La canciller

Yohir Akerman
26 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.

La senadora del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, estuvo en el centro de la tormenta política por atacar al periodista de The New York Times Nicholas Casey, quien escribió el artículo que denuncia que el Ejército Nacional tendría órdenes de aumentar sus resultados operativos y reducir los controles de las operaciones militares.

En su cuenta de Twitter, la congresista atacó al reportero con mentiras cuestionando cuánto le habría pagado las Farc por escribir ese artículo y afirmó que Casey pertenecía a una élite de izquierda que es más activista que periodista, calificando la publicación de imprecisa, tendenciosa y con falta de rigor.

No paró ahí.

En una entrevista con La W, no solo cuestionó al periodista, quien abandonó el país por seguridad después de los ataques, críticas y falsedades que lanzaron en su contra miembros del Centro Democrático, sino que también arreció contra el periódico, que es uno de los más respetados del mundo por su seriedad y sus denuncias.

Cabal se preguntó al aire en la emisora radial: “¿El New York Times quién es? ¿Tan respetable? Para mí no es respetable el New York Times. Es el rey de las fake news”. (Ver ¿El New York Times quién es?).

Pues ya que se pregunta cuál es la relevancia del diario estadounidense más leído en los micrófonos de La W, que sí conoce, entonces miremos algunas de las notas que ha publicado ese importante medio de comunicación en el pasado de la señora Cabal. Por ejemplo, una que establece que renunció a la Fiscalía investigada porque su oficina filtró información a las mafias.

Me explico.

María Fernanda Cabal Molina fue directora de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de noviembre de 2005 a marzo de 2007, durante la administración de Mario Iguarán Arana. La conocían como la canciller del ente investigativo.

Así lo muestra la edición No. 52 de la revista Huellas de la Fiscalía General de la Nación, en la página 12, que ubica a Cabal como la persona que era encargada, además, de "diseñar una política institucional frente a los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario” (Ver Huellas).

Cabal Molina llegó a la entidad respaldada por el Partido Conservador, el exministro Fernando Londoño y su esposo, el ganadero José Félix Lafaurie Rivera. El nombramiento de Cabal Molina fue un reconocimiento al crucial apoyo que el presidente de Fedegán le dio a Iguarán Arana para llegar a la Fiscalía en ese momento.

Como se ha dicho en esta columna, el exgerente del Fondo Ganadero, Benito Osorio Villadiego, en colaboración con la justicia colombiana, reveló que en 2005 Lafaurie Rivera se reunió con el paramilitar Salvatore Mancuso para conseguir el apoyo de las Autodefensas a la elección de Mario Iguarán como aspirante a la Fiscalía General, reunión en la que Osorio Villadiego habría sido facilitador. (Ver Declaración).

Adicionalmente, el 16 de enero de 2014, Osorio Villadiego le entregó a la Fiscalía un pantallazo de un correo supuestamente enviado el 11 de julio del 2005 desde la cuenta jflafaurie@yahoo.com a fogancor@hotmail.com, cuenta manejada por Osorio, con el asunto “Corte Fiscal”. (Ver Correo).

El correo incluía un adjunto que, según el testigo de la Fiscalía, correspondía a nombres de magistrados de la Corte Suprema que supuestamente podían ser influenciados por los paramilitares de Ralito para definir la elección de fiscal general que se realizó ese año. (Ver En campaña).

Pero no nos desviemos y volvamos a Cabal Molina. A inicios de 2007, el fiscal encargado de la investigación de la masacre de marzo de 2005 en San José de Apartadó logró establecer que el Ejército estaba mucho más cerca del sitio de lo que se había dicho inicialmente.

Basados en esa información, el 21 de febrero de 2007, la Fiscalía llamó a indagatoria a dos oficiales, nueve suboficiales y 58 soldados “por su presunta autoría en los delitos de homicidio en persona protegida y terrorismo”.

Pero no sin que antes hubiera varios problemas.

Tal y como lo establecieron La W y otros medios nacionales, desde el despacho de Asuntos Internacionales de la Fiscalía, manejado en ese momento por Cabal Molina, se filtró al Ministerio de Defensa, antes de que ocurriera y saltando el conducto regular, la trascendental decisión que adoptó la Unidad de Derechos Humanos llamando a indagatoria a más de 60 militares por la masacre de Apartadó. (Ver La masacre).

No solo eso.

Según La W y otros diarios, poco antes de eso se había conocido de otra presunta filtración de órdenes de captura y pedidos de extradición que realizó alguien de esa oficina encabezada por Cabal Molina, esta vez a varios narcotraficantes que consiguieron eludir los operativos conducentes a su captura de las autoridades estadounidenses, ya que contaban con la información previa de los operativos. (Ver El País - Cae otra alta funcionaria).

Alguien estaba, desde la oficina manejada por Cabal, protegiendo a los militares y a las mafias.

Esto originó una crisis en el ente investigador y la salida de varios funcionarios, momento en el que la fiscal Cabal decidió tomarse unos días de vacaciones y no contestar llamadas, ni siquiera de Iguarán.

Así, el 2 de marzo de 2007, La W informó que la directora de la Oficina de Asuntos Internacionales no volvería a su cargo tras cumplir su permiso de siete días ya que, según confirmó esa emisora con fuentes de la Fiscalía, “el jefe del organismo, Mario Iguarán, estaba buscando a la funcionaria para pedirle su renuncia al cargo debido a las filtraciones que desde su oficina habían trascendido a la mafia y al Ministerio de Defensa”. (Ver Fiscal pide renuncia a Asuntos Internacionales).

Siete días después, el 9 de marzo, La W reportó que “la jefe de la oficina encargada de tramitar y ejecutar las solicitudes de extradición de las autoridades extranjeras en la Fiscalía, María Fernanda Cabal, dijo que no renunciaría a su cargo por ahora y que iba a esperar que se hiciera una exhaustiva investigación sobre las filtraciones de información”. (Ver Jefe de Asuntos Internacionales no renuncia).

Siete días más tarde, el 16 de marzo, ese medio radial reportó que Cabal Molina había renunciado a su cargo en la Fiscalía ya que “ella y su esposo, el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, estaban siendo objeto de seguimientos por parte de hombres del DAS y le preocupaba su seguridad y la de su familia”. (Ver Renunció la directora de Asuntos Internacionales).

Extraño ya que con todos los documentos, investigaciones periodísticas y sentencias judiciales que se conocen de los seguimientos ilegales y espionaje que hizo el DAS durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez en contra de magistrados de las cortes, reporteros y otros objetivos de esa administración, nunca ha aparecido una sola página del DAS o del G3 que tenga que ver con espionaje o seguimientos a Cabal Molina o su esposo, quienes eran -y son- aliados de ese gobierno.

Pero sigamos porque hay que creerle a la funcionaria, especialmente cuando un día después de que se conociera su renuncia le dio una entrevista a El Tiempo en la que respondió lo siguiente ante la pregunta de si tuvo problemas con el fiscal de la Unidad de Derechos Humanos por el caso de Apartadó:

“Uno en estas instituciones tiene que aprender a ser hipócrita. A reírse y llevarse la información debajo del brazo, a morirse de la risa y hacerse el pendejo. El calibre de esa noticia no lo han medido, sobre todo porque estamos ad portas de decisiones en Estados Unidos sobre el Plan Colombia y el TLC. No se puede tener la ligereza de filtrar a los medios una noticia que va a reventar al país. Hay que manejarla con discreción (…) No es que yo cuestione la calificación del fiscal. Le pedí que me explicara por qué tomó la decisión, para que las autoridades extranjeras puedan entender que no se trataba de una acusación”. (Ver Entrevista 17 de marzo de 2007).

Tremenda canciller.

Finalmente, Cabal dijo en esa misma entrevista que no entendía por qué, si nueve meses atrás el fiscal de ese caso había decidido otra cosa sobre Apartadó, ahora realizaba un cambio repentino, como si el proceso de recoger evidencia fuera estático dentro de una investigación.

Pero aquí es necesario recordar dos cosas. La primera es que hace menos de un mes se conoció una histórica sentencia que deja clara y probada la participación y complicidad del Ejército colombiano con los paramilitares en esa horrible masacre de Apartadó donde se degollaron con machetes a líderes sociales y tres menores de edad. (Ver Una sentencia histórica)

La segunda es que, como se ha advertido en este espacio, la hoy senadora Cabal Molina y su esposo, el ganadero José Félix Lafaurie, han sido y son amigos y cercanos de varios militares acusados y sentenciados por ejecuciones extrajudiciales de civiles. (Ver La JEP funcionando)

De ahí que esta pareja siempre defienda mediáticamente a los militares y los trate como los héroes de la patria, incluso a los que se han descarriado y cometido actos de barbarie como los falsos positivos o las ilegales alianzas con las mafias y el paramilitarismo para combatir a la guerrilla.

Eso explica porqué la senadora Cabal atacó al periodista Nicholas Casey con mentiras y falsedades después del artículo en The New York Times sobre la doctrina militar del Ejército colombiano, en una acostumbrada estrategia de su partido en el que se criminaliza a los periodistas que investigan o realizan denuncias. Por eso es previsible lo que podrá pasar después de esta columna.

@yohirakerman

akermancolumnista@gmail.com

 

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