plan práctico. Por eso rompen el quorum en senado y cámara a la hora de votar. La gran prensa lo ataca y desfigura todo el tiempo acusándolo de corrupto cuando es evidente que aisló y sacó a los corruptos que descubrió en el seno de su gobierno.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.