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La economía estadounidense prosperará a pesar de la Trumponomics (Análisis)

Nouriel Roubini

23 de agosto de 2025 - 08:20 a. m.

Es el sector privado singularmente dinámico de Estados Unidos, no las políticas de Trump, lo que determinará las perspectivas de crecimiento futuro.

Fotografía de julio de 2025 en la que un "trader" revisa, el comportamiento de las acciones en la New York Stock Exchange a las medidas de aranceles tomadas por la administración Trump. EFE/EPA/JUSTIN LANE
Foto: EFE - JUSTIN LANE

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Desde el “Día de la Liberación” de Donald Trump, el 2 de abril, cuando anunció aranceles comerciales radicales tanto para aliados como para enemigos, la opinión generalizada sobre las perspectivas de la economía estadounidense a corto, mediano y largo plazo ha sido pesimista. El aumento de los aranceles provocará una recesión en Estados Unidos y el mundo; el excepcionalismo estadounidense ha llegado a su fin; el déficit fiscal y el de cuenta corriente de Estados Unidos se volverán insostenibles; el estatus del dólar estadounidense como principal moneda de reserva mundial pronto terminará, y el dólar se debilitará drásticamente con el tiempo.

Es cierto, algunas de las políticas que Trump ha anunciado justifican este pesimismo. Es probable que los aranceles, el proteccionismo y las guerras comerciales sean estanflacionarios (causando mayor inflación y menor crecimiento), al igual que las restricciones draconianas a la migración, las deportaciones masivas de trabajadores indocumentados, los grandes déficits fiscales no financiados y los esfuerzos por interferir en la independencia de la Reserva Federal de Estados Unidos. Del mismo modo, la economía estadounidense no se vería favorecida por un acuerdo en Mar-a-Lago para debilitar el dólar, ni por un mayor deterioro del estado de derecho en el país y en el extranjero, ni por restricciones más estrictas a la llegada de talento extranjero -científicos y estudiantes- a Estados Unidos.

No obstante, vengo diciendo (desde el invierno pasado) que a la economía estadounidense le irá bien -no por las políticas de Trump, sino a pesar de ellas-. Para empezar, esperaba que prevaleciera una combinación de disciplina de mercado, sensatez por parte de los asesores de Trump e independencia de la Fed, y eso es lo que ha sucedido. Trump se ha acobardado constantemente y ha buscado acuerdos comerciales, en lugar de seguir adelante con sus aranceles del Día de la Liberación.

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Puede que la estrategia predeterminada de Trump sea “Trump siempre arremete”, pero los vigilantes de bonos y los mercados financieros lo han empujado al modo “Trump siempre se acobarda”. A medida que sus políticas económicas más perjudiciales se moderen, la economía estadounidense seguirá sufriendo algunas dificultades, pero el escenario probable para finales de año es una recesión del crecimiento (es decir, un crecimiento por debajo del potencial), no una recesión total (normalmente definida como dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo).

En segundo lugar, dado que los efectos positivos de la tecnología siempre se impondrán a los efectos negativos de los aranceles, la era del excepcionalismo económico estadounidense no ha terminado. Estados Unidos está a la vanguardia de todos -incluso de China- en la mayoría de las innovaciones revolucionarias que definirán el futuro. En consecuencia, es probable que su crecimiento potencial anual aumente del 2 % al 4 % para finales de la década, antes de aumentar mucho más en la década de 2030. Supongamos que las nuevas tecnologías aumentan su crecimiento potencial en 200 puntos básicos, mientras que el comercio y otras políticas negativas lo reducen en 50 puntos básicos; Estados Unidos seguiría siendo excepcional. Es el sector privado singularmente dinámico de Estados Unidos, no las políticas de Trump, lo que determinará las perspectivas de crecimiento futuro.

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En tercer lugar, si el crecimiento potencial se acelera hacia el 4 % con el tiempo, la deuda pública y externa de Estados Unidos como porcentaje del PIB resultará sostenible, estabilizándose y luego disminuyendo con el tiempo (a menos que haya una imprudencia fiscal aún mayor). Si bien la Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta un aumento del ratio deuda pública/PIB, esto se debe a que asume que el crecimiento potencial de Estados Unidos alcanzará un máximo del 1,8 %.

En cuarto lugar, mientras se mantenga el excepcionalismo económico estadounidense, es improbable que se erosione el “privilegio exorbitante” que otorga la primacía global del dólar. A pesar del aumento de los aranceles, es probable que los déficits externos de Estados Unidos sigan siendo elevados, ya que la inversión como porcentaje del PIB aumentará gracias a un auge secular impulsado por la tecnología, mientras que la tasa de ahorro se mantiene relativamente estable. El consiguiente aumento del déficit de cuenta corriente se financiará con entradas de capital (tanto inversiones de cartera como inversión extranjera directa).

En este contexto, es poco probable que el papel del dólar como moneda de reserva global se vea significativamente cuestionado, incluso si se produce una modesta diversificación de los activos denominados en dólares. Asimismo, estas entradas estructurales limitarán los riesgos cambiarios a la baja, e incluso podrían fortalecer al dólar a mediano plazo.

En resumen, es probable que Estados Unidos tenga un buen desempeño durante el resto de esta década, no gracias a Trump, sino a pesar de él. No cabe duda de que muchas de sus políticas son potencialmente estanflacionarias. Pero sucede que Estados Unidos está en el centro de algunas de las innovaciones tecnológicas más importantes de la historia de la humanidad. Estas innovaciones provocarán un gran shock positivo de oferta agregada que impulsará el crecimiento y reducirá la inflación con el tiempo. Este efecto debería ser mucho mayor que el daño que pueden inducir las políticas estanflacionarias.

Por supuesto, no hay que ser complaciente con las políticas perjudiciales; su impacto negativo podría ser grave. Pero mientras los mercados y los vigilantes de los bonos hagan su trabajo, los peores impulsos de Trump se verán limitados.

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* Asesor principal de Hudson Bay Capital Management LP y profesor emérito de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York.

© Project Syndicate 1995–2025

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