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En respuesta al editorial del 9 de octubre de 2025, titulado “Las cifras económicas aconsejan prudencia”.
A propósito de la regla fiscal, en días pasados el personal técnico del FMI publicó en sus Notas de Debate un documento en el cual menciona que, si bien una cantidad importante de países han adoptado reglas fiscales para el manejo de su hacienda, en la actualidad dos terceras partes de esos países las han revisado, y que, aun así, el déficit y el endeudamiento públicos están por encima de lo reglado.
El documento recuerda que, en las pasadas dos décadas, la política fiscal ha jugado un papel determinante en el manejo de los shocks, a costa de un alto endeudamiento. Este manejo está asociado a la relajación cuantitativa (irrigación de dinero a raudales) emprendida por casi todos los bancos centrales del mundo, en coordinación con sus ministerios de Hacienda. No bien se había salido de la crisis de 2008 (Crisis Atlántica, como la denomina el exministro Ocampo), llegó el COVID-19, que obligó a los gobiernos a mayor emisión y endeudamiento. Colombia no se escapó de la tendencia.
A raíz de los efectos de 2008, los países reforzaron sus reglas fiscales, lo cual también ocurrió en Colombia, estableciendo nuevos techos al endeudamiento y al déficit fiscal. Sin embargo, anota el documento, el cumplimiento ha sido “mixto”; es decir, se ha seguido incumpliendo la regla y se han establecido nuevas cláusulas de escape. Y concluye: “Estas desviaciones a menudo resultaron persistentes, ya que muchos países carecen de vías de ajuste creíbles para volver a los límites establecidos. Por lo tanto, las reglas fiscales suelen considerarse ineficaces, especialmente ante las continuas presiones para retrasar el ajuste fiscal”.
Esta radiografía pone de presente varios aspectos: ante todo, que de manera creciente la política fiscal se acomoda a otras variables superiores, y no a la inversa. Es decir, se privilegia no dejar paralizar la economía, así se rompa el principio neoclásico del equilibrio presupuestal.
De contera, la inflación también se supeditó a la misma razón de Estado. En la Crisis Atlántica, no obstante las gigantescas emisiones y el endeudamiento registrados, el crecimiento de los precios no se salió de madre, por razones que trata de explicar la abundante literatura especializada que se ha publicado desde entonces. En cuanto a los efectos inflacionarios pos-COVID-19, la misma literatura apuntó a que había ocurrido una inflación de productores como herramienta para recuperar sus ganancias embolatadas durante la pandemia. Cuando el ministro de Hacienda de Colombia, en su momento, repitió para el país el estudio, casi es defenestrado.
Ante el creciente incumplimiento, y fiel a su razón de ser, el documento recomienda que se establezcan criterios aún más robustos para la regla fiscal y un operador (el Comité Autónomo de la Regla Fiscal, en Colombia) con más dientes.
¿Cuántos países se sumarán al incumplimiento de su regla fiscal y cuántos reforzarán su operador? ¿Y Colombia? Mi apuesta es que aumentarán los incumplidos, pero Colombia propenderá a ser más papista que el papa.
* PhD en economía, profesor universitario