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Quince años es poco tiempo cuando se habla de los procesos planetarios y ambientales. Sin embargo, quince años del proyecto BIBO de El Espectador, con sus premios entregados esta semana, han sido suficientes para registrar un cambio de magnitudes inconmensurables en cómo estamos los colombianos entendiendo nuestra relación con el ambiente. Un reconocimiento que empezó con el objetivo de prestarles mayor atención a los proyectos que fomentan la conservación ha visto, año tras año, cómo los planes se vuelven más ambiciosos, el entendimiento de lo que se puede lograr se complejiza y las comunidades involucradas aumentan. Si queremos una dosis de esperanza tangible en medio de tantas malas noticias, basta con elegir cualquiera de los premiados de este año para ver cómo en Colombia sí estamos haciendo esfuerzos monumentales y eficientes de conservación, con creatividad y mucha inspiración.
Nuestro objetivo siempre ha sido reconocer que la atención es la moneda más importante del mundo moderno y sugerir que los temas ambientales merecen ser priorizados. El Premio BIBO es precisamente eso: una apuesta por mostrarle al país todo lo que se está haciendo. Y es mucho. También es una apuesta por una comprensión compleja y colaborativa de la conservación. Pasar por la lista de los ganadores demuestra cómo no hay una sola solución, o un solo actor. Desde grandes empresas privadas, hasta iniciativas comunitarias, los triunfos demuestran que para salvar al planeta se necesitan inversiones ambiciosas, así como alianzas de todos los sectores. Tiene sentido, pues todos estamos en el mismo barco. Esa falsa dicotomía entre progreso y sostenibilidad puede superarse cuando se observa la creatividad que implica la bioeconomía, la economía circular.
Este año recibimos 230 iniciativas y todas merecen ser celebradas. Si los lectores desean saber por dónde empezar, por supuesto están los ganadores. Aquí la diversidad de proyectos muestran el punto que hicimos en el párrafo anterior. Queremos aprovechar este espacio para felicitar nuevamente a las Mujeres Ayakuná, al Parque Acuático y de Conservación Piscilago, al Fiber Green América Trading Company, a la Fundación Impulso Verde Kuaspue, a Postobón y a la Corporación ConscienciaGreen. Todos son muestra de trabajos rigurosos y cuidadosos.
Ante la crisis climática, la desesperanza es fácil. Las noticias relacionadas con la conservación suelen ser descorazonadoras. Hace apenas unos días discutimos en este espacio sobre cómo Colombia es el país más letal para los defensores ambientales. Pero quedarse en la desazón es quedarse con la historia incompleta. El Premio BIBO nos da motivos para sentir esperanza. Y nos sentimos orgullosos de que El Espectador sea el hogar de un reconocimiento para proteger el planeta.
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