¿Qué significa la bandera de Colombia que Duque quiere que ondeemos?

Juan Carlos Rincón Escalante
07 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

En las noches, aplauden al presidente con rabia, con vehemencia, con desespero. Arman campañas que pretenden remover las fibras: saca tu bandera, vístete de la tricolor, siente orgullo en estos tiempos de crisis. Colombia es pasión, recuerda. Colombia es unión. Así se vive la desazón en tiempos de la cuarentena. Ante la incertidumbre, nacionalismo. Ante la magnitud de la tragedia, mesianismos improvisados. ¿Pero qué carajos se supone que representa la bandera que quieren que ondeemos?

Si izar la tricolor es ser acrítico con un Gobierno sin rumbo, sin liderazgos, que llegó tarde a enfrentar la crisis y ha hecho apenas lo mínimo que se le puede exigir a cualquier presidente medianamente racional, no cuenten conmigo.

Si sacar la bandera es celebrar que, en medio de un cambio de paradigma, cuando los cimientos de las estructuras que conocemos se tambalean, nuestro faro fiscal es Alberto Carrasquilla, un tipo cuya creatividad se agota en recortar impuestos a las empresas y aplastar a la clase media, un personaje arrogante cuya mezquindad no lo deja abandonar la ortodoxia en tiempos que requieren generosidad y empatía, un hombre para quien la pobreza es un concepto incómodo, confuso, un devoto de la cada vez más caduca Escuela de Chicago, un monumento andante a las soluciones insuficientes de siempre, no cuenten conmigo. 

Si ponerme la camiseta de la Selección implica permitir que la rimbombante e irresponsable ministra del Interior, Alicia Arango, pase de agache y siga haciendo de las suyas; si implica comulgar con la ligereza con la que desinformó al país sobre la gravedad de la crisis y obligó a que el presidente Duque le pidiera que guardara silencio; si representa olvidar que ella ve un carnaval a donde va y así pretende que le creamos que es capaz de evitar el goteo incesante de líderes sociales masacrados en toda Colombia, no cuenten conmigo. 

Si ondear la bandera es aceptar que este momento anormal no va a producir reflexiones profundas, no nos llevará a construir un Estado más empático, no va a recordarnos que la economía trabaja para las personas y no al revés, no cuenten conmigo. 

Mi orgullo nacional no me permite ignorar que cuando el mundo entero se tambalea, cuando necesitamos líderes visionarios y creativos, estamos atascados con Iván Duque. 

No tiene que ser así. 

Si sacar la bandera es encontrar maneras de aliviar a los colombianos y migrantes y refugiados que están asfixiados por la crisis, de utilizar los recursos de los impuestos de todos para fomentar estímulos históricos que nos rescaten a todos, de modificar un régimen tributario raquítico e indulgente por uno más equitativo, donde todos pongamos lo que nos corresponde según nuestras capacidades, de fortalecer las comunidades y, en el proceso, la democracia, de entender que la crítica no pretende destruir sino diagnosticar lo que debe mejorarse, de ver en el desastre la oportunidad de salir con un mejor país, con la desigualdad reducida, con la solidaridad disparada, cuenten conmigo. 

Pero nada de eso se ve en los PowerPoint de las alocuciones presidenciales, ni en los chistes ridículos de Arango ni en las cifras de Carrasquilla. 

@jkrincon

jkrincon@gmail.com

 

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