La sorpresa de octubre

Sergio Otálora Montenegro
23 de abril de 2022 - 05:00 a. m.

Así le llaman en Estados Unidos a esa revelación —manipulada, creada o con la que nadie contaba— que puede cambiar el rumbo de una candidatura presidencial y que aparece, como sacada de la manga, a pocos días de la elección general, que siempre es en la primera semana de noviembre. Algo por el estilo, a cuentagotas, está pasando con Gustavo Petro, el líder del Pacto Histórico, que encabeza las encuestas y cuenta con la mejor opción de llegar a la Casa de Nariño.

Para no ir muy atrás, en 2016 la sorpresa de octubre sucedió con Hillary Clinton, en el momento más delicado de su campaña, cuando no podía darse el lujo de ningún desliz. Por cuenta del director del FBI de ese entonces, James Comey, la que se daba como segura ganadora enfrentó algo inesperado. Comey, en una rueda de prensa a once días de las votaciones, anunció que reabría una investigación sobre supuestos correos electrónicos de Clinton con información confidencial que se encontrarían de manera ilegal en el servidor privado de la candidata, y que habrían sido escritos durante el tiempo en que ella fue secretaria de Estado, durante la presidencia de Obama. Esa pesquisa la había cerrado el FBI en el mes de agosto de ese año, porque no había encontrado nada sospechoso o que incriminara a la esposa de Bill Clinton.

Donald Trump, el adversario de Hillary, aprovechó de la mejor manera posible el “regalo” de Comey. En esos pocos días que restaban para que los votantes fueran a las urnas, se dedicó a generar toda clase de dudas y suspicacias alrededor de la honestidad y transparencia de la candidata del Partido Demócrata. A pesar de que, a la postre, todo fue humo y falsa alarma por parte de Comey, el daño ya estaba hecho. La ex primera dama, que buscaba hacer historia, perdió esa oportunidad frente a un personaje mediocre, corrupto, extremista, pero hábil, muy hábil. Con un talento inverosímil para mentir y embaucar.

No es claro, hasta la fecha, qué papel jugaron en la derrota de la que hubiera sido la primer mujer presidenta en la historia de Estados Unidos, las inútiles, pero devastadoras, declaraciones del jefe de sabuesos del FBI. Lo que se supo después es que hubo serios problemas con las encuestas, pero sobre todo que los estrategas de Clinton dieron una lectura muy equivocada de lo que estaba pasando por las cabezas de la clases obrera y de la clase media blanca en ese momento, así como de un sector de la comunidad hispana.

Lo concreto es que Trump combinó el resentimiento, el miedo al extranjero, el racismo, la decepción con los políticos demócratas, y las críticas a la globalización (los tratados de libre comercio lesivos para los trabajadores) con una destreza innata para el escándalo y la manipulación de los medios.

Al final, tuvo razón: él podía pegarle un tiro a alguien en la Quinta Avenida, y no pasaba nada. El Partido Republicano, en masa, decidió taparse la nariz y apoyar al histrión. Y el apoyo sigue, aunque con mayores grietas.

Traído todo eso al contexto colombiano, al candidato del Pacto Histórico la sorpresa de octubre le ha llegado, hasta el momento, en dos presentaciones. La primera, con la visita de su hermano Juan Fernando a la cárcel La Picota y sus conversaciones con varios internos acusados y condenados por delitos de corrupción y homicidio. De acuerdo con el comunicado de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz — institución seria y prestigiosa — fue un error de cálculo de dicha organización no medir el impacto que podría tener el haber escogido a alguien con apellido Petro para desarrollar una tarea humanitaria dentro de las cuatro paredes de una prisión donde están encerrados varios delincuentes de dañado y sangriento prontuario.

La manera contradictoria como los Petro enfrentaron la situación dejó la sensación, a primera vista, de que esa visita había sido coordinada con la campaña del Pacto Histórico. Y más cuando coincidió con la insistencia del exalcalde de Bogotá en el “perdón social”, y sus comentarios casi indulgentes sobre Iván Moreno Rojas. Sin embargo, algo que no se ha indagado a fondo es, precisamente, la trayectoria de Juan Fernando con la Comisión Intereclesial, y lo que tiene qué decir esta organización con respecto a la visita que terminó en un bonito “papayazo” para que gente dentro y fuera de la cárcel tratara de destruir la candidatura de Petro.

Por lo tanto, Andrés Pastrana y Federico Gutiérrez, habilidosos pero ignorantes hasta la médula, le piden que renuncie al candidato que puntea en las encuestas. Eso, por supuesto, es una petición absurda. Y ridícula.

La segunda sorpresa de octubre llegó en presentación tamaño familiar: Piedad Córdoba y sus aparentes contactos con mafiosos encarcelados. Y su supuesta relación — al parecer muy cercana — con Alex Saab, ahora preso en Estados Unidos. La pregunta del millón: ¿Por qué Petro quiso asumir semejante riesgo, y aceptó que en su lista cerrada estuviera una persona que podría resultar más un lastre que un activo político?

Pero, como a Trump, en contextos muy distintos y con ideologías diametralmente opuestas, a Petro estas sorpresas no le harán daño dentro de la Colombia profunda, donde ha resonado su candidatura y la de su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez. Ya hay unas posiciones muy definidas. De pronto un puñado de decepcionados deciden olvidar a Petro y acogerse al insulso voto en blanco. Y se dedicarán, en las redes sociales, a lanzar comentarios o diseñar memes venenosos en contra de su exlíder. También habrá algunos periodistas de investigación a la caza de más sorpresas en estos días de alta tensión.

Lo peligroso en un país con 30 grupos al margen de la ley —según autoridades citadas en un extenso reportaje escrito por Julie Turkewitz en el New York Times sobre el tropel en el Putumayo— y seis conflictos armados distintos, de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja, es que las sorpresas también pueden venir de ese ambiente de guerra que se intensificó después de la firma del Acuerdo de Paz de 2016, gracias a la desidia y deliberado sabotaje por parte del gobierno de Duque, que disfrazó su verdadero objetivo con el sofisma de “paz con legalidad”, cuento que no se comió el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Pero hay más. Alias Otoniel (Dairo Antonio Úsuga), en su última declaración ante la JEP antes de ser extraditado a Estados Unidos, indicó que hay relaciones entre el Clan del Golfo, agentes del Estado y de la Fuerza Pública. Y también acusó a exgobernadores y exalcaldes de tener nexos con grupos paramilitares. Es decir, sigue esa connivencia histórica a tres bandas: militares, narcos armados hasta los dientes y poderosos políticos regionales.

Temo que la extrema derecha está en la estrategia de la combinación de todas las formas de lucha, formula tan criticada por Uribe y sus alfiles cuando hablaban de la izquierda. Cecilia Orozco se refirió en su última columna en El Espectador a la interferencia de la DEA, y su intención de tenderle una trampa a Petro. Se vienen, por lo tanto, los días más difíciles de la campaña presidencial en un país tan poco acostumbrado a que los nadies, como los llama Francia Márquez, tengan una opción clara de ocupar el llamado Solio de Bolívar.

 

jose(33220)24 de abril de 2022 - 04:06 a. m.
los nadie seremos los que daremos el voto útil a la presidencia de petro y voto útil de castigo a esa banda de ladrones que nos gobierna (Duque llama a sus mejores amig@s : RATAS DE ALCANTARILLA ) LOS COLOMBIANOS NO OLVIDAREMOS LA GRAN MEDALLA OLIMPICA OBTENIDA EN ESTOS CUATRO AÑOS . setenta mil abudineados millones de pesos .
Mauricio(05056)23 de abril de 2022 - 10:24 p. m.
Y esperar mas sorpresas de la extrema derecha a ellos no les sirve nadie que no sea de su ralea
Edgar(22146)23 de abril de 2022 - 08:21 a. m.
uribe y su caterva estan al borde del colapso nervioso. Se sienten mas en la carcel que en el cementerio. Estan desesperados abandonando el barco como ratas en incendio, lo que no saben es que terminaran en el fondo del mar o quizas en el uberrimo como hacienda por carcel. Inmorales, cinicos, embaucadores, procaces. Les llego la hora de entregar las llaves y podrirsen en su propio estiercol.
Fernando(70558)23 de abril de 2022 - 09:00 p. m.
Lo cierto es que ningún colombiano conoce los términos del tal "acuerdo de la Picota" y mientras no se den a conocer, no existe. Piedad Córdoba como personaje público está expuesta a todo tipo de señalamientos y hasta el momento de ser elegida senadora, no estaba imputada. Petro sale al paso correctamente al pedirle que se margine de de Colombia Humana mientras aclara su situación jurídica.
Hernando(58851)23 de abril de 2022 - 10:08 p. m.
Si la forma de la solicitud de GP a la senadora Górdoba fue como la que manejan los medios informativos, indudablemente se equivocó; por lo menos, fue irrespetuosa; ha debido ser personal. Es obvio que los múltiples, contínuos, malintencionados y hasta criminales ataques que le envían lo tiene tensionado, al extremo, no puede perder el control; en eso su excepcional compañera de fórmula es ejemplo
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