En nuestra calidad de presidente y vicepresidente de la Academia Colombiana de Genealogía queremos referirnos al artículo publicado el pasado 28 de julio titulado "La reparación histórica que terminó en un negocio colombiano" , en el que se hace alusión a la institución que representamos. De manera amable queremos hacer una serie de precisiones, y a su vez, un serio reclamo por lo que consideramos una falta grave de rigor periodístico.
El artículo que ilustra cómo la "reparación se vuelve negocio" trae consigo la afirmación de una fuente oculta en el sentido que "en Colombia hay un grupo que se autodenominó la Academia Colombiana de Genealogía, que le supieron hacer la trampa a este requisito. Son personas aficionadas cuyas investigaciones han sido ampliamente cuestionadas en el gremio de genealogistas por no ser rigurosas" y un párrafo adelante la existencia de una red de falsificadores de genealogías.
Es muy grave todo lo dicho, como también que para probar lo que realmente son sus opiniones, la periodista omitió el deber de constatar lo dicho por su fuente, cuya credibilidad oculta parece estar dada exclusivamente por su origen, en unas afirmaciones que lesionan gravemente nuestro nombre y de manera directa nos relaciona mediante conductas tipificadas en el Código Penal, sobre las cuales hemos decidido elevar una denuncia ante las autoridades pertinentes.
A la periodista le hubiera bastado acudir a Google para encontrar la página de la Academia, en donde de manera pública aparecen todos los datos de contacto, reseña completa de su historia, nombre de sus miembros y en general toda la información que le hubiera permitido corroborar, pues somos una institución acreditada nacional e internacionalmente. Escogió el camino fácil: sindicarnos de tramposos porque no le parece " descabellado" que detrás del ejercicio de un derecho consagrado en la ley puede haber un negocio.
La Academia Colombiana de Genealogía es una institución de derecho privado, constituida en el año 2008 cuando Luis Álvaro Gallo Martínez1 en unión con Julio César García Vásquez, Hernán Cárdenas Lince, Jairo Echeverri Cancino, Jaime Lizarralde de Lora, Alberto Arias de Greiff, Gustavo Cano, Flavio Alvarez Angel, Andrés Villegas, entre otros genealogistas, le dieron vida a una idea que se remonta a 1990, cuyo hito es el desaparecido Instituto de Cultura Hispánica dirigido por William Jaramillo Mejía.
A partir de ahí, la Academia ha desarrollado una importante labor de investigación que se concreta en gran número de publicaciones; en octubre de 2017 fue sede de la XX Reunión Americana de Genealogía, con la presencia de más de 50 genealogistas venidos de 16 países de América y Europa, así como 40 genealogistas colombianos; acuerdos de colaboración con el Banco de la República, Archivo General de la Nación; Museo del Cognome; Family Search y el Centro Vasco Euskal Etxea de Colombia; la recopilación de un fondo bibliográfico compuesto por innumerables archivos genealógicos, desarrollo de un espacio que sin duda ha contribuido al fomento de la historia del país; varios de sus miembros pertenecen a diferentes academias de Historia en Colombia y el exterior.
Por otro lado es cierto que la posibilidad otorgada por el Estado español, para que los descendientes de familias sefardíes obtengan la nacionalidad como compensación por uno de los episodios más tristes de la historia de la humanidad, abrió amplio panorama para la investigación genealógica, que tiene repercusiones en el país donde está plenamente probado que llegaron desde 1492 muchos judíos conversos, cuyos descendientes, 500 años después unidos a migraciones holandesas, portuguesas y de las Antillas, son mucho más de los 5.000 que asombran a la periodista y que podrán tener intereses distintos al optar por un derecho que les concede la sangre y que hace un homenaje a todos aquellos que se vieron violentados por la inquisición, perdiendo bienes, fe y muchas vidas.
Un aspecto que desde el punto de vista de la investigación genealógica ha sido de inmenso valor, al permitir que muchas personas cuyos orígenes judíos sefarditas habían permanecido en la sombra bajo una especie de manto de vergüenza, u olvidados porque la misma expulsión les hizo abjurar su fe, para recuperar parte sus raíces, en una labor que nos ha impuesto la tarea de rescatar valiosos fondos genealógicos en las iglesias del país y, obras tan importantes como las de Arango Mejía, Plazas o Sourdis Nájera.
En esta misión se han vinculado algunos miembros reconocidos de las Academias de historia y genealogía; investigaciones rigurosas que nosotros certificamos, porque damos pleno crédito de ellas, sin que nadie haya sido objeto de ningún cuestionamiento.
Desde la Academia, con rigor, pasión y dedicación seguiremos cultivando el amor por la noble disciplina, sembrando afición por la genealogía, entendida como el gusto e interés en la práctica de un arte, que da luces sobre nuestros origenes.
Julio César García Vásquez, presidente
José Asunción Suárez Niño, vicepresidente.
1- Luis Álvaro Gallo Martínez, autor de importantes investigaciones como "Inmifgrantes extranjeros llegados a Colombia".
