Ccomenzó triunfal en el Congreso de la República el proyecto que busca prohibir, mediante, un referendo, la adopción por parejas del mismo sexo y de personas solteras. Es muy preocupante que los diez parlamentarios que votaron a favor en la Comisión Primera del Senado se sientan cómodos imponiendo un concepto de familia ideal que no corresponde a la realidad y que, de paso, excluye sin fundamento a un grupo poblacional que ha sido históricamente marginado.
La senadora Viviane Morales, del Partido Liberal —siempre es importante recalcar tamaña contradicción—, quien lideró el proceso de recolección de más de dos millones de firmas para convocar el referendo, estuvo, en las semanas recientes, a la ofensiva contra las críticas que se le han propuesto a su proyecto, muchas de ellas desde este periódico. Dijo Morales que en el país se ha presentado un “terrorismo mediático” que, a punta de “la mentira y el engaño”, trató de “confundir a la opinión pública”. Lo curioso es que, al sustentar su posición, vuelve a caer en argumentos falsos que, a su vez, desinforman. Veamos.
Primero, aseguró que su proyecto no va en contra de las madres solteras y que no aplica para los niños que se queden sin padres pero que tengan familias. Cierto. Pero la crítica que se le ha planteado a Morales, por lo menos desde este espacio, no es esa. Lo que se le cuestiona es que su proyecto sí dice que una familia integrada por una madre soltera o un padre soltero no es óptima y que, por ende, no debe ser una de las opciones que tiene el Estado para satisfacer el derecho de los niños a ser adoptados.
Eso es un claro juicio de valor que les dice a todas las madres y los padres cabeza de familia que sus familias no son óptimas. ¿O es que, si alguna de las madres solteras a las que Morales dice no juzgar decidiera adoptar un niño, el Estado no estaría en posición de decirle que su hogar no es óptimo únicamente por su soltería? El argumento de fondo es que la presencia de una pareja heterosexual no garantiza una buena crianza, así como la ausencia de uno de los padres no implica falta de idoneidad.
Segundo, la senadora Morales sostiene que el profesor Kyle Pruett —quien rechazó que la senadora lo citara en la motivación del proyecto— fue malinformado, porque ella no usa su estudio para decir algo negativo sobre las parejas del mismo sexo. Sin embargo, lo que Pruett argumenta es que es inadecuado utilizar sus estudios sobre los roles de los hombres en la vida de los niños para excluir otros tipos de familias y promover la idea de que sólo las parejas heterosexuales son óptimas. Lo que también dice Pruett, y que Morales no menciona, es que hay suficiente investigación científica que respalda la idoneidad de las parejas homoparentales en la crianza de los niños.
El problema con la pregunta del referendo, y con el apoyo que ha recibido en su primer debate en el Congreso, es que dice que es justo que una mayoría de personas decida, sustentándose en prejuicios y estudios científicos con falencias, que hay familias mejores que otras, y proyectos de vida que valen más que otros. Eso es una discriminación inaceptable y que vulnera el derecho de los niños huérfanos a tener más opciones de ser adoptados.
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