Necesitamos un Congreso virtual cuanto antes

Tardar en apoyar e instaurar las sesiones virtuales es dejar el equilibrio de poderes cojeando en un momento en el que el Ejecutivo tiene poderes extraordinarios. / Foto: Gustavo Torrijos - El Espectador

No hay motivos para que el Congreso de la República le tenga temor a sesionar de manera virtual. Aunque hay que solucionar cuanto antes los obstáculos técnicos y procedimentales, la crisis del coronavirus requiere seriedad y soluciones creativas. Las preocupaciones que se han expresado hasta ahora pueden subsanarse con mayor vigilancia por parte de los partidos y la ciudadanía al comportamiento de los parlamentarios y del Gobierno durante estos meses.

Había mucho revuelo jurídico sobre si era viable que el Congreso sesionara de manera virtual. Después de todo, la Constitución no prevé la realización de reuniones de este estilo, lo que llevó a que varias voces sugirieran que era imposible realizar las sesiones por fuera del recinto del Parlamento. Sin embargo, esa tesis parece haber sido derrotada con suficiencia en estos días.

Por un lado, como explicó el constitucionalista experto Rodrigo Uprimny, el artículo 140 de la Constitución “autoriza al Congreso a reunirse en otros sitios en caso de perturbación del orden público”. Nos parece evidente que la crisis del COVID-19 es una situación que amerita el cambio de recinto. Esto, sumado al Decreto 491 expedido por el Ministerio de Justicia, que habilita las sesiones virtuales para “todos los organismos y entidades que conforman las ramas del poder público”, le da solidez a la petición de convocar de manera virtual al Congreso.

Persisten, no obstante, quienes se oponen. El senador del Polo Democrático Jorge Enrique Robledo publicó un video donde explica sus razones para pedir que se cite a sesiones presenciales. Para él, es “descaradamente inconstitucional, un abuso del poder (de la Presidencia) haber tomado esa decisión”. El parlamentario dice que así como hay funcionarios exceptuados de la cuarentena, como el personal médico y la Fuerza Pública, lo mismo debería ocurrir con los congresistas. Finaliza diciendo que le preocupa que se aproveche la coyuntura para aprobar leyes mal hechas o sin cumplir los procedimientos adecuados.

Sus preocupaciones son importantes, sin duda, pero no vemos la necesidad de arriesgar la salud de los congresistas y de sus equipos de trabajo en medio de esta crisis. Así como las cortes están operando a distancia, lo mismo puede hacer el Congreso. Tardar en apoyar e instaurar las sesiones virtuales es, en la práctica, dejar el equilibrio de poderes cojeando en un momento en que el Ejecutivo tiene poderes extraordinarios. No podemos permitir que eso ocurra.

La manera de evitar las leyes mal hechas es redoblando la vigilancia. Esa labor la pueden realizar los mismos parlamentarios, los partidos políticos y la sociedad civil. Al momento de tomar una decisión sobre cuál es la mejor herramienta para llevar a cabo las sesiones, debe pensarse en cómo cumplir la necesidad de publicidad y de que los colombianos puedan saber qué se está debatiendo, rechazando y aprobando.

La emergencia del COVID-19 tardará varios meses en solucionarse. Estos tiempos exigen creatividad y aprovechar al máximo las herramientas tecnológicas, como ya lo han hecho los docentes universitarios y escolares en todo el país, así como múltiples empresas. El Congreso no debe quedarse atrás.

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