Una vez más el concejal de Bogotá por la Alianza Verde, Julián Rodríguez Sastoque, dio muestras de querer ser la persona de la que más se habla en redes sociales y en medios de comunicación, pero no por lo brillante de su exposiciones ni por la genialidad de sus proyectos de acuerdos, sino por ser el concejal más caro del mundo.
Sucedió el día 11 de mayo, cuando algunos ciudadanos dieron la alerta porque el concejal se registró cuando la sesión plenaria se estaba terminando (ver). Por supuesto que tienen razón quienes se sienten indignados por el mal actuar de quien se hace ver como la “renovación de la política en la ciudad”, y en sus redes sociales dicta cátedras de moral y buen comportamiento.
A los concejales de la ciudad se les paga por sesión a la que asisten y el solo registro es motivo para que se les cancele el día de trabajo. La pregunta aquí es si Rodríguez Sastoque va a cobrar el total del valor por día ($1′602.859) o solo los minutos en los que se hizo presente, que sería lo honesto en este caso, porque recibir un pago de más de un millón quinientos mil pesos por solo 30 minutos de hacerse presente en una sesión, ¡hágame el bendito favor!.
No es la primera vez que al joven político bogotano se le ve actuar de esta manera tan poco decente con Bogotá, que es la que paga la gruesa suma de dinero que recibe por asistir a unas sesiones en el Cabildo Distrital. Lo hizo también el 15 de julio de 2021, cuando de manera virtual se conectó a la sesión de la Comisión Primera del Plan de Desarrollo, cuando esta se encontraba a dos horas de haberse iniciado, y, minutos después del registro, se le activo el micrófono, quedando en evidencia de que no se encontraba pendiente de lo que sucedía en la célula de la corporación, sino en un acto político que al parecer sería del entonces precandidato, Carlos Amaya (ver).
En mi ejercicio como columnista de opinión y periodista, pregunté al concejal si devolvería a las arcas de Bogotá el dinero que correspondía por el pago de esa sesión. La respuesta no llegó nunca y sí, en cambio, encontré que el valor que salarialmente le correspondió por registrarse en el debate, fue cancelado.
Indigna ver cómo los cabildantes de Bogotá, en este caso Julián Rodríguez Sastoque, se aprovechan de su lugar de poder para hacerse a un día de salario por una sesión en la que no están presentes la mayor parte del tiempo, haciéndole jugarretas al reglamento. Valga decir que no es el único que actúa de esta manera, y lo que más molesta es que en cada una de estas sesiones están presentes delegados de los órganos de control, que claramente no actúan y permiten este tipo de bellaquerías. Es más, ¿dónde está la activista y congresista electa Catherine Juvinao de la Alianza Verde? La misma que le pide cuentas a cuanto político tilda de “vago con sueldo”. ¿Por qué calla y no dice lo mismo en este caso?
Podrá decir el joven concejal del partido de la alcaldesa de Bogotá y su primera dama que no es el único que actúa de esa manera. No dudo que sea cierto, y esperaría que la ciudadanía y los órgano de control les vigilen. El problema es que sí es del que menos se esperaba este tipo de comportamientos, no solo por ser quien representa a un sector poblacional en Bogotá que ha sido relegado de los espacios políticos, sino además porque es de los afectos de la burgomaestre y de su esposa, dos personas que promovieron un referendo que buscaba acabar con las malas prácticas en la política, en donde, tengo entendido, Rodríguez Sastoque les acompañó.
Por último, le recuerdo al concejal que como servidor público está obligado a dar las explicaciones que la ciudadanía le pida, las veces que sea. Así que, jovencito, no pierda su tiempo preguntando desde sus redes sociales de dónde o quién suministró el video en el que se demuestra su jugarreta el pasado 11 de mayo, porque es información pública a la que cualquier bogotano puede acceder, y más bien dedíquese a ser ejemplo para los jóvenes, si es que puede y no le queda grande.