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El presidente Gustavo Petro, en declaraciones a este diario, rechazó de nuevo la decisión del Perú de anexar a su territorio la isla de Santa Rosa, ubicada frente a Leticia. Planteó válidos argumentos para que sea una comisión mixta binacional, prevista para tal fin, la que determine su soberanía. Estos temas, por su sensibilidad, deben tratarse a través de los canales existentes, y no por la diplomacia de las redes sociales. Es esencial que nuestro país asegure la continuidad de la navegación sobre el río Amazonas desde Leticia, dado que debido a la sedimentación existente se pueda perder el canal de acceso al río, por lo cual la frontera con Perú allí sería terrestre y no fluvial.
El jefe de Estado reiteró su rechazo a la reciente decisión unilateral del Perú al declarar la isla Santa Rosa como territorio peruano, a través de una ley aprobada por su congreso, desconociendo lo previsto en el Tratado de Río de Janeiro, de 1934. En el mismo se estableció que por mutuo acuerdo ambos países determinarían, mediante una Comisión Mixta, la propiedad de cada nueva isla que surgiera en el río Amazonas, fenómeno natural que se produce debido a la corriente del río y a la consecuente sedimentación en sus brazos. Con el paso del tiempo algunas islas se asignaron a Perú y otras a Colombia. En este caso, se trata de una isla surgida junto a la isla peruana de Chinería que, con los años, terminaron por juntarse.
Petro logró que Perú, que se había mostrado reacio a tratar el tema a pesar de los intentos diplomáticos, acepte que la Comisión Mixta de Fronteras se reúna el 11 y 12 de septiembre en Lima, para analizar el tema. Lo anterior, a pesar de que la presidenta Dina Boluarte respondiera que no hay “nada que tratar (pues) Santa Rosa es parte integrante de la isla de Chinería, asignada a Perú en 1929 por la Comisión Mixta Demarcadora y que está bajo su soberanía y jurisdicción nacional”. Dicha asignación se hizo en desarrollo del Tratado Lozano-Salomón, de 1922. Dado que la Santa Rosa no existía, recién comenzó a formarse en los años setenta, no se contempló entonces su asignación.
En vez de buscar una posición unificada de Estado y no de gobierno, Petro ha incurrido en imprecisiones frente al reciente manejo del tema. Mencionó que desde 2017 ha debido actuarse. Durante el gobierno de Juan Manuel Santos, fuera de las notas de protesta enviadas, se propuso al Perú que, para evitar situaciones como la actual, todas las islas nuevas existentes o las que llegaren a surgir se utilizaran como zona de reserva ambiental de manejo binacional. El país vecino nunca contestó. En una pregunta sobre si el presidente Petro tenía pensado hacer presencia en la isla Santa Rosa, respondió con un contundente “no. Ya sería un acto de guerra y todavía quiero evitar la guerra”. Hay que cuidar el uso de ciertas palabras, en un escenario donde su sola mención es absolutamente innecesaria.
De otro lado, olvida el presidente que bajo su administración, siendo canciller Luis Gilberto Murillo, se desautorizó al entonces director de Soberanía Territorial de la Cancillería, Diego Cadena, a quien le costó el cargo el haber defendido la soberanía colombiana al no reconocer al supuesto alcalde de Santa Rosa, que asistió en dicha categoría a un evento en Leticia y, de manera equivocada, se envió una nota diplomática lamentando que “miembros de la delegación colombiana hicieron alusión a asuntos que solo conciernen al más alto nivel de las cancillerías de ambos países”.
Ha desaparecido la canciller (e) y ha debido convocarse la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores para analizar temas que comprometen la soberanía nacional. Acudir a sentimientos nacionalistas de cara a las próximas elecciones no conviene. Como lo mencionó el ex canciller Julio Londoño, “siempre habrá lugar a la solución pacífica de las controversias con el Perú (…) se requiere voluntad de entendimiento y buenos negociadores. Las Cancillerías tienen la palabra”. Estamos de acuerdo.
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